13_BÚSQUEDA (II)

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07:00 HORAS

A 100 Kilómetros, lejos de la corporación Dámina, la armería Stray Bullet protegía de una fría mañana a André y sus amigos. Frente a ella aun aguardaba: el camión con las provisiones y tras él un humvee rebalsado en sangre proveniente del último soldado en morir sobre la calibre 50.

Los rayos de luz no tenían intención de asomarse, pero si lo hicieron temprano Giselle y Alonzo quienes tenían en la azotea una tienda armada. Dentro de ella, solo la chica dormía pues Alonzo, tapado hasta la cabeza con una manta gruesa encima, no quiso sobrepasar el límite de confianza con ella y se quedó afuera toda la noche. Sin duda, lo que comenzaba a sentir el muchacho era mucho más que algo simple y pasajero.

— ¿Ya amaneció?—exclamó la chica saliendo a duras penas de la tienda, envuelta en una manta delgada.

—Aun no. Pero tengo café—respondió el chico tomando un termo de agua—Era lo último que quedaba—concluyó mirándola con una sonrisa en el rostro.

Entusiasta por tomar la pequeña taza, Giselle salió del enramado y se quedó a un lado de Alonzo, apoyando su cabeza en el hombro del chico tomando esporádicamente unos sorbos de café.

De pronto, la chica ergio su cabeza mirando el horizonte, su intención era encontrar algo, mas, ni ella sabía que buscar así que al volver su cabeza, su mirada imparto en los ojos de Alonzo bajando esa atracción fatal y sexual entre ellos.

Mirándose fijamente, poco a poco se fueron acercando. Este momento lo estaban esperando desde que se vieron por primera vez en la azotea y ahora estaba a punto de pasar. Aquel deseo mutuo, que hacia olvidar por unos instantes los miedos y pesares por fin se plasmaría en un contacto, sin embargo, cuando sus labios estaban a punto de rosarse, la chica se detuvo en seco, pensó por un par de milésimas de segundos y se restiro descolocada.

—No puedo Alonzo, lo siento—dijo la chica avergonzada, llevándose los dedos a los labios.

— ¡Ah! No te preocupes, lo entiendo. Hay un señor Giselle esperando—musitó el chico mirando para otro lado.

— ¡No!, No es eso—respondió la chica casi pidiendo disculpas—Es solo que... no me he lavado los dientes—concluyó, haciendo que entre ambos estallaran de risa.

Súbitamente, en ese mismo instante, alguien abrió la escotilla llamando la atención de ambos enamorados.

— ¿Interrumpo?—dijo Omar notando el desprecio de Giselle.

—En realidad sí. Pero ya estas acá—contestó Alonzo sin tanto descrédito como la chica.

—Necesito usar la cuerda. Bajare por provisiones. Ya no queda mucho que comer acá—declaró Omar quien seguía acercándose a la pareja.

—Yo bajare para organizar mis pertenecías. Me despediré de André y me iré—confesó Giselle para sorpresa de Alonzo.

— ¡Estas... hablando en serio!—dijo asustado el muchacho.

—No te estoy pidiendo que me acompañes. Pero como dije anoche. No puedo estar con esta clase de personas—remató pasando por un lado de Omar, mirándolo con desprecio.

Mas, cuando la chica se preparaba para poner un pie en la escalerilla. La cabeza de Frank se asomó, lo que provocó que la chica se ofuscara más, eso sí, esta vez sin decir nada.

— ¿Puedes esperar unos minutos? Con mi hermano bajaremos para traer las provisiones. No llegaras muy lejos sin ellas—exclamó el hombre subiendo por las escaleras.

LAZZARUS: CONTAMINACION #WNAWARDSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora