8. Gracias.

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Me desperté con los párpados pesando como acero. Dios, ni recordaba que había ocurrido. Vi a mi alrededor un cuarto desordenado ¿Eso es un unicornio de peluche? Me incorporó y veo que estoy en ropa interior, vendada en el hombro y abdomen donde me dispararon. Me levanto para averiguar donde carajo me encontraba. Aunque tenía la débil sospecha de que el que hizo esto fue el enmascarado. Pero...¿Dónde estoy? ¿Su casa? ¿Su dormitorio? ¡¿Su cama?! Me asomo a la puerta y una mujer de tez morena me sobresalta.

-¡Maldición!-Exclamó con una mano en mi corazón y los ojos cerrados con pánico.

Ella frunce el ceño mirándome de pies a cabeza. Analíticamente, con la vista cubierta por unos anteojos de sol ¿Porque usarlos en casa?

Es la chica que ese bueno para nada trajo ayer. Pobre prostituta, sale con el y termina con dispa...-pensó.

-¡Hey! Deten tu hipótesis, no soy prostituta.-digo con las manos en alto, negando con la cabeza.-y no saldría con el, tengo gustos y decencia.-dije asqueada con una mueca.

Ella suelta una risotada.

-¿Y la ropa de ayer que?-comento siguiendo su camino arrastrando los pies.

-¿Vas acompañarme a un té?-dijo con una voz autoritaria pero divertida.

Ladeo la cabeza y antes de salir de la habitacion le pregunto si tiene ropa que darme o donde quedó la mía. Ella me mira en el umbral de la cocina y sonríe.

-Es un no.-digo con la ceja arqueada.

-No mereces ropa cuando malgastaste mi noche de sueño con tus gritos.-dijo entrando a la cocina.

-¿Gritos?-pienso alterada.

-Cuando te quitaban las balas estando inconsciente ¿De que creías?-Dijo con una ceja levantada volviendo asomarse.

Me siento ruborizada. Maldición, es segunda vez que pienso mal con el. ¡Deja de hacerlo! Pareces una joven en plena pubertad. Además. Nota mental. Es un mercenario el cual te entrego a los malos. Al hijo de puta de Francis y Miller...aunque que lo no fueran ¡Falsa alarma! Suerte mía.

Busco en el cuarto del idiota algo que pueda ponerme. Ya que, supongo, mi uniforme ha sido arrojado a la basura. Encuentro una polera y me la coloco. Me siento avergonzada dado que no es mi casa. En mi defenza, Deadpool me trajo aquí por sentirse culpable ¡No lo se! Ni me interesa. Para no parecer tan atrevida le ofrezco ayuda a la señora.

Ella me pide freír los huevos para el desayuno mientras ella hace el café. Me arremango los puños y voy a trabajar en la pequeña tarea asignada.

Mientras los hacia ella me contaba que era ciega y que había aprendido hacer las cosa tal cual como si hubiera sido vidente.

-¿Eres su madre?-pregunto curiosa sin desconcentrarme de los huevos que están en su punto listo.

-¡Dios, no!-dice con falsa burla.-Soy una tonta que lo acepto por "hacendoso" ahora cargo con el como si fuera un niño de cinco años.-dice con melancolía.

La miro con una sonrisa nostalgica. Algo me dice que Al, que era como dijo que se llamaba, si lo quería como un hijo...o al menos eso pienso, o eso parece.

-¿Tienes hijos?-pregunto casi por inercia.

Ella guarda silencio y luego niega.

-Si los tuviera no tendría que cargarlo a él.-dice señalando la puerta por donde entra estrellándose con ella.

Frunso el ceño mirándola sorprendida ¿Cómo supo que entraría?

El me mira y por un instante no lo creo. Conviviendo con el enemigo me suena a una frase amarga e ironica.

GWENPOOL (Cancelada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora