10. Colgantes

105 3 1
                                    

Una vez Aquiles se hubo marchado, enfurruñado y rumiando, Eirene soltó un suspiro.
-A veces no entiendo como le puedes soportar- comentó en voz baja a Patroclo.
Él esbozó una media sonrisa.
-A veces yo tampoco.
Los ojos de ambos se cruzaron, haciendo que Eirene bajase la mirada, completamente turbada, descendiendo desde los ojos de Patroclo hasta sus labios, y luego hasta el mentón, para advertir el colgante que tan bien conocía pendiendo del cuello del guerrero.
-Lo sigues llevando- observó.
Él la atrajo hacia sí y depositó un suave beso en sus labios.
-Te dije que lo cuidaría- sonrió él.
Eirene asintió con una sonrisa.
-Y bien que lo has hecho.
Patroclo miró a su vez el cuello de la chica y sonrió al encontrar allí el colgante qué el mismo le regaló.
-Parece que no soy el único que lleva algo del otro- comentó con una sonrisa.
Ambos rieron.
Una vez se calmaron y volvió el silencio, Eirene se atrevió a preguntar:
-¿Qué es lo que recuerdas de...tu duelo con Héctor?
Patroclo frunció el ceño.
-Del mismo duelo, poco, sinceramente. Pero sí me acuerdo de después.
En ese momento fue Eirene quien frunció el ceño.
-¿De qué te acuerdas?
Patroclo suspiró.
-Noté como la espada de Héctor desgarraba mi piel y perdí el equilibrio. Cuando fui consciente de que acababa de impactar contra el suelo fue cuando me di cuenta de que estaba todo oscuro. No sabía que era lo que estaba pasando, pero era totalmente consciente de que iba a morir. Y pensé en ti. Pensé que ahora nunca te diría que te quiero, y que nunca sabría si tú sentías lo mismo. También pensé en que tenías razón y que no debería haber venido a Troya. Entonces oí tu voz. No entendí lo que decías entonces, pero sabía que eras tú. Tu imagen se fue enfocando hasta que no tuve ninguna duda de que estabas allí, conmigo. Y por fin entendí lo que decías. Me estabas pidiendo que me quedara contigo. Y eso es lo que he hecho.
Eirene sonrió.
-Bien hecho.
Patroclo esbozó una tenue sonrisa.
-¿Cómo conseguiste llegar tan rápido?
Eirene se encogió de hombros.
-No lo sé. Quizás fue porque sabía que podrían matarte de un momento a otro. Ya sabes, se hacen locuras por amor.-suspiró- Y, ¿cuál es el plan ahora?
Patroclo se encogió de hombros.
-¿El plan?- repitió.
-Sí; me refiero a qué se supone que vamos a hacer ahora.
-Aquiles tenía intención de volver a Ptía- la informó él- pero creo que mi encontronazo con Héctor ha hecho que cambie de idea.
-¿Y eso es bueno o malo?- inquirió Eirene, sin saber muy bien a qué atenerse.
-Es bueno- aclaró Patroclo- porque eso subirá la moral de las tropas y tendremos más oportunidades de ganar.
Eirene rio entre dientes.
-Se nota que para ti esto no es una guerra cualquiera.
-Para pocos lo es, Eirene- replicó él- pero tampoco es que tengamos muchas otras salidas. Tenemos que vencer a los troyanos.
Eirene se pasó una mano por el pelo.
-Aun así, tenemos un problema. Las murallas de Troya son inquebrantables, y el rey Príamo lo sabe muy bien. Demasiado bien, diría yo- comentó, pensativa.
-Y esa fe ciega en que sus murallas les protegerán será su perdición, no lo dudes- la tranquilizó el joven.- Lo que en principio les aventaja acabará propiciándoles a la derrota.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 08, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Aristos AchaionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora