Anarchy 99 ~[En Edición]~

Zwei/Dva/Dos/Two

Las puertas automáticas se abrieron y dejaron pasar al director de esa sección y de esa misión. Era un alfa que emanaba autoridad, de piel morena y ojos oscuros. Todos los presentes se pararon al instante, sintiendo que él no estaba para nada contento.

—Y a las 030 horas, la misión se desvió de los parámetros establecidos —dijo el beta encargado de la organización del proyecto.

— ¡No me digas! ¿Acaso estaba en los planes que le dispararan a nuestro agente en la espalda? —mencionó sarcástico el director de la CIA a quien le hablaba.

—McGrand estaba cargando unos datos para nosotros cuando lo eliminaron —agregó el primero—. Fíjese en esto, señor, aún no sé qué es.

El alfa moreno llegó a donde el dúo estaba reunido frente a una pantalla. Esta mostraba gráficos y palabras. La imagen central destacaba en colores azulinos.

—Es el fragmento de una molécula compleja —afirmó otro alfa, un general superior del lugar—. Nuestros analistas lo relacionan con la desaparición de un arma bioquímica que los soviéticos desarrollaban llamada "Noche de Paz" —hizo una pausa al ver a un agente entrar—. ¿James, qué demonios está haciendo este aquí?

—Le llamé yo —respondió sin miramientos el director—. Hemos perdido ya a dos de los nuestros, nos vendrá bien su ayuda.

—He averiguado que a sus agentes los mató ese grupo llamado "Anarquía 99". Son ex-militares, huelen a  nuestros mejores hombres  a un kilómetro de distancia —sacó de su bolsillo interno un dispositivo y se lo entregó al director—. Señor, creo que es el momento de que probemos algo.

—Esos no son de los nuestros. ¿De quiénes son? ¿De qué departamento de la CIA?

—No, son civiles. Convictos, prisioneros, mercenarios, asesinos a sueldo, las perlas de este mundo.

—Son escoria humana —le respondió el director de la CIA, no sintiéndose complacido ante la sugerencia de su agente más destacado.

—Y son programables, prescindibles, y funcionan. Son nuestra mejor oportunidad. ¿Queremos soltar otro ratón en el nido de las serpientes, o introducir sigilosamente nuestra propia serpiente?

***

Capital Country Club – Solo miembros

—Estos inútiles, son unos impresentables —se quejaba un alfa millonario al llegar en su auto deportivo rojo al club más prestigioso del lugar. Se bajó del carro y dejó a su omega rubia en el asiento del copiloto.

—¿Hola?-preguntaba. En eso, se acerca un empleado—. Hola, vaya, ya era hora. ¿De dónde vienes? ¿De Tijuana? No quiero ser maleducado, así que ten —le entregó las llaves de su auto—. No quiero que le caiga el sol y pierda el color. ¿Eres capaz de entenderlo? Te juro que si veo un solo rasguño, acabaré con tu vida y haré que te regresen de patadas hasta Sinaloa o el cartel del que vengas.

Si el alfa millonario no hubiera estado tan concentrado en quejarse y dejar bien en claro quién era el sirviente, se hubiera dado cuenta que aquel hombre frente a él era mucho más alto de lo que un hombre beta u omega hubiera podido ser, y que su aroma, aunque camuflado, era diferente.

—Ya pago bastante por ustedes —dijo finalmente y se retiró. Fue a por su omega y la ayudó a salir.

—Vamos Giselle, amarás este sitio. Es un...

Harry había jugado muy bien su papel esta vez, pero se guardó su sonrisa victoriosa para segundos después. Se subió al auto y arrancó el motor, sintiendo su rugido, tan poderoso e increíble en sus manos. Un hermoso carro  a decir verdad.  Escapó por una vía definitivamente no hecha para autos provocando que el espejo retrovisor de la derecha saliera volando de su lugar.

El alfa millonario gritaba barbaridades, pero ya no podía hacer mucho. Cogió su teléfono y llamó a la policía, diciendo que le habían robado su auto, a él, el senador del estado, pero, a decir verdad, ya había perdido su auto a manos del mejor.

Harry llegó a donde su grupo lo esperaba. Se cambió de ropa, montaron algunas cosas en el convertible, arreglaron los últimos detalles y ya estaban listos. Volvió a arrancar, siendo perseguido por dos patrullas y atrás de estas, la van de su equipo.

— ¡Convertible rojo, deténgase!

Harry sonrió de medio lado.
—Sí, sí. Estos malditos me persiguen porque acabo de robar este coche. Queda claro que no es aesthetic, pertenece a Dick Herman, senador del Estado de California. Ya saben quién es Dick —le dijo a la cámara que había colocado en su coche robado—. Es el tipo que intentó prohibir el rap porque cree que las letras fomentan la violencia y son obscenas. ¡ES MÚSICA! ¡Que se joda! Y es el tipo que quiere eliminar todos los videojuegos del país, porque a él le parece que estos disminuyen la inteligencia. ¡Vamos Dick! ¡Si es la única educación que nos dan!

El alfa tomó un profundo respiro, sintiendo el aire golpear su rostro, fresco y salvaje. 

—Dick eres un hombre malo —continuó Harry—. Eres el peor, y ya sabes lo que le hacemos a los hombres como tú -miró a la cámara de abajo del asiento del copiloto—. Dick, acabas de entrar a la zona Styles.

Harry cogió su walkie talkie.
—Muy bien, estoy yendo a toda velocidad. Estén listos.

Una rampa previamente colocada en la carretera era su objetivo. Se preparó para saltar cuando el carro estuviera en el aire.

—Aparte, no es mí estilo.

El sonido de un águila retumbó en el lugar. Parecía todo suceder en cámara lenta. Estaba parado en el capó del carro, esperando hasta el último momento, sintiendo su corazón retumbar sin cesar.

Y llegó el momento. Abrió el paracaídas y se dejó llevar. Vio la increíble explosión del carro y se permitió disfrutar el momento. El auto azul metálico ya desgastado lo esperaba abajo.

— ¡Cojan las cámaras! —ordenó uno de sus alfas amigos—. ¡Vamos, vamos!

Dos betas saltaron del carro y se apresuraron a captar el aterrizaje. Nick no pudo hacer más que reír al ver a su amigo bajar.

—Moraleja, ¡no seas un imbécil, Dick! -exclamó Harry.

Guardaron las cámaras y lo ayudaron a sacarse el equipo de encima.

—¿Tienen las cámaras, chicos?

—Sí, ya está todo, vamos, vamos, vamos.

Todo listo y triunfantes, arrancaron el auto.

— ¡ADIOS IDIOTAS! —les gritó Nick a los polis arriba en el puente, quienes obviamente, no lo escucharon.