Capítulo XV

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Enigmatic


-Tengo que dejarte ir, tus ojos brillan tan brillantes. Quiero ver esa luz. No puedo escapar de esto ahora, a menos que me enseñes. Cuándo sientas mi calor, mírame a los ojos, es el lugar donde se esconden mis demonios.- Demons de Imagine Dragons.


Capítulo XV


Era de noche, por lo que a todos nos habían mandado a la cama, cómo si fuéramos niños. Me despedí de Aline, abracé a Ian y saludé con amargura a Dana, y simplemente me perdí en mi habitación.

El agua caliente caía por mi espalda, mientras recorría las dimensiones de mi cuerpo con un jabón de glicerina sin olor. Enjuagué mi cabello y durante ese tiempo me pregunté vagamente ¿qué estaría haciendo Kyle Moons? Realmente me apenaba él, por todo lo que había hecho por mí, lo único que había recibido por mi parte fue la espalda. Le di la espalda a la persona que posiblemente sea la que más me ha cuidado en mi vida.

Metí mis piernas en unos jeans y rápidamente me coloqué una blusa de color violeta sobre mi sostén blanco. Era difícil bañarse con vendajes en cada brazo, sin duda alguna.

"Kyle Moons y yo estábamos recostados en una amplia cama, con cobijas moradas y almohadones grises. — Sabes que te amo más que a nadie. — Le sonreí ampliamente, mientras Kyle Moons me rodeaba en un abrazo. — Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? No tienes que preocuparte por nada.

— No necesitamos a nadie más que a nosotros. — Afirmo este, acurrucando su cabeza en mi cuello.

— Solo nosotros dos.

— Solo nosotros dos."

El recuerdo fue más breve de lo que pensaba, pero no le costó mucho estrujar mi corazón de manera dolorosa. Kyle Moons sin duda era la persona que más me amaba en el mundo, y lo único que recibía de mi parte era rechazo.

— Soy una zorra... — Le susurré con pena a las paredes de mi habitación.

Narra Tyler Doller:

El pasillo estaba consumido por una oscuridad inminente, con escasos sectores iluminados por una débil luz de emergencias en caso de que algún paciente se descompensara por la noche. Me pegué a la pared cuándo oí los pasos de unos guardias, maldije en mi mente: habían duplicado la seguridad.

Me adentré entre los pasillos y bajé las escaleras rápidamente, hasta llegar a su habitación.

Sentí cómo las piernas me temblaban, y tragué saliva, era realmente patético pero no podía evitar ponerme así con ella. Toqué la puerta y esperé impacientemente.

Una pequeña mujer me abrió la puerta, y el alma se me calló a los pies. (Si es que tenía una, claro)

— Hola. — Casi jadeé. No merecía verla, joder, nadie en la Tierra merecía poder mirarla. Ella tenía el cabello húmedo a mitad cepillar, y sus mejillas eran rosadas. Juré por todo lo importante en el mundo, que nunca en la vida, iba a existir un ángel más hermoso y puro cómo lo era ella.

Emma se hizo a un lado, y me dejó pasar.

— Es para ti. — Casi se me olvidaba. Le tendí una rosa roja y nuevamente mi cara era del mismo color que la flor. Maldije, y quise asesinar a alguien. ¿Por qué era tan difícil hablar con ella? — Y-yo... la traje para ti. — Me aclaré la garganta, cómo un completo idiota.

La pequeña sujeto la rosa entre sus manos y la acercó a su nariz. — Es muy linda. Gracias.

Ella tenía una blusa color violeta, con detalles en las mangas y en el cuello. Su piel se veía tan suave, que a mi áspera y jodida existencia sería un pecado tocarla. Deseaba con mi vida poder tocarla, recorrer su pequeño cuerpo con mis labios, sentirla conmigo, maldita sea. Era el ángel más puro que podía existir en la tierra, y yo no era más que un pobre diablo, que buscaba algo que solo ella poseía.

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