Orígenes

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Tras recibir la notificación de la muerte de sus "padres" Ariel Vólkova voló desde Londres a Washington para reunirse con el abogado de las personas cuando tan solo era una niña inocente que soñaba con cuentos de hadas y finales felices. Ahora Lena y Dmitry estaban muertos y ella debía dejarlo todo y volver a la capital estadounidense para zanjar todo lo que quedaba por arreglar después de la muerte de sus padres.

Después de treinta y seis horas volando de un lado para otro por fin ponía los pies en tierra firme por algo más que un par de horas. Al salir del aeropuerto la recogió un coche enviado por su jefe y la llevó directamente al bufete Harris, West, Sókolov & Allen.

Una vez en el bufete una chica rubia me dirigió hacia una sala de juntas y después de preguntarme si me podía servir algo y negarme se marchó dejándome a solas con mi némesis; mi hermanastro Nikolai. Durante años Nikolai había hecho su misión en la vida hacer de mi vida un constante tormento. Recordaba cómo si fuese ayer el día que Lena y Dmitry Vólkov me llevaron a su casa desde el orfanato católico, nada más instalarme en mi habitación me presentaron a mi hermanastro quien se encargó de destrozar la poca ilusión que me había generado que me adoptasen. Nada más fijar sus crueles ojos azules sobre mi pude ver todo el desprecio que sentía por mi y la poca gracia que le hacía tenerme allí así que en cuanto pude me escabullí a mi cuarto. Pero de poco me sirvió unos minutos más tarde Nikolai se presentó en mi habitación, me agarró del brazo con fuerza y dijo:

- La única razón por la que estás aquí estúpida mocosa es por qué mis padres no tienen tiempo ni ganas de tener un bebé gritón en casa. Así que vas a ser una niña buena y obediente y te mantendrás alejada de mi padre o lo pasarás mal...

Después de semejante amenaza hice lo que me dijo no quería problemas, pero eso dio igual acabé siendo el saco de boxeo de Nikolai y su padre tanto verbal como físicamente. Siempre había sabido que Nikolai nunca me quiso, pero albergaba la esperanza de que al menos su padre podría llegar a apreciarme, pero no fue así, cuanto más me esforzaba por ceñirme a sus normas y expectativas peor era.

Al final y tras el peor castigo que se le puede dar a una niña de catorce años tomé la decisión más dura de mi vida y me escapé de casa, acabé viviendo en las frías calles de San Petersburgo y haciendo lo que podía para sobrevivir en aquel infierno. Todo cambió una fría mañana de enero cuando me encontré con un hombre que no dudó en pararse y ayudarme cuando me estaba muriendo de frío en la esquina de un restaurante, la temperatura máxima aquella mañana era -35.8ºC y a pesar de las dos capas de ropa que llevaba, el abrigo, el gorro, los guantes, las botas de pelo y estar sentada junto a la salida de humo estaba helada. La desgracia quiso que aquella noche no llegará a tiempo para refugiarme en el albergue, ni en la cochera de trenes porque me había retrasado estudiando en la escuela. Aquel hombre me salvó la vida en todos los sentidos y sin esperar nada a cambio que era más de lo que podía decir de mis "padres".

Ahora doce años después volvía a encontrarme con Nikolai cuatro veces en dos semanas, primero para la identificación de Lena y Dmitry, el velatorio, el funeral y esta última con el abogado. Ambos nos sentamos frente a frente, él se me quedó mirando yo simplemente fije la vista en mis manos y aguardé a que llegase el abogado mientras le daba vueltas a lo que tenía que hacer después.

Estaba tan ensimismada con mis cosas que no escuché al señor Sókolov hasta que se sentó a mi derecha y comenzó a explicarnos cómo había quedado el tema del testamento.

- Cómo ya sabéis vuestros padres no tenían seguro de vida, así que no hay compensación económica por el accidente. En cuanto a la casa y todos los bienes materiales y lo que queda de la cuenta bancaria es todo para Nikolai – vi el gesto de triunfo que hizo Nikolai y el símbolo del dólar en sus ojos al saber que toda la herencia para él – Pero vuestra madre te dejó una cantidad de dinero aparte para ti Ariel, no es gran cosa son unos cuatro mil dólares. Siguiendo sus directrices se ha cerrado la cuenta y a ti se te entregará un chequé con el valor de la cuenta y una carta privada de Lena para ti.

Un Regalo para el DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora