Unos pantalones negros y una sudadera bordó.

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CAPÍTULO 14

POV EMILY

Una vez habíamos llegado a la casa de Noah -lugar donde continuaríamos nuestro trabajo-, pasé mis zapatillas unas cuantas veces por la alfombrilla del porche.

-Mejor descálzate -me sonrió el "ojos grafito" que se encontraba al otro lado del umbral de la entrada principal. Se encontraba ya en calcetines blancos, de una forma burlesca-, como en tu casa -agregó.

Hice caso y al ver mis calcetines azules húmedos, opté por quitármelos también.

-Si te quitas los calcetines, cogerás una gran gripe -comentó, señalándome como lo haría un hermano mayor. Aquel comportamiento me desconcertó aún más.

-Si me dejo los calcetines, es probable que la coja aún antes, están mojados -objeté cruzando los brazos sobre mi pecho.

Él puso los ojos en blanco, y me dio la espalda para luego decir: -Ven, vamos a la cocina.

-¿No hay nadie en la casa? -interrogué.

Tenía que admitir que pasar tiempo con él en su casa, me ponía algo nerviosa. Y aún peor si no habría nadie más allí.

-No... Mamá, en una reunión. Tobías, seguramente con su amigo Marcus, por ahí. Mi padre, en el trabajo como siempre... Aquí no hay señal de vida excepto la de nosotros dos -respondió, concentrado en su búsqueda por las alacenas.

Dos tazas. Leche. Azucarera... ¡Chocolate!

-Qué mejor que chocolate caliente... -comentó como si hubiese escuchado lo que se me pasaba por la cabeza.

-Sin duda alguna -dije observando sus movimientos sobre la encimera. Y por unos segundos me distraje en su espalda. No tardé mucho en bajar un poco más la vista. Reitero, ¿por qué cualquier cosa que se pusiese le quedaba bien? Aquellos pantalones se amoldaba a su forma con la presión adecuada para insinuar que allí había algo. "Ya me gustaría tener ese culo..." pensé, e inmediatamente desvié la vista.

Una vez dejó las dos tazas dentro del microondas, giró sobre sus talones, posicionándose hacia mi dirección. No faltó aquella sonrisa brillante para dejarme en blanco... Se suponía que estaba molesta con él, aquella mañana se había comportado como un idiota, como si nuestro trabajo de Historia no fuese lo suficientemente importante cuando estaba cerca de la gente del equipo. ¿Qué me ocurría?

-A todo esto... Le había prometido a tu hermano un batido -comenté, en una medio sonrisa.

<<PIP - PIP - PIP>> sonó el microondas.

La habitación de Noah era sin dudas más grande que la mía, de un azul marino escondido debajo de numerosos pósteres de temática deportiva y musical.

-¿Te gusta "Queen"? -exclamé maravillada. Nunca me había cuestionado la idea de que él y yo pudiéramos tener algo en común.

-Mucho, ¿y a ti?

-Es uno de mis grupos musicales favoritos...

-Guay -sonrió.

Saltó a recostarse en su cama, con los antebrazos bajo su nuca. El pelo cobrizo adornaba su rostro con relucientes mechas rubias. No podía negarlo: Tenía una magnífica imagen de aquel chico justo desde donde mis pies estaban plantados.

Sus ojos se tornaron interrogantes. La sangre hervió en mis mejillas.

-¿Ocurre algo?

Claro que ocurría algo... Él, era él. Mi espíritu artista podría haberse puesto a dibujarle en aquel mismo instante... ¡Dios santo, Emily! Autocontrol.

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