Thea
—Estoy feliz, Mare— sonreí enormemente.
—Me di cuenta con tu expresión— ella estacionó su carro afuera de mi departamento —, muy bien, llegamos.
—Gracias Mare— me despedí con un beso en la mejilla.
—Nos vemos mañana.
Asentí y bajé del carro, ella se alejó. Subí por el ascensor hacia mi piso, abrí la puerta del departamento y me quité los tacones, al instante mi celular comenzó a vibrar.
"Llamada entrante de Alex"
Contesté feliz —¿hola?
—Hola Thea
—¿Cómo estás, Alex?
—Bien, bien— su tono de voz era frío.
—¿Sucede algo?
—No, no, ¿estás en tu casa?
—Sí, ¿por qué?- pregunté dudosa.
—Lo lamento.
Sentí un escalofrio por el cuerpo —¿Por qué?
—Solo escucha— suspiró —. Lamento hacer esto, lamento cualquier cosa que dije, lamento hacerte creer que te amaba.
—Estás bromeando— reí pero sin gracia —, Matt te obligó a hacerlo, ¿verdad? Dime que Matt te obligó— mi mente tardó en procesar lo que él me estaba diciendo.
—Nunca he sido mas sincero en toda mi vida— y con esas palabras mi corazón se rompió.
—No— susurré y mi labio inferior tembló.
—Sigo enamorado de mi exnovia— cerré los ojos y lágrimas cayeron —¿Entiendes? Siempre la amé, solo te usé para olvidarla y no funcionó. ¿Escuchaste? ¡Fuiste usada! ¿En serio creíste que uno de los mejores cantantes de una banda muy reconocida saldría con una... Una secretaria? Ella es mucho mejor que tú, por eso la busqué.
—Deja de mentir— susurré, no encontraba la fuerza para hablar bien. Sabía que si decía algo más, él me iba a escuchar llorar.
—No estoy mintiendo, adivina quién está aquí conmigo justo ahora.
—Eres un imbécil— susurré —, te juro Alex que si esto es una broma, no te lo perdonaré— el enojo se hizo presente, era mucho más fácil de controlar.
—Thea, deberías dejar de mirarme con ojos de amor. Supéralo.
—No creí que me hicieras esto, eres un grandísimo idiota— colgué y caí de rodillas. Mi cuerpo comenzó a temblar.
Sentí que todo a mi alrededor había colapsado, las lágrimas no paraban y grité, grité tanto que me dolió el pecho. No sabía siquiera lo que sentía, todo estaba revuelto que no supe cómo reaccionar. Miré el celular que todavía sostenía y lo arrojé a una de las paredes, lo arrojé tan fuerte que éste se rompió en mil pedazos.
Me acosté en el suelo. No podía creer en lo que Alex me había dicho.
Alexander David Turner me mintió...