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Aquí me encontraba, acabábamos de llegar a nuestra nueva casa. Papá y Mariam me habían mostrado en detalle la que se suponía se convertiría en mi nuevo hogar. Me parecía muy surrealista. La casa era demasiado grande para 3 personas y se encontraba en un sendero un poco alejado de la ciudad, pude observar que había varias casas más pero estamos bastante separados unos de otros ya que la propiedades son grandes y lujosas. No en vano todo el mundo habla de Aspen y sus lujos.

Después de ver la casa que tenía 4 habitaciones (cada una con baño), una sala de televisión, una piscina interna, una cocina amplia, un baño para visitas y no se que habitaciones más, subí a mi habitación con la que excusa de que estaba cansada y quería descansar. Escogí una que tenía un balcón y unas vistas preciosas hacia la montaña. En esta habitación puedo poner todo lo que quiera, es casi del tamaño de nuestro antiguo apartamento en New York y es solo mi cuarto!

Empiezo a desempacar mis cosas personales. Si hay algo que no me gusta es dormir en un cuarto en el que todo está empacado aún, y como tengo tanta practica no me supone tanto tiempo como antes.

Hemos llegado cinco días antes de que empiecen las clases. Se supone que cursaré mis dos últimos años de Colegio aquí en Aspen. Estoy acostumbrada a ser la chica nueva pero tengo cierto temor porque siempre lo he enfrentado todo con Mateo, mi protector y amado hermano, pero este año él no está aquí, también inicia una nueva etapa, su Universidad. Llevábamos años mudándonos por todo el país.

Soy de Arizona, ahí crecí hasta que cumplí 5 años porque mis padres hicieron de ese su hogar. Luego mi madre enfermó, un tumor en el cerebro, y todo se complicó. Nos mudamos a California donde mis padres invirtieron todo su empeño, dinero y fuerzas en que mamá se apuntara en un procedimiento experimental y superara su enfermedad. Lamentablemente 2 años después murió. Perdió la batalla. Mi padre se sumió en la tristeza. Era médico general, no se había especializado y se lamentaba todos lo días no haber podido hacer nada por mí madre. La había perdido y quedaba con dos hijos a cuestas, un niño de 9 años y una niña de 7 años. Después de su luto, nos mudamos a New York donde vivimos por espacio de 2 años en lo que mi papá se especializó. Quizo hacerse neurocirujano para honrar a mi madre.

De ahí nos mudamos a Florida donde le dieron la oportunidad a mi padre de desempeñarse en su nueva área y ahí vivimos por espacio de 3 años donde, gracias al entusiasmo y el esfuerzo de mi padre, logró ser reconocido en su área y solicitado por el hospital de Iowa, el que se convirtiera en nuestro nuevo hogar durante los últimos 4 años. Ahí papá conoció a Mariam y se permitió una nueva oportunidad.

Él nos comentó sobre ella y nos dijo que no pretendía hacer que Mariam suplantara a nuestra madre y eso lo sabíamos. Yo tenía 13 años y Mateo 15 cuando Mariam llegó a nuestras vidas. Nos llevamos bien con ella, es muy simpática y alegre por lo que Mateo y yo siempre la respetamos y le empezamos a tomar cariño. Papá volvía a estar alegre como antes y eso era lo que más nos importaba.

Siempre supe que papá no podría recuperarse muy bien de lo mamá. Se habían amado mucho y ahora que podía volver a rehacer su vida, no podíamos negárselo. Por eso, cuando me comunicaron que nos mudaríamos de nuevo y que vendríamos a Aspen no pude negarme tanto como quería.

Y no solo por eso, no, también tengo mi parte egoísta. Estaba teniendo problemas con Tiffany, mi "mejor amiga", se estaba poniendo celosa porque el chico que le gustaba, Leo, me hablaba a mí y ella decía que él estaba verdaderamente interesado en mí. Todo empezó porque Tifanny me pidió que le hablara para que lo contactara y después los presentara, así lo hice pero parece que Leo se tomó mi acercamiento como que yo era la interesada, todo culpa de Tifanny pero al final yo era la culpable. Reñimos mucho y cuando le dije que debía mudarme a Aspen, juraría que vi cierto alivio en sus ojos que me hirió profundamente. Llevábamos 4 años de amistad, de ser inseparables, se suponía que debía extrañarme y llorar conmigo pero no hubo nada de eso. Se despidió de mí con una sonrisa en su rostro y diciéndome que me mantuviera en contacto.

Cuando termino de desempacar y de hacer mi cama, que para mi gusto es matrimonial y muy cómoda, me siento en el marco de la puerta, no quiero salir al balcón por hoy, ya es tarde, y desde aquí puedo mirar las estrellas. Me gusta hacerlo, me gusta pensar que mi madre es la estrella que más resplandece en la noche anunciando que me está vigilando y que me cuida.

La chica nueva y el chico de ojos doradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora