Chapter XXI: Enferma

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¿Qué pasaría si sus Padres se llegaran a enterar de lo que sentía por aquel criminal? ¿Qué pasaría? Lo más seguro es que le enviarían a un sanatorio mental hasta que estuviera mejor, hasta que su mente dejara de estar "Enferma"

¿Que es la locura?

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Estaba en una habitación. De paredes blancas y acolchonadas. Usando una camisa de fuerza que cubría hasta la mitad de su muslo a conjunto de unos pantalones de lana blancos. Las luces irradiando una luz tan brillante que le cegaba de momento.

Estaba acostada, en medio de aquella habitación, mirando hacia una de esas paredes.

El chirrido de la puerta siendo abierta resonó con fuerza en esa habitación, pero ella no presto atención.

-Oh... ¿otra vez dormida?—Hablo la persona que estaba entrando. A juzgar por su tono de voz, debía ser una mujer madura. —Tengo que darte tu medicina—

Solo por esas palabras, ella se levantó como pudo quedando sentada sobre el suelo, ladeando su cabeza, y mirar a esa mujer.

Bajita, rechoncha, de cabellos negros recogidos bajo ese gorro blanco característico de las enfermas. Ropas blancas, a excepción de aquel delantal blanco que llevaba manchas de sangre. La mujer tenía un carrito detrás de ella, mismo del cual tomo las medicinas que le correspondían.

-Aún sigo sin creer, ¿Cómo una hermosa jovencita como tú, ha terminado en un lugar como este?—Expreso.

La mujer, aun si rostro, le dio las medicinas en ese vaso de plástico y después le ayudo a tragarlas con el vaso de agua que sostenía en su otra mano.

-No debes amarlo—Hablo la mujer. —No debes amarlo—

Un dolor, como si un cuchillo entrara en su pecho, le hizo sentirse sofocada. ¿Por qué le decía eso tan repentinamente? ¿Y de quien estaba hablando? ¿Era esa persona la causa por la que estaba en ese lugar?

-Tienes mucho futuro por delante... Hinata—Volvió a hablar. —No lo eches a perder por él—

Sus ojos perlados le confrontaron con miedo. Solamente para ver que el rostro de esa mujer era un espejo, donde podía apreciarse. Sus cabellos mal cortados, cuya altura no pasaba de sus hombros. Sus ojos hinchados, sus mejillas enrojecidas y su piel sucia y pálida. Más pálida de lo normal. Lucia tan deplorable.

-Recuerda... lo que te hizo—

Un cambio radical de escenario le llevo hasta esa alcoba, de ese lugar. Ese lugar donde Sasuke le tomo a la fuerza. Pero esta vez que lo veía... lucia diferente. Sus ojos eran rojos, y llevaba una sonrisa digan de un homicida.

-Hinata...--

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Despertó, con su cuerpo sudoroso, su corazón latiendo ferozmente y esa horrible sensación de pánico que quería apoderarse de su cuerpo.

Al darse cuenta de que estaba en casa, se tranquilizó. Pero no pudo hacerlo del todo. Eso era a lo que tenía miedo... volver a odiar y temer a Sasuke.

Un día...

Recordó las palabras de Sasuke, sabía que tenía que llegar, sabía que debía llegar o terminaría por sucumbir y regresaría a esos sentimientos de odio y rencor que tanto le costó erradicar... todo para amarlo.

Un día...

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Tras calmarse volvió a dormir un poco más, para levantarse con buen humor y disfrutar ese día. Todo fue normal, se levantó a tomar una ducha. Bajo a desayunar, ayudar a su Madre en los quehaceres domésticos, ayudo a su hermana con sus tareas, y paso el resto de la tarde en el jardín, disfrutando la brisa fresca que anunciaba el invierno y oliendo aquel encantador aroma de las flores que estaban en ese lugar.

Unhealing PersonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora