Nuevas amistades... (1)

82 6 0
                                    

CAPÍTULO 6

Aquella mañana al entrar al instituto, la tutora me había entregado el código correspondiente del candado de mi nuevo casillero.

Ya era la hora del recreo por lo que casi corrí hacia el susodicho. Apurada metí algunos libros y saqué otros para guardármelos en la mochila. Empujé la puerta y trabé el candado.

-¿Qué tal? -canturrearon unos ojos claros apareciéndose a mi derecha luego de que yo cerrara la puerta del casillero.

Di un respingo- Hola...-saludé con la guardia alta- ¿Qué quieres?

Presentía que venía a reírse otra vez de mí.

-Ey calma, no muerdo... -sonrió alegre.

Al notar que no me había provocado ni una pizca de gracia, prosiguió: -Sabes, pensé que tú y yo podríamos ser amigos...

-¿Quién te ha dicho que tú y yo... podríamos ser amigos? -enfaticé la última frase.

-Yo mismito. ¿Qué dices, eh? -levantó las cejas adoptando un aspecto amigable.

Gruñí para mis adentros. Debía de estar bromeando... ¿En serio? ¿Después de que ayer me mosqueara, venía hoy como si yo quisiese algún tipo de vínculo con él?

-Mira, ¿hoy podemos almorzar juntos, qué te parece? -propuso como si toda esta situación fuese de lo más normal del mundo.

Respiré profundamente, como había aprendido en las clases de yoga de cuando tenía once años.

-Pss... Bien -solté.

La idea no es que me pusiera a diez, pero no perdería nada por socializar, sin tener que depender de nadie. Este tema me costaba un poco, y más cuando acababa de ingresar a un instituto donde toda la gente se conocía entre sí, y al parecer no había mucho interés en integrar a la recién llegada. Y si teníamos algo en común él y yo, es que ambos éramos nuevos.

-Genial... ¿Vamos? -sonrió como un niño al que le regalaban un dulce.

Asentí sin mas remedio.

No pasaría nada si hoy no comía con Connor y mi hermano, ya de por sí, ellos dos se llevaban genial sin mi. No notarían mi ausencia.

En unos pocos segundos mi humor cambió, como en un pasar de página. Ya no me sentía enfadada ni con rencor. Al ver a White tan distinto al día de ayer, una parte de mí decidió darle la oportunidad para empezar de cero. Tal vez no era tan tedioso como me había dado a entender.

-Hoy no te he visto por la mañana... -comenté como para comenzar una plática.

-Fui al médico a recoger unas radiografías -respondió.

-¿Qué te pasó? -cuestioné con curiosidad.

-Hace un mes, con el skate. Ya sabes, quise hacer un truco pero no tuve mucho cuidado y... me doble el tobillo -confesó y una mueca de dolor se plasmó en mi cara. Al girar la vista hacia mí soltó una suave carcajada.

-Pero yo te veo perfecto -comenté- digo... Estás bien.-agregué, empeorando más lo que quería arreglar.

Mi "yo" interior en aquel instante comenzó a golpear su frente contra la pared, repitiendo en voz alta "Que no le busque doble sentido, por favor..."

-Gracias, no hacía falta el cumplido -dijo- tú tampoco te ves mal -me guiñó un ojo, como si hubiese leído mis pensamientos.

-¿Sabes qué? Olvida que te acabo de decir eso, me retracto.

Entramos a la cantina y fuimos a coger nuestras bandejas. Sentí un leve pesar de miradas que provenían de algunas mesas con gran multitud. No les hice caso y escogí un sándwich junto a una botella de agua. Un paso a mi lado derecho. Decidí tomar una manzana. El chico que iba a mi lado, miró con curiosidad los potes de gelatina y tomó uno.

Black&WhiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora