El aroma a césped recién regado inundaba sus pulmones, una fresca mañana de otoño acompañaba ese aroma con suaves vientos.
Hace ya casi una semana recibió la llamada de ese albino, ese albino de sonrisa angelical que le decía que ya tenía en su poder a su hija, que fuera a buscar el dinero y se desapareciera de la faz de la tierra como se había planeado hace años.
Ahora... él, Obito Uchiha, caminaba por el cementerio. El lugar al que iría en algún momento, quizá antes de lo que piensa... o mucho después.
Vestía completamente de negro, una chaqueta de cuero negro, pantalones de vestir negros igual, zapatos y camisa.
No iba a visitar la tumba de algún colega que haya muerto, ni siquiera la tumba de su amada Rin... sino, de su esposa. Oh, esa pobre mujer que le amaba, aun siendo el monstruo que era, ella lo amaba con toda la suma de sus fuerzas.
Seguía sin comprender por qué ella le amaba, porque ella le eligió... porque dejo una buena vida para unirse a él, un demonio que nunca hizo nada más que lastimarla de las peores maneras.
Desde el constante maltrato, la violación, las infidelidades, los golpes... todo el daño que le hizo... y ella murió con una sonrisa, diciendo que aun a pesar de todo eso, le amaba. ¿Estaba loca esa mujer? ¿O estaba obsesionada con él?
Preguntas que no podrían responder, preguntas de las cuales no estaba seguro si quería una respuesta realmente.
Observo la rosa escarlata que llevaba en su mano, ese día... era el día de su aniversario y por cociente el día de su cumpleaños. El día en que aquella hermosa y bondadosa mujer le acepto como esposo.
Casi podría recordar ese día, casi recordaría cada detalle sobre cómo fue. Por poco y reía, tan solo recordarse en esos días, le hacía reír. Su buena actuación, su encanto, todo fue perfecto ese día que le juro amor eterno. Si la pobrecilla hubiera sabido antes lo que le esperaba a su lado, ella misma se abría opuesto a su unión.
Sin embargo aquella sonrisa se borró, al momento en que sintió un amargo sentimiento viniendo de ese órgano que trasmite sangre. Esa mujer... esa mujer fue capaz de hacerlo sentirse vulnerable más de una vez, fue capaz de hacerlo sonreír, de mostrarle otro lado de la vida.
Ella le hizo feliz en su momento.
Pero, él era un monstruo que no pudo controlarse y termino por ahogar a esa mujer que le siguió, esa mujer que respeto con su vida ese juramento de estar con a su lado en buenas y malas... al final de todo, la hundió en la misma porquería de la él salió, corrompió y asesino a ese ángel.
Sus pasos se detuvieron al momento de ver la tumba de su difunta esposa. Se inclinó con la rosa en la mano y la coloco sobre el césped húmedo delante de la lápida.
Las letras del epitafio desgastadas por los años y la naturaleza misma. Se quedó en silencio, mirando la lápida, con el nombre de su mujer, su apellido y el epitafio.
"Un ángel que regresa al cielo"
Leyó parte de lo que decía. Cada año... era lo mismo, salía de casa sin decirle nada a Naemi, y llevaba una rosa escarlata a la tumba de su mujer, se quedaba de pie pensando en muchas cosas, con la ilusión de poder hablar con ella una sola vez más.
Unos pasos se escucharon cerca suyo, por la forma en la que caminaba sabía que no era alguien de peligro, y la gran mayoría de sus enemigos conocían la historia que él contaba a su hija... todos sabía que la niña de Obito Uchiha era el error con una prostituta que murió por sobredosis tras dar a luz a la pequeña.
Por lo tanto, la única persona además de él que sabía dónde estaba enterrada, era Kakashi.
El peli-gris paso de él, con un ramo de doce rosas rojas, perfectamente florecidas que desprendían un aroma único y relajante. Kakashi se inclinó a dejar las rosas junto a la que Obito había dejado, y retrocedió hasta quedar a la altura del pelinegro.
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Unhealing Person
FanfictionEn el mundo existe una delicada línea entre el amor y la obsesión, entre la locura y la demencia. Dos chicos quebrados hasta el alma, vacíos y llenos de dolor. Hundidos en la oscuridad, emergiendo como demonios. Dos chicos, que buscaban a dos ángele...