Nix

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[Capítulo editado 04/02/2021]




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[Ana]

Estuvimos hablando durante horas y horas, le conté absolutamente todo, incluso lo de Elisabeth.

- Bueno - susurra reflexionando - No se por que tuviste que irte de aquí.

- Abuela no empieces...

- No empiezo nada, pero esto es algo muy peligroso, algo realmente peligroso. Tu no puedes andar por ahí como si nada, por muy fuerte que tu te veas no eres mas que una adolescente ¿entiendes? - se levanta poniéndose su grueso abrigo de piel oscura - Acompáñame, es casi medianoche.

- ¿A donde vamos a estas horas abuela? - pero no obtuve respuesta, ella simplemente salió, y tuve que ponerme rápido mi chaqueta y seguirla.

No pregunté nada más durante el trayecto porque sabia que ella no me iba a contestar, esa era mi abuela, cuando estaba concentrada en algo o planeaba algo no se la podía interrumpir. Después de un rato, un largo rato llegamos a una especie de claro.
- Es precioso...- susurré porque así era, estaba lleno de margaritas blancas, parecía nieve, y me agache para rozarlas suave con mis dedos.

- ¿Qué hacemos aquí abuela? - pregunté ausente, embobada con aquel pequeño paraíso.

- Es hora de que hables con ella.

- ¿Hablar con quien?

- Silencio - me interrumpió ella - Ven aquí - me cogió del brazo y me guio hasta el centro de aquel claro - Quédate aquí y cierra los ojos.

La obedecí sin protestar aunque aquello me estaba cansando ¿Qué demonios hacíamos en medio del bosque? Entonces escuché como mi abuela se alejaba unos pasos, empezando a hablar en un idioma desconocido para mi, pero que sonaba a antiguo y tuve la sensación de que en algún momento de mi vida hablé aquel idioma.

Aparté aquellas ideas cuando sentí algo, como una ola de aire cálida, como si el sol me estuviera acariciando con sus rayos. También sentí paz, sentí cariño, incluso amor ¿Qué estaba pasando?

- Hija...abre los ojos - me ordenó una voz, una voz suave, una voz que me hizo sentir cosquilleo, y no era la voz de mi abuela. Lentamente abrí mis ojos, encontrándome con otro par muy claros. Era una mujer, de pelo negro como la noche misma, con rasgos muy femeninos y suaves, ojos azul celeste y una sonrisa tímida. Llevaba una túnica blanca y muy fina, que le llegaba hasta sus pies, los cuales por cierto no tocaban el suelo.

- No puede ser...-susurré alucinada, esto no podía estar pasando.

- Soy Nix, la Diosa de la noche, la madre de los bosques y de los lobos.

- Yo soy Ana - soy imbécil también, dios Ana estas hablando con una diosa claro que sabe quien coño eres.

-Lo se hija, tu abuela me habló mucho sobre ti - echa un vistazo a mi abuela, la cual baja la mirada avergonzada, pero sonriendo - Aunque siempre he estado pendiente de ti, de todos - sonrió con ternura, transmitiéndome amor, un amor maternal que hacia tantos años que no sentía.

-Yo...no se que decir, solo te pido bendición para poder superar esto.

- Me temo que con la bendición no bastará Ana, solo sigue tu corazón, es tu única salvación - se acerca a mi unos pasos, hasta quedar enfrente de mi - Extiende tu brazo hija - la obedezco dejando al descubierto mi piel. Levanta la mano con suma lentitud, acariciando la piel expuesta con sus finos dedos. De pronto una de sus uñas se vuelve roja, y en un movimiento ágil, trazando curvas y líneas, deja un dibujo rojo , como un tatuaje sobre mi brazo.

- Esto, es una runa, con ella podrás llamarme cuando me necesites.

- ¿Por qué hace eso? ¿Por qué le da un pase libre a una adolescente para llamarla por sus problemas que a pocos le importan?

- Tu problema es mucho mas grande de lo que crees, lo descubrirás con el tiempo, salvaras vidas inocentes si lo haces bien pero hasta entonces, buena suerte Ana...- se despidió no sin antes inclinarse y darme un casto beso en los labios, desapareciendo al instante.

Lo ultimo que recuerdo es a mi abuela arrodillada junto a mi, rezando en un idioma que no entendía...¿o si?.

¿o si?

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