8_¿QUIEN ES DAMINA? (I)

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CAPITULO 8

¿QUIEN ES DAMINA?

— ¡Corran!... ¡No se detengan!... ¡No miren atrás, solo corran!

La aterradora y desesperada voz de Kenia se escuchaba por los pasillos de las instalaciones de DAMINA, al igual que sus tacones ya casi sin tapilla, cansados de escapar, soslayar el impulso de la muerte que la seguía muy de cerca. Susurrándole al oído cuanto deseaba poseerla.

Alguien más estaba con ella. Otras dos personas para ser exacto, quienes iracundos corrían delante de la chica abrumados de adrenalina y pavor. Escapando, al igual que quien protegía la retaguardia, mirando esporádicamente atrás.

— ¡En aquella oficina, a la derecha, pronto entren en ella!—decía nuevamente Kenia esta vez en un tono más susurrante.

Arribando al lugar, casi resbalando se aferró una de las personas, a la cerradura con las dos manos, exhalando quizás uno de su últimos alientos antes de ser alcanzada por la adversidad.

Girando el cerrojo de la puerta, la primera persona que acompañaba a Kenia ingreso a la oficina y lo primero que hizo fue extraer de su bolsillo un teléfono satelital y con la otra mano un pedazo de papel arrugado, de tanta presión ejercida en él a consecuencia del terror.

El segundo personaje ingreso raudo a espaldas de la primera. Sus manos presionaban con fuerza una herida. Abundante sangre se filtraba por sus dedos, saliendo del estómago bajando por el pantalón y escurriéndose por la zapatilla dejando un leve rastro en el suelo.

Kenia ingreso a la oficina en último lugar. Su primera idea fue trabar la entrada con un escritorio metálico que estaba apostado en un rincón de la habitación, así que corrió hacia él y con la ayuda de una de las personas movieron el buró generando un gran bullicio pero consiguiendo su objetivo.

Finalmente todos guardaron silencio. Solo el palpitar de corazones se oía en las cabezas desorientadas. Solo ese sonido hasta que unos tacones lejanos penetraron los oídos de los sujetos quienes se plegaron en un rincón de la habitación.

— ¡Marca el numero en el teléfono y ruega por que contesten!—dijo una de las personas que tenía el aparato, dándoselo en la mano a Kenia.

A los tacones perseguidores se le sumaron unos pasos de 2 personas más. Una orquesta de llaves los seguía. Lentamente se movían por las oficinas contiguas alumbrando con unas linternas el ambiente oscuro.

Uno por uno, Kenia fue marcando los números en el teléfono satelital hasta que al fin oprimió "send". El sonido en off marcaba correctamente, "tuuth", "tuuth", pero no tenía respuesta y otra vez se caía la llamada.

De pronto, fuera de la oficina, los paso se detuvieron en seco. La mirada, del trio que escapaba, se clavó en el haz de luz que entraba por debajo de la puerta. Sus gargantas se secaron y el aliento contuvieron, todo para no ser descubiertos.

Entonces la manilla de la puerta comenzó a girar lentamente, erizando los pelos de los sujetos, formando el miedo, complotando en contra de sus sentidos, para dejarlos paralizados.

Afortunadamente, Kenia, al cerrar la puerta, le puso el seguro afirmándose en la posibilidad de que esto podría ocurrir. Pero nada detendría a sus perseguidores que al notar la traba para ingresar comenzaron a empujar la puerta con fuerza, su intención, tumbarla a toda costa.

— ¡Abran la maldita puerta!—decía, muy enfadada, del otro lado, una voz de mujer.

— ¡Tienes que llamar nuevamente!—expreso el personaje que estaba herido.

LAZZARUS: CONTAMINACION #WNAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora