Más fuerte que tu (2da Temp.)(Carl Grimes y tú)

Capítulo 12

-¿Cómo sé que no estás mintiendo? -.

- Siempre supiste que no eras mi hija, pero si la de tu estúpido padre, ¿qué no ves? Ya está muerto -Sabía perfectamente que ese asunto me debilitaba- Pero yo seré la afortunada de contartelo.

- Si no bajas el arma, no sales viva de aquí. Y tú me necesitas para eso-.

Varios segundos después sin responderme, bajó el arma de mi cráneo y pude darme la vuelta para mirarla a los ojos.

- Vas a curar a mi hija, ahora -Miró al simio inconsciente que empezaba a sangrar.

Tomé la navaja de mi bota y me acerqué a ella.

- ¿¡Qué mierdas crees que haces?! -Se enojó.

La puse boca arriba, la niña no parecía tener señales de vida. Empecé a limpiar la zona herida, ¿tanto había sido el golpe que no deja de sangrar?

Sujete la herida tratando de cerrarla, entonces con la navaja corte parte de mi brazo y dejé que la sangre cubriera la herida. Poco a poco de empezó a cerrar.

- Listo, ahora cuéntame -Me senté en el sillón que había en la sala.

- No, no. Primero nos sacarás de aquí, entonces ya te lo diré, no seas tan maldita como para romper nuestro trato -.

Rodé los ojos, tenía pensado acabar la vida de las dos, pero saber sobre mi verdadera madre me trae ansiosa. Aún así, me siento estúpida por haberle creído.

Me paré y me asomé por la ventana, la colmena estaba repleta de caminantes. Aunque tenía una idea.

- Mejor así -Le hablé-, manda a tu hija como carnada hasta salir vivas de aquí -Le sonreí burlona.

- Saca esa estúpida idea de tu cabeza y comienza a idear un maldito plan antes de que todo esto a vuelva mierda. -Se alteró. Caminé lentamente solamente para hacerla enojar aún más. Y lo conseguí.

- Trae las sábanas de la cama - Caminé hasta la puerta principal.

- ¿Por qué debería de hacerte caso? ¡Tu deberías de obedecerme!-.

La miré furiosa, no puede dejar su ego de maléfica por ningún lado.

- Obedece si es que quieres salir viva de aquí -Mi enojo se acumulaba al ver que Clarissa no se movía.

A zancadas subió las escaleras mientras murmuraba cosas.

Tomé mi cuchillo con la mano derecha y con la izquierda sujetando la perilla de la puerta principal. La abrí dejando entrar los pocos caminantes que habían.

Todos ellos querían engancharse a mí pero se cayeron entre ellos. Cerré la puerta evitando que alguien más entrase y comenze a destripar a los caminantes cuando Clarissa ya había traído las sábanas.

[...]

- No creo que esto funcione. - Clarissa se tapó la nariz por el olor a muerto que traía.

- Si no te gusta, busca otra forma de salir de aquí.-Su expresión mostraba enojo por el comentario.

Empezamos a caminar entre los caminantes con cautela, varios de ellos nos miraban pero ignorando nos.

La casa en la que estábamos estaba muy cerca de la salida, así que hacía más fácil el trabajo.

- Esto es una estupidez.- Escuché susurrar a Clarissa disgustada.