Zoe se encontraba sentada sobre la alfombra del pequeño recibidor de su casa. Sobre la mesita central, se encontraban varios libros y libretas llenas de apuntes por todos lados. Sólo restaba una semana para finalizar el año escolar y la muchacha se preparaba para los exámenes próximos. Pero ese no era el hecho que extrañaba a los padres de ella, sino más bien el que no estuviese encerraba en su habitación mientras que realizaba sus deberes, como era habitual; por lo que sus progenitores, al ver la oportunidad de hablar con ella (y es que últimamente Zoe no se dejaba ver por ambos), no perdieron el tiempo y se apresuraron hacia la cocina la por un bote de helado y varias cucharas antes de regresar un poco exaltados a la sala.
No obstante, la muchacha siquiera notó lo que sus padres planeaban, puesto que disfrutaba de la música que escuchaba y estaba concentradísima en lo que escribía y leía. No fue hasta que sus padres se sentaron uno a cada lado de ella, del mismo modo en el piso, que Zoe se percato de la pequeña encerrona que le habían hecho. Dejando de tararear al instante, la muchacha se sacó de los audífonos de sus oídos.
—Hola —dijo su madre, con una sonrisa que ha Zoe le dio escalofríos, pues abarcaba todo su rostro.
—¿Hola? —Respondió, vacilando. Al voltear al otro lado, vio que su padre la observaba de la misma manera, y eso, en cierto modo, la alertó aún más.
—Mira —levantó su papá el bote de helado de doble chocolate —, es tu favorito.
Ante aquello Zoe asintió, sorprendida porque su padre recordase aquello que ella tanto parecía fascinarle cuando era pequeña. Rápidamente, su madre repartió las cucharas, y a su vez su papá fue quien destapó el bote y comenzó a comer del helado. Sin perder tiempo, su mamá se unió también, y ella, que los observaba sin decir nada, extendió su brazo y hundió la cucharilla en la cremosidad oscura. Saboreó la delicia y la manera en la que aquella fría gloria se derretía en su boca; y casi suspiró de alegría. Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se asomó en el rostro de la muchacha, entonces continuó tomando un poco más de helado. Pero de la nada, un sollozo irrumpió el silencio placentero, pues su madre inexplicablemente había comenzado a llorar.
—¡Oh, Zoe! No sabes cuánto te extrañamos, cariño. Te necesitamos aquí con nosotros, a nuestra niña, a nuestra pequeña princesa. —soltó la mujer, a lo que se llevó una mano a la boca y, de modo nada exitoso, contuvo un lamento. De alguna manera, ver aquello rompió el corazón de la muchacha porque sin intención de su parte, hizo sufrir a sus padres cuando todo lo que ella que quería era protegerlos del desastre de huesos y carne que se había convertido. Sin embargo, aquella no fue la mejor decisión que pudo tomar.
De pronto, se vio envuelta entre los brazos de su madre, y posteriormente su padre las abrazó a las dos, por lo que Zoe se encontraba en el medio de las dos personas que alguna vez había intentado mantener lejos de sí, pero que aún así la continuaban amando incondicionalmente.
—Te amamos mucho, pequeña, y queremos darte la mejor ayuda que podamos.
Duraron un rato en esa posición, entre y hipidos y gimoteos; aunque Zoe no soltó más que un par de lágrimas, pues a ella no le agradaba llorar frente a otras personas, incluso si se trataba de sus mismos padres. Para cuando los tres se separaron, Todd tomó de la barbilla a su hija, para que así ella lo mirara a los ojos.
—Tu madre y yo hemos pensado que, ya que nosotros no somos los más adecuados para ayudarte con tu problema, lo mejor sería buscar ayuda profesional —por un momento, tomó una respiración profunda y miró a su esposa, como si se preparase para decir las cosa más horrible en toda su vida —. Como una clínica para trastornos alimenticios.
Zoe sintió como si un balde de agua fría le calara hasta los huesos, que sus padres quisieran encerrarla en un lugar como ese había sido que si un terremoto sacudiese su vida. En ese instante, ella pudo darse cuenta de la desesperación que había creado en sus papás, que la situación en la que los hundió se les escapaba de las manos. Por eso, ella era consciente que hacer aquello era lo correcto, pues ni ella conocía lo bastante de esa enfermedad para ayudarse a sí misma.
—Si ustedes creen que es lo mejor —murmuró, lúcida de lo que eso podría significar —, iré.
¿De verdad ellos creían que eso era lo que la muchacha necesitaba?
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Pero ya no
Short Story❝Andy creía en los finales felices, pero Zoe no. Andy creía que existía una razón para todo, pero Zoe no. Andy era feliz, pero Zoe no. Para ambos había una vez, pero ya no.❞ awkdylxn© ▸Secuela de Había Una Vez. No hace falta leer el primer libro par...