[Capítulo editado 04/02/2021]
[Ana]
Seguía apoyada en la pared de aquella cabina recuperándome del trago de sangre de la vampiresa que tenia delante, la cual por cierto no paraba de mirarme, lo que impedía calmar mis nervios.
- ¿Un poco más? - rio Elisabeth extasiada, no se si lo deseaba más ella o yo. La veía demasiado feliz así que decidí quitar esa sonrisa presumida de su preciosa cara.
- No gracias, creo que he tenido suficiente. Pero creo que podría devolverte a ti el favor y ofrecerte mi cuello, ¿Qué te parece?
La sonrisa de Elisabeth fue desapareciendo poco a poco hasta fijar su mirada seria en mi.
- No bromees con eso, sabes cuanto lo deseo y sabes por qué no puedo hacerlo.
- Venga vamos, se que no me harías daño y que podrías parar sin problema. Además, si noto que te estas pasando te apartaré yo misma - le dije guiñándole un ojo.
- No podrás apartarme, tengo más de trescientos años, no podrás hacer nada contra mi - me contestó.
- Con mayor razón, tienes trescientos años y podrás controlarte sin problema, solo tienes que superar lo que te pasó y dar el paso. Muérdeme Elisabeth.
- Ana no es una buena idea - sentenció ella dándose la vuelta con la intención de abandonar aquella cabina, pero en un movimiento rápido intercambie nuestras posiciones quedando ella contra la pared.
- Tu de aquí no te vas - susurré decidida acercando mi cuello a sus labios. Pude notar como su respiración se volvía más profunda - Confío en ti Elisabeth, y quiero que me muerdas - supliqué, estaba decidida a averiguar que se sentía al ser mordida en el cuello por un vampiro, y mas por uno tan hábil como Elisabeth.
Me quedé en esa posición esperando algún movimiento, el cual tardo mucho en llegar pero al final llegó. Sentí caricias en mi espalda baja, dedos indecisos que no sabían que hacer, pero que finalmente subieron por mi columna hasta mi pelo. Sentí como cogía aire contra mi cuello, intentando atrapar cada partícula de mi olor mientras apretaba mi pelo y tiraba de el descubriendo mi cuello.
- ¿Estas segura lobo? - gruño suave contra mi cuello mientras empezaba a repartir besos húmedos sobre mi yugular haciendo que esta palpite de excitación. Suspiré en respuesta, no estaba segura de poder hablar en ese preciso momento.
Los segundos parecían horas y me estaba empezando a desesperar cuando volví a escuchar su voz.
- Allá voy bombón - me avisó, para acto seguido de manera suave y hábil sentir sus dientes clavarse en mi cuello. Apenas sentí dolor, y no sabía si todos los vampiros mordían así o si Elisabeth era si de hábil. Lo que sí sabia era lo que me hacía sentir. Sentí la sangre moverse más rápido en mis venas y mi corazón bombear como loco. Sentí como se calentaba más y más, y parecía que toda la sangre hacia malabares cada vez que pasaba por la parte baja de mi cintura. En algún momento empecé a gemir junto a Elisabeth que parecía disfrutar igual o más que yo, hasta que se separó y mi cuerpo lloró de desesperación.
Mis piernas temblaban, me costaba mantenerme en pie y ella se dio cuenta de ello, pues intercambió nuestros sitios quedando yo apoyada contra la pared con sus brazos sujetándome.
- Delicioso Ana, tal y como me esperaba, simplemente sublime. En mis trescientos años ya probé sangre de un lobo como tú, pero esto es otro nivel - susurró conmocionada masajeando mi pelo - Vas a tener difícil el desprenderte de mi ahora - lamió mi herida del cuello que aun estaba abierta, volviendo a gemir al probar las ultimas gotas que dejaban escapar los dos orificios antes de sellarlos con su saliva.
- Bueno, ¿has visto como eres una niña grande que controla? - saqué fuerzas para bromear, aunque lo único que deseaba era una cama y cerrar los ojos.
- ¿Vamos a casa? - me sugirió al ver como me pesaban los parpados
- ¿A que llamas tu casa, señorita Black?
- Te contestaré a esa pregunta dejando claro que no tengo intención de dormir en una maldita cabaña, así que saca tus propias conclusiones - contestó sentenciando el tema con un casto beso en mis labios - Nos vamos.
[Elisabeth]
Conducía bajo la lluvia con una sonrisa boba en la cara mientras la razón de mi felicidad estaba dormida en el asiento a mi derecha. Volteé a mirarla unos segundos antes de volver la vista al frente divisando ya la entrada a mi casa. Abrí la puerta con el mando y metí el coche en el garaje. Salí del coche y esperé que la otra puerta se abriera pero solo hubo silencio, por lo que me agache y vi que Ana ni se había inmutado y seguía dormida. Sonreí dando la vuelta al coche y abriendo la puerta del copiloto. Esperé unos segundos a ver si se movía pero ni así se despertaba, así que decidí cargarla en mis brazos, cerrando como pude la puerta del coche con el pie. Mientras subía las espaleras pude ver las dos marcas de mis dientes que estaban a punto de curarse del todo, pero que todavía dejaban escapar por sus poros ese olor tan delicioso. Sentí como mis ojos volvían a ser carmesí por aquel olor, por lo que aceleré el paso y deje a Ana en la cama lo antes que pude. Cuando estaba por alejarme de la cama sentí una mano agarrando el borde de mi blusa.
- ¿A donde vas chupasangre? - no sabía si cabrearme por ese atrevimiento o reírme. Decidí tumbarme encima suya y clavar mi mirada carmesí en la suya.
- ¿Quieres que te enseñe que hacen los chupasangre? - sugerí intentando parecer seria. Me acerqué al sitio que hace poco probé y le di un mordisco pero si abrir la piel - Como buena chupasangre que soy me gusta chupar ¿sabes?
- Cuando quieras... .
- Me guardaré esas palabras tuyas para más tarde, mientras tanto - me incorporo para mirarla a las ojos - ¿te apetece compartir conmigo un cigarro de buenas noches? - pregunté y sin esperar respuesta me levanté para coger la cajetilla que estaba en el sillón. Volví a la cama y vi que Ana ya se había quitado su camiseta, por lo que aproveché e hice lo mismo con mi blusa. Encendí el cigarro y volví a la posición de antes, encima de Ana.
- No he fumado nunca, pero supongo que te acompaño - sonrió ella intrigada mirando como se quemaba el tabaco mientras le daba una fuerte calada.
- Abre la boca - ordené. Ella, como siempre, obediente entreabrió sus labios. Cogí otra calada y solté el humo en su boca mientras buscaba su mirada con la mía. La encontré de un color azul celeste, haciendo que los míos vuelvan a estar carmesí. Volví a coger otra calada y repetí la acción. Entre miradas y risas nos fumamos otros cinco cigarros.
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Red Moon
Romance[ACTUALIZACIONES LENTAS] *Contenido adulto* Elisabeth-una hermosa y elegante mujer vampiro,jefa del Clan del Norte y dueña de un par de clubs nocturnos de prestigio.Tiene mucho asco hacia los lobos,los odia,pero debe compartir territorio para poder...