Capítulo XV

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Las fuerzas me fallaban. Maldigo a mis adentros, odiaba sentirme tan débil. Llevaba dos días enferma y ahora es cuando más extrañaba el vivir con mi madre, así estaría bajo su cuidado, me consentiría. Pero no. Ahora no tenía a nadie que me cuidara cuando estuviera enferma, encima tenía que ir a la farmacia a comprar medicinas, maldecía mi suerte. Me encontraba tumbada en la cama, hecha un ocho, con mil capas de mantas encima. Saqué el termómetro que estaba entre mi axila y lo miré.. 38° grados marcaba, suspiré con desgana. Como no moviera el culo a por las medicinas no me iba a curar en la vida.
Me senté a la orilla de la cama con dificultad. Sin duda odiaba que mi cuerpo no respondiera como quería.
Busqué algo de ropa, un chándal fue lo primero que cogí. Me dirigí al baño, me eché algo de agua en la cara, peiné mi enmarañado cabello y me hice una coleta cutre. Me di un último vistazo en el espejo, estaba pálida y con los labios resecos... que desastre.

El ruido del timbre me sacó de mis pensamientos, la única persona que me visitaba era Lexa, así que tenía que ser ella por lógica. Mira que le dije no hacía falta que viniera. Salí del baño y me acerqué a la puerta, la abrí y en efecto, era ella. Me miró con preocupación.

- ¡Clarke! - se apresuró a decir.

- No hacía falta que vinieras - susurré.

- Claro que si, ¿quién sino cuidaría de ti? ... Además, ¡mira que aspecto tienes!

- Ah.. gracias por recordármelo - la miré con los ojos entrecerrados.

Posa la palma de su mano en mi frente para comprobar mi temperatura, y veo cómo abre los ojos rápidamente.

- Oh por dios, Clarke.. ¡estás ardiendo!

Me coje del brazo con delicadeza.

- Venga, vuelve a la cama.

Me siento en ella y replico sin fuerzas.

- Tengo que comprar la medicación, se me ha terminado.

- Nada de eso, tu tumbate que yo iré a por ellas -intenté hablar- ah ah, no digas nada, no es ninguna molestia, te traeré un poco de agua también.

Sale apresurada de la habitación y escucho el sonido del agua corriendo por el grifo. Unos cuantos pasos más y se encuentra de nuevo en mi habitación con mi vaso de agua. Me lo da y me observa, no puedo evitar sentirme incómoda. Estar bajo la atenta mirada de esos ojos verdes a veces causaba en mi sensaciones inexplicables.

- Voy a por tu medicación, ahora vengo, ni se te ocurra moverte, debes descansar Clarke.

La miré con diversión, parecía mi madre.

- ¿Donde tienes las llaves?, para que no tengas que levantarte cuando regrese.

- En la mesa del comedor.

- Vale, ahora vuelvo, recuerda lo que te dije antes.

- Si, si.. "mami".

Sonríe y niega con la cabeza. Sale de mi habitación y se va.

No pude evitar sentirme feliz por tener a Lexa, esa chica era como una bendición en mi vida, era un torbellino de energía, me encantaba las ganas que le echaba a todo lo que hacía, aunque no le gustara, y cuando le tocaba esos momentos se decía a si misma que cuanto más ganas le pusiera, más rápido terminaría y menos sufriría. Y así era. Una chica bastante optimista y vitalista. No se dejaba desmoronar fácilmente, hasta ahora nunca lo había hecho, al menos delante mío. Aunque claro está que aún llevamos poco tiempo de conocernos. Cuando me confesó sobre su sexualidad, no pude evitar sorprenderme. No me molestó en absoluto, lo respetaba, cada uno era como era ..y de hecho a mi no me importaría nada el llegar a enamorarme de una mujer, no era una idea descabellada, después de todo en la vida puede pasar cualquier cosa.

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