12. Un impulso de sangre a la cabeza...

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Dedicado para...

@Apolo994





(Por Alan)



Cariño... 
Todos los movimientos
que tú estás comenzando a hacer.
Mírame derrumbarme y caer en mi rostro.
Y sé de los errores que cometí,
míralos a todos desaparecer sin dejar huellas.
Y te llaman y te empujan a seguir
dicen, dale, necesitas seguir...

Mis locos impulsos se apoderaron de mi dejándome sin control sobre la situación... Sentados a la orilla de una desolada carretera, bajo esa maravillosa luna plateada y Boston a nuestros pies como testigo, nuestros labios se tocaron con suavidad y durante breves segundos todo lo ocurrido durante este día cobró sentido. Mi mano se fue deslizándo poco a poco por los brazos y después la espalda de Sebastian, estaba frío y no era para menos.

La temperatura había descendido dramáticamente y ni las siete cervezas que tenía adentro lograban hacerme entrar en calor, había perdido la noción del tiempo a su lado y mi móvil había quedado sin batería desde hace varias horas pero estaba seguro de que el amanecer estaba por llegar y nos sorprendería aquí, solos él y yo.  

Cuando nuestros labios se separaron Sebastian retrocedió un poco, mis locos impulsos lo tomaron por sorpresa al igual que a mi, parecía un niño pequeño y asustado, frágil, vulnerable pero yo no deseaba eso, mi intención jamás fue asustarlo, ¡Dios es testigo de eso!  Al contrario... Quise decirle que, lo único que quería hacer ese instante y todos los demás era abrazarlo fuerte, protegerlo, hacerle saber que a mi lado nada malo le pasaría, que podía contar conmigo y con mi auto las veces que él lo necesitara y que siempre, siempre estaría ahí para él sin importar las circunstancias pero mi maldita lengua escogió un pésimo momento para dormir, o podía ser que el alcohol en mi organismo comenzaba a hacer efecto o... ¡Carajo! Olvidé tomar los malditos medicamentos controlados que papá insiste en que continué tomando. El creé que si continúo con ese maldito tratamiento mi homosexualidad finalmente desaparecerá y estaré curado, pobre imbécil, solo le toman el pelo y a mi me llevan de corbata.

Ya no los quiero, nunca los quise y jamás los necesité, eso sin contar que no sirven para nada porque sigo tan gay como el primer día y de no ser por la estricta vigilancia que tiene sobre mi ya los hubiera dejado desde hace tiempo.

Creí que dejarlos lentamente no traería efectos secundarios, pero para mi maldita suerte veo que si y uno de ellos es que estoy comenzando a depender de esas malditas pastillas y solo cuando las tomo la ansiedad y todos mis males desaparecen y por un momento me siento bien. 
¡Por Dios, ahora no! Las malditas crisis nerviosas no, no aquí, no ahora, no en este momento en que necesito estar bien y necesito de mis cinco sentidos.

__No me mires así Sebastian, por favor...

Un ligero escalofrío producto de la dependencia a las pastillas comenzaba a recorrer todo mi cuerpo y podía sentir enormes gotas de sudor frío deslizándose por mi espalda, las necesitaba pero salir corriendo por ellas no estaba en la lista de mis planes. Mis manos temblaban ligeramente pero pude ocultarlo, ahora lo único importante era que Sebas no me mirara así.

__Alan, has tomado demasiado __añadió alejándose de mi__ No sabes lo que haces y tampoco lo que dices.

__¿Que si sé lo que estoy haciendo?  Claro que sé lo que hago Sebastian __repliqué ignorando el escalofrío que cada vez me calaba más intenso__ Te besé, eso es lo que hice, está bien que tengo algunas cervezas encima pero sé perfectamente lo que hago, todos mis sentidos funcionan tan bien como esta mañana, además besarte es algo que he querido hacer desde el primer día en que te conocí.

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