Tomé una botella de agua y una bolsa de papitas, fui a la caja registradora y la señora "no me hables o te golpeo" me atendió. No la culpo, yo estaría igual si trabajara en un lugar tan horrible como éste . La señora me cobró y me dio mi cambio, iba contando mis monedas y al intentar salir del mini-super, alguien chocó con mi hombro y mis cosas cayeron. Escuché que la persona gruñó frustrada y el olor a su perfume me invitó a voltear a ver de quién se trataba pero mi enojó me lo impidió.
—Idiota— murmuré al ver que él no se preocupó en ayudarme. Levanté mis cosas y me fuí de ahí.
(...)
Toqué el timbre y esperé a que abrieran, me estiré un poco después de estar tanto tiempo sentada conduciendo. Sin darme cuenta mi mamá abrió la puerta, no lo dude ni un segundo y la abracé.
—Cariño, tanto tiempo— nuevamente me sentí viva.
—Hola mamá— se separó de mi, se limpió algunas lágrimas y sonreí.
—Te extrañé.
Nos adentramos a la casa, puse mi pequeña maleta en la sala y papá salió del baño.
—Hola hija— me abrazó y me dio un leve apretón —¿Cómo estás? Luces más delgada, ¿si comes?— me miró de arriba hacia bajo.
—Sí papá, no te preocupes, ¿tú estás bien?
—Sí, ahora que te veo sí.
—Me alegra mucho saber eso, ¿y Oliver?
—En su habitación con su esposa.
—¿Crees que pueda subir?— hice una señal hacia las escaleras.
—Claro nena, ésta sigue siendo tu casa— habló mi mamá y asentí.
Subí las escaleras y al llegar a la habitación de mi hermano toqué la puerta, una chica pelirroja y con algunas pecas en las mejillas abrió.
—Thea, sí veniste— ella me abrazó y solo sonreí.
—Hola Sam, ¿está Oliver?
—Se está bañando, ¿quieres pasar?
Negué —sabes que no me gusta invadir su privacidad. ¿Y Eder?
Ella se hizo a un lado y pude ver al niño pelirrojo que jugaba con algunos carritos.
—Corazón, mira quien vino a visitarte.
Él volteó y sonrió enormemente, vino corriendo hacia mi —¡Tía!
Me puse en cuclillas y abracé al pequeño —¡Pero cuánto has crecido! ¿Cuántos años cumples?— él levantó seis dedos —ya eres un niño grande
—Sí, papi dice que ya soy un hombrecito
—Papi tiene razón— le toqué la nariz.
Me levanté y ví que Oliver me observaba.
—Thea— se acercó a mi y me dio un corto abrazo —te extrañé, hermanita.
—Y yo a ustedes— me separé de él —¿Ya está todo listo? ¿La comida?
—Sí, no te preocupes, mi mamá ayudó— habló Sam.
—Oh, iré a saludarla.
Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina, al entrar, ví a un hombre no muy delgado, pude ver que se había ejercitado bastante ya que no traía playera, solo usaba unas bermudas. De ser el chico gordito pasó a ser el chico "mirenme porque soy guapo". Él me miró y sonrió.
—Hola Thea, cuánto tiempo.
Tragué saliva —Hola Jhon.