Abuela

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[Capítulo editado 04/02/2021]




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[Ana]

Después de un par de días recuperándome en la casa de Elisabeth tuve que volver al bosque. Necesitaba enfrentarme a la realidad, aunque aun no entendía que tipo de realidad estaba viviendo: yo, perseguida por unos locos, Elisabeth con el aire de héroe que quiere protegerme, Greg odiándome. Necesitaba ir a algún lugar lejano, pensar, tranquilizarme. Conocía un lugar así.

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Me bajé del avión y me sentí en casa, solo por el aire que se respiraba. Noruega, como amaba este país, sus bosques, su aura, era el sitio donde vivieron todos mis antepasados, donde ahora vivía mi abuela, seguro que ella me ayudaría.
Después de horas y horas entre coche y coche por fin llegué a un pueblecito cerca del Cabo Norte. Vaya, todo seguía como lo recordaba: casas viejas de madera, callejuelas de barro, nadie te mira, nadie escucha, todos te ignoran, justo lo que necesitaba. Ahora tocaba cruzar el bosque hasta el pequeño claro al borde de un acantilado, donde echaba raíces nuestra casa desde hacía siglos, donde nacieron varias generaciones de lobos, pero solo yo abandoné el caliente refugio queriendo algo más de esta vida. Toqué la puerta y la abrí sin esperar respuesta, ahí estaba, mi abuela Luci, con sus ojos verdes como el pasto, lo que hizo acordarme de otro par de ojos verdes.

- Ana - susurró

-Abuela.

- Bienvenida a casa hija - dijo abrazándome emocionada. Le devolví el abrazo y me derrumbé. Rompí a llorar como una adolescente.

- Tranquila - susurró - sea lo que sea que te haya pasado Nix nos ayudará.

- ¿Nix? Abuela déjate de leyendas, ahora no es el momento de fantasear - Nix, la Diosa de la noche, la madre de los lobos. Cuentan las leyendas que entregó su alma a la noche para salvarnos a todos, y ahora nos acompaña siempre en forma de luna.

- No digas eso hija, ella siempre esta con nosotros - no dije nada más, acababa de llegar a casa después de diez largos años y no quería perder tiempo en palabrerías sobre una leyenda.

- Tengo tantas cosas que contarte abuela - dije después de un rato mientras la miraba - Es muy complicado.

- Todo tiene solución.

- ¿Por qué no nací tan optimista como tú? - por fin nos sonreímos, y me di cuenta que no sabía como había podido vivir sin ella durante todos estos años.

- ¿Por qué no nací tan optimista como tú? - por fin nos sonreímos, y me di cuenta que no sabía como había podido vivir sin ella durante todos estos años

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