Capítulo 1

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Charlize se había levantado de buen humor. Por fin lo que tanto había anhelado, iba a cumplirse: al fin sería la gerente de la compañía Bach.
Luego de una ducha, perfumó su cuerpo con su colonia favorita, su ropa interior de encaje negro, vistió sus piernas con sus finas medias claras de seda, luego su camisa blanca entallada, su falda color beige y el saco del mismo color para complementar. Sus adorados tacones negros engalanaban sus pies.
Llegó a la empresa con su portafolios en una mano y en la otra, un cappuccino, ese café que tanto amaba beber. Saludó al personal de seguridad y a las recepcionistas con una gran sonrisa. Nada tenía porqué cambiar, siempre había sido así de alegre y humilde.
Al llegar a su despacho, dejó su portafolio en el suelo y su vaso en un delicado posa vasos decorado por una mandala comprado en alguna tienda de decoración india. Era el gran día, nada podía estropearlo.

—¡Hola, hola, buen día! —saludó Olivia—. ¿Preparada?
—¡Estoy super nerviosa! —su secretaria y amiga rodeó el escritorio, se puso detrás de ella.
—Si, lo sé... Pero tú relájate —puso sus manos en sus hombros y le ofreció un pequeño masaje. Charlize gimió de satisfacción.
—Tienes el don de los kinesiólogos. Siempre te digo, eres genial en esto —palmeó las manos de Oli y se inclinó al escritorio para alcanzar el café humeante.
—¡Al fin se va! ¡Seremos libres de su cara de trasero peludo y con ojos!
—¡Sh! ¡Puede entrar! Ni siquiera toca. Cree que porque es su empresa no necesita tocar las puertas de ninguna de las oficinas privadas. ¿De todos modos? ¿Qué algo más privado podría hacerse?

Siguieron su conversación muy entretenidas hasta que Charlize miró su reloj y le recordó a su amiga cuál era su puesto de trabajo, ya que el viejo gruñón Bach arribaría a la empresa.

—¡No te preocupes! Ascenderás conmigo en cuando me ascienda. No te dejaré sola soportando al próximo administrador —le dedicó un guiño antes de que su amiga cerrar la puerta del despacho.

Chazy volvió a su lugar detrás del escritorio. Se deshizo del vaso vacío y fingió continuar con su trabajo hasta que desistió de él dos horas antes del anuncio, total, ya no tendría que hacer nada de cuentas. Ese ya no sería su problema.
El reloj marcaba las 12 del mediodía. El cielo de la ciudad se cubrió de nubes grises. Unas horas antes había un clima perfecto, con la temperatura ideal para un día de picnic, un sol rebosante, y de pronto, la tormenta se avecinaba. Nada de eso le importaba a Char. El mal clima no sería impedimento para el nuevo cambio que iba a haber en su vida.
Todos estaban reunidos en la sala de juntas. Cuchicheaban por doquier, otros reían a carcajadas, otros degustaban el catering y mientras los camareros llenaban copas que serían alzadas al presentar a la nueva gerente de la empresa.
Clarita, la secretaría del señor Bach, se adelantó a él para pedir orden y silencio a los empleados. En cuanto el hombre entró a la sala, todos aplaudieron calurosamente y allí a su derecha, se ubicó discretamente Charlize.

—Quiero antes que nada, agradecerles a todos por haberme apoyado y haber sido parte del crecimiento de la Bach Company. Sin ustedes nada hubiese sido posible. Pero hoy, que he decido jubilarme y dejarle mi puesto a alguien más joven, solo quiero recordarles que la familia es lo primero y que siempre se entreguen en cuerpo y alma a esa gente que juraron cuidar con su vida el resto de días que les quede en la tierra... —"y bla bla bla bla" pensó Chazie mientras miraba a su amiga hacer caras y gestos de burla detrás de otros empleados— Hoy quiero que reciban entre ustedes a quién será la persona que ocupará mi lugar de ahora en más y le brinden tanto respeto como lo han hecho conmigo —a Charlize se le infló el pecho de orgullo y cuando estuvo a punto de pronunciar palabras de agradecimiento y convicción para que la ayudaran a seguir llevando adelante la empresa, su ex jefe pronunció un nombre que desconocía pero un apellido que le era familiar— Reciban todos a mi hijo menor, Sebastian Bach.

El desenfadado joven lucía un aspecto de rockerito rebelde sin causa. El corazón y la ilusión de Char hicieron agua, como lo que caía sobre la ciudad en ese momento.
Sebastian, un joven de cabello castaño largo, saco y pantalón negro, corbata oscura, camisa azul marino, zapatos negros brillosos, y un pequeño detalle: un piercing en su oreja izquierda.
Se escucharon murmullos, en su mayoría, de mujeres. Era atractivo, demasiado, pero no lo suficiente para distraer a Charlize de aquella situación de mierda en la que estaba sumergida. No la habían ascendido ni lo iban a hacer. ¿Por qué se había ilusionado tanto con el puesto? Se sentía una reverenda estúpida, una gran y reverenda estúpida.
La piel se le erizaba de los nervios, se sentía al borde del llanto, pero buscó calmarse de la mejor manera posible.

Take My Breath Away(Sebastian Bach) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora