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 Una vez más, Zoe debía asistir a clases de Literatura, que no le agradaban en lo absoluto. Pero ¿era importante el hecho que ella que no le agradase la materia? porque realmente a Zoe no le gustaba ninguna clase en particular. Podría ser Matemáticas, Química o Biología. No le atraía ninguna, así que para ella todas eran iguales, aunque no lo fueran. 

 Números, letras, formulas u órganos, Zoe no le prestaba la minima atención a las diferentes lecciones que eran impartidas en cada materia sino más bien a los sentimientos que todas le hacían sentir, los cuales eran iguales. No le gustaba la escuela, no le gustaba ninguna clase ni ninguna persona. El sentimiento hacia todo lo relacionado con la escuela era el mismo: disgusto. 

 Pero nadie lo notaba porque Zoe tenía buenas calificaciones. Nadie lo notaba porque ella parecía estar a gusto con todo, cuando realmente así no era. 

 Entonces, cuando la clase terminó y estaba por deshacerse de la hoja en la que se había dedicado a garabatear dentro de la gaveta una vez más, notó que el trozo de papel en el que había escrito anteriormente estaba allí, doblado a la mitad en lugar de hecho una bola. Frunciendo el ceño confundida, Zoe dejó la reciente bola de papel en el mismo lugar donde había estado la anterior, tomó la antigua y salió del salón, leyendo el contenido en el camino. 

 Junto a sus preguntas, alguien había escrito respuestas.  

Por que la humanidad no es perfecta.

Por que también existe la justicia y la luz.

Por que todos tenemos un fin: vivir y después morir.

Por que ella no lo ha intentado de verdad.

Por que ella piensa en lo que sucederá antes de experimentarlo.

Por que  ella busca respuestas. 

Pero ya noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora