La cabaña

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[Capítulo editado 04/02/2021]



[Capítulo editado 04/02/2021]

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[Elisabeth]

Me quedé parada en la cabina, mirando la pared e intentando calmarme. Todavía podía sentir su sangre en mi boca, dios mío, era lo mejor que había probado nunca. Le salvé la vida dos veces ya, ¿por qué? aparte de que alguien con una sangre así no debe morir y que me recordaba a alguien, sentía algo por aquella mujer, quizás compasión? Conocía muy bien a Greg, y sabía que ese no era su lugar, ella era un lobo de verdad y si ese cabrón la descubría la utilizaría como carnaza. Nadie tiene que descubrirla, y de eso yo misma me encargaría.
Salí del baño y volví a la mesa para terminar esa reunión estúpida cuanto antes, no íbamos a tener negocios con esos humanos. Cuando por fin se marcharon  pude decirle muy sería a Felipe:
- Quiero que averigües donde vive la mujer que acaba de estar aquí. Es muy importante.
- ¿Por qué es tan importante? - preguntó con asombro - si es solo un perro.
- ¿Te he defraudado alguna vez hermano? ¿No verdad? Confía en mi, solo quiero que averigües donde vive.

Volví a casa y como cada día, antes de hacer nada tuve que volver a cambiar en vendaje del hombro, no entendía por qué no sanaba su mordisco. Terminé con mucho sufrimiento ya que llevaba décadas sin sentir el dolor, y me fui a mi despacho para trabajar un poco, la noche era joven.
Ya por la mañana Felipe me envió un mensaje con una dirección.
- Buen trabajo - susurré - Ahora ya puedo darle una respuesta a Greg - sonriendo agarré mis llaves y bajé por el coche.

Llevaba media hora dando vueltas por el bosque, los lobos y su tontería de vivir entre los árboles. Me empezaba a cansar hasta que en un claro al lado del río pude ver una pequeña cabaña.
- Espero que sea esa - dije enfadada.
Me acerqué a la puerta y le di un par de toques. Escucho movimientos dentro, y después la puerta abrirse: doy instintivamente un paso hacia delante pero alguien me da un portazo. Suelto un quejido porque me dio justo en el hombro. Incorporándome rápido abro la puerta de una patada tirando a alguien al suelo, a Ana.
- Joder, anoche te salvo la vida y ¿así me lo agradeces?- dije furiosa, todavía podía sentir el agudo dolor muy cerca de mi cuello.
- ¿Qué haces aquí?¿Como me encontraste? Te pido por favor que te vayas - se la notaba asustada.
- El cómo no importa. Estoy aquí para darle la respuesta a Greg, dile que está vez la reunión se celebrará en mi territorio y ... -paré porque vi como sus ojos se ponían azules. Me tensé preparada para su ataque.
- Estas sangrando - dijo con voz ronca. Miré mi hombro y así era, la sangre había manchado la blusa.
- ¡Esto es tu jodida culpa! - grité agarrándola por el cuello y empujándola contra la pared - ¿por qué no se cura? Dime como hacerlo o te mato aquí mismo.
- Solo yo podría, es igual que con vampiros, solo la saliva - tartamudeo.
- Muy bien - la solté y muy decidida me quité la blusa - cúralo, me la debes por lo de ayer - ella no se movió - ¡Cúralo! - pero ella no se movía - Por favor...- incluso después de suplicar ella seguía sin responder. Me estaba dando la vuelta para irme cuando siento que me agarra del brazo.
- Puedo pero no es solo lamer como tu ayer, debo morderte para succionar el veneno-la miré horrorizada- sí, es veneno, y te dolerá mucho.
- Me da igual, acaba con esta tortura - Dije con la poca voz que me quedaba.
Me llevo a una cama alta típica de hospitales, se veía que curaba a menudo. Me tumbó y me volvió a preguntar.
- ¿Estas segura de hacerlo sin anestesia? No se si hay algo que te pueda ayudar para aguantar el dolor.
- Hazlo y punto - asintió y cerro los ojos, para después abrirlos y revelar ese azul celeste tan característico de ella. Se acercó a la herida y sin perder el tiempo clavó sus dientes justo en la herida. Solté un grito tan fuerte que tuve que agarrarme a algo y clavarme las uñas sin darme cuenta de que era su brazo. Se quedó quieta con los incisivos dentro y me miró.
- Sigue - y ella empezó a succionar. Notaba como la sangre se movía mas rápido de lo normal por mis venas, como me ardía. No paraba de gemir de dolor y ella no apartaba su mirada de mi. Pero entonces algo cambió, algo que hizo que en vez de dolor empezara a sentir placer. La miré y vi como succionaba con fuerza, ya no había veneno y ella simplemente bebía mi sangre.
- Para - ella cerró los ojos y clavó más sus dientes - ¡Para!- tuve que empujarla, chocando ella contra la pared.
- Lo siento yo...
- Ya está, termina de cerrarla y me voy - volvió a acercarse con algo de miedo. La agarré de la camiseta y la acerqué mas rápido. Ella tragó saliva y empezó a lamer la herida. Por fin pude relajarme después de una semana de tortura, ya no sentía dolor, solo su lengua y sus labios moviéndose lentamente sobre la herida. No pude aguantar y solté un gemido sin querer. Ella paró en seguida y me miró.
- Se llama excitación cachorro, ¿o no sabes lo que es? - me levanté de un salto y la aprisioné entre mi cuerpo y la pared - ¿No lo sabes?
Bajé mi mano por su costado, hasta su cintura mientras me acercaba a su cuello. Agradecí que llevase pantalón deportivo, así que simplemente metí mi mano . Ella seguía sin moverse. Acaricié sus muslos con una suave caricia provocando un efecto en su piel que me dejó más que satisfecha. No aguanté más y puse la mano sobre su zona intima por encima de su ropa interior, acariciándola suavemente. Ella empezó a jadear y respirar con dificultad, y cuando estaba a punto de soltar un gemido le di un beso en su yugular, dejándola petrificada y sin aire. Podía escuchar su sangre, la podía oler, podía sentir ese sabor en mi boca.
- Esto, se llama excitación mi cachorro, nos pasa a todos, no solo a vampiros. Que tengas un bonito día - tras dejar un rastro húmedo en su cuello me fui hacia la puerta, y mientras la cruzaba pude ver como Ana lentamente se deslizaba contra la pared hasta sentarse en el suelo. Su mirada estaba perdida.

 Su mirada estaba perdida

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