Cuatro años más tarde...
Por fin tras un largo día de trabajo llegaba a casa con energías renovabas y es que no hay nada más revitalizante que saber que al llegar a casa te estarían esperando tú mujer y tus hijos.
Aún recuerdo como si fuera ayer aquel San Valentín en la fiesta del Resort que Jared y Ariel habían levantado juntos cuando Ariel me entregó aquella caja de terciopelo azul con aquel predictor. Pero sin duda nunca olvidaría como al día siguiente Ariel y yo entramos en la consulta de la Dra. Demitrova y vimos por primera vez a nuestros bebés, si ¿os lo podéis creer? Dos bebés. Según los cálculos de la doctora Ariel estaba embarazada de dos meses y medio como mucho, lo que fijaba la concepción en nuestra noche de bodas.
Según Ariel era increíble, pues aquel día no solo se entregó a mi en matrimonio, sino que me entregó su virginidad y quedó embarazada de mis dos bebés. Juro que nunca me ha costado tanto guardar un secreto... pensé que solo tendría que aguantar quince o veinte días hasta llegar a los tres meses, cuando el riesgo de aborto era disminuyese, pero la Dra. Demitrova nos aconsejó esperar hasta los cuatro o los cinco, pues al ser un embarazo múltiple había más riesgo, pero nos dijo que era nuestra elección y que decidiésemos lo que decidiésemos estaría bien. Cada día guardando ese precioso secreto era un suplicio, pero se me hacía más fácil cuando llegaba a casa y me encontraba con Ariel y Stella.
Con la ayuda de Jared compré un edificio en San Petersburgo, como no estaba en buenas condiciones Jared mandó derribarlo y construyó una casa según el lema por el que se regía Estudios A&J. Ariel también participó en todo el proyecto, pero para que no supiese que yo estaba detrás de aquel proyecto Jared le hizo creer que era para una familia que iban a mudarse al país en breve.
Cuando llevé a Ariel a ver la casa se quedó alucinada, pero se quedó más alucinada aún cuando al entrar en la sala de estar, justo sobre la repisa de la chimenea había fotos de nuestra boda, de nuestras vacaciones, la de nuestras primeras navidades juntos y una de mis favoritas, la foto que nos tomaron el día de la inauguración del resort que ella y Jared habían montado juntos. Aquel mismo fin de semana decidimos dar una fiesta para inaugurar la casa oficialmente. Recuerdo que Ariel decidió ponerse la ropa más cómoda y poco reveladora que tenía, se puso unos jeans negros, una camiseta negra de tirante fino, por encima de la camiseta negra se puso una camisola azul turquesa sin mangas y completó su atuendo con una Vans azul turquesa y unos pendientes de chapa en oro.
Mi hermosa mujer cocinó su deliciosa tarta Napoleón para la comida y justo después de tomarla junto a un café, Ariel puso su mano sobre mi rodilla, se inclinó un poco hasta que sus labios rozaron mi oído y me susurró:
- Suéltalo ya o vas a explotar.
La miré sorprendido pues aún nos quedaban un par de semanas para estar en los cinco meses, pero en cuanto la vi sonreírme de esa manera tan despreocupada y amorosa mientras sostenía a Stella sobre su regazo, no pude evitarlo. Me levanté, agarré mi copa de vino, le di unos golpecitos con el cuchillo para llamar la atención de todos y una vez la tuve dije:
- Muchísimas gracias a todos por venir a ver nuestra nueva casa. Jared me gustaría darte las gracias por esta maravilla de sitio, sin ti esto no habría sido posible. Y por último me gustaría darle las gracias a mi preciosa mujer, que no solo a decorado este pequeño cascaron convirtiéndolo en un hogar, sino que también me ha convertido en el hombre más feliz al saber que antes de terminar el año seremos padres.
Todos se quedaron con la boca abierta y las copas alzadas durante unos segundos, hasta que Jared se levantó, se acercó a Ariel y le dijo:
- ¡Felicidades Ari! – Ariel se levantó me pasó a Stella y se fundieron en un cálido abrazo de hermanos. Después de abrazarse con Ariel Jared se apartó, me estrechó la mano y añadió – Felicidades a los dos. Me alegro de que seáis tan felices. Cuídala o me veré obligado a hacerte daño...
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Un Regalo para el Duque
RomanceLeonardo Pazzi, viudo y padre de una niña, estaba dispuesto a mantener a su pequeña alejada de la prensa. Así que cuando una belleza del otro lado del Atlántico apareció en Florencia haciendo preguntas una soleada mañana, su instinto italiano de pro...