Capítulo XXIX

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Enigmatic.


- Así que puedes arrastrarme al infierno, si eso significa que podré tomar tu mano. - Follow You de Bring Me The Horizon.


Capítulo XXIX:

Narra Tyler Doller:

Guardé con cuidado los cuchillos del comedor en la mochila verde musgo que colgaba de mi hombro, y salí de allí. Como todos los empleados del Hospital estaban despedidos, habían muchos rondando, organizando sus pertenencias o simplemente merodeando.

Había un tema que rondaba por mi cabeza, y no me dejaba pensar con claridad:

Sexo.

Sí, sexo.

Acomodé mi capucha sobre mi cabello (y heridas) y seguí caminando, mientras podía ver cómo los doctores iban de aquí para allá.

Emma y yo tuvimos nuestro primer momento de intimidad, y joder, creí que la quebraría. No supe cómo reaccionar y terminé quedando como el maldito bastardo que soy. No quiero darle esa imagen de mí. Eres un asesino, Ty. ¿Qué otra imagen quieres que ella tenga? Susurró la voz en mi cabeza.

Sabía que esta noche sucedería.

¿Por qué? Simple.

Puede que esta sea la última noche que pasemos juntos.

Un gritó agudo me sacó de mis pensamientos, y me hizo poner la piel de gallina. No era Emma, era alguien más.

Vi la cabellera pelirroja abalanzarse sobre una extraña y horrible chamarra color verde manzana, y fue cuándo divise a mi chica con un pequeño niño pegado a su cuerpo, como si quisiera meterse en el hueco de sus costillas y quedarse allí para siempre.

La chica apretó al chico por el cuello, y lo pegó al suelo. Golpeó su cabeza contra el piso, y cuándo creí que seguiría haciéndolo, se puso de pie y comenzó a patear su cabeza.

— ¡¡VOY A MATARTE!! — Gritaba ella, de forma aguda y chillona. — ¡¡VOY A MATARME, MALDITO BASTARDO!!

Emma me miró y ella gritó: — ¡Haz algo! ¡Detenla!

No sabía que pensar, apenas sí me importaban (porque le importaban a mi novia).

Me acerqué a la violenta chica, y traté de agarrarla por los hombros.

Grave error.

No supe ver cuando ella se giró y en forma de puño torció mi rostro de un fuerte golpe.

— ¡SUELTAME! — Gritó la loca, para luego aprovecharse de mi estado, y empujarme a un lado. El chico del suelo estaba quieto, mirándola con los ojos bien grandes y aterrados.

— Maldición... — Susurré tocándome la mandíbula. A este paso, sería la reencarnación de Frankenstein. No me había sacado sangre, pero sin dudas, había sido un muy fuerte (y buen) golpe.

— Mírame. — Susurró la pelirroja, sujetando del cuello de la chamarra al chico. La pelirroja, creo que Dana era, se encontraba sobre el chico que nunca había visto. — Mírame, maldición. Mírame asesinarte, hijo de perra.

El chico lloraba. — No... Por favor, no...

— Oh, sí, maldito. — Le sonrió la mujer rara, mientras tomaba un poco de sangre de su cabeza y se la llevaba a su propia boca. La degustó de manera exagerada y golpeó secamente la cabeza del muchacho contra el suelo. — ¡VOY A ASESINARTE! Seré una asesina, sí, mierda. ¡VOY A ASESINARTE, MIK!

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