Los días que restaban para la llegada del fin de semana habían sido muy largos, tanto a Paula como a Marina le habían parecido años pero, como todo en esta vida, al fin llegó ese ansiado día. Cómo todas las mañanas, Paula recogió a su chica y fueron para la facultad, con la ligera diferencia de que esa mañana las dos chicas estaban un tanto nerviosas, cómo crías, incluso Paula, que siempre era ella la que conservaba la calma y la naturalidad, se le notaba un tanto ansiosa y nerviosa.
Al llegar a clase saludaron a Macarena que ya se encontraba sentada en el sitio de siempre y minutos después llegaron Julia y Lucía. Las chicas notaron algo raro entre ellas dos.
– Paulita mi vida deja de mover la pierna, me estas poniendo nerviosa- le dijo Macarena sujetándole la rodilla a su amiga- ¿te has tomado una caja de RedBull o qué?
– ¿Qué? ¿Yo? Estoy bien- Macarena sonrió levantando las cejas, se acercó al oído de la rubia y le susurró.
– Relájate Pau, ni que fuera tu primera vez…aunque eso de desflorar…
– Shh, te quieres callar- la miró con los ojos muy abiertos a lo que Macarena empezó a reír.
– Bang bang into the room, I know you want it- empezó a cantarle divertidaMacarena hacienda movimientos sensuales.
– Ay dios, para qué te cuento nada- ponía sus ojos en blanco.
– ¿Qué pasa Pau?- le preguntó su novia al escucharlas hablar.
– Nada, eem, Macarena que no calla y no me deja atender al profesor, no para de distraerme.
– Soy una mala influencia- dijo Macarena riéndose lo que tuvo como respuesta que muchos de sus compañeros la chistasen.
La mañana pasó y las chicas ya iban de vuelta. Se encontraban ya en el portal de la morena.
– Pues ya estamos aquí-le sonrió Paula.
– Sí…-se quedaron calladas mirándose fijamente a los ojos.
En ese momento un golpe en el cristal del lado del copiloto las asustó, haciéndolas mirar para ver de quien se trataba, era Jesús, el más mayor de los hermanos de Marina, que al verla montada en el coche se acercó para ver con quien estaba y tocó en el cristal para llamar su atención, con un movimiento de cabeza le indicó a su hermana que saliese de coche.
– Es mi hermano, me voy, luego nos vemos- la sonrió, cosa que hizo que su chica le sonriese.
Marina bajó sin mas del coche y se metió rápidamente en el portal sin mirar siquiera a su hermano, él cual antes de entrar miró a Paula de manera seria y desafiante. Paula consiguió aguantarle la mirada en todo momento hasta que entró por la puerta. Cuando el chico ya no estaba, la rubia suspiró profundamente, arrancó el coche y se fue para casa. Estaba contando los segundos que faltaban para que su chica tocara a su puerta.
Mientras tanto, Marina subía hacía su piso custodiada por su hermano, que nada mas cerrar la puerta del portal la empezó a interrogar.
– ¿Quién era esa Marina?- le preguntó seriamente.
– Es una de mis compañeras de facultad- Marina no le daba mas explicaciones a su hermano, solo se dedicaba a responder de forma escueta a lo que le preguntaba ya que, con Jesús era con el hermano con el que tenía peor relación.
Para Marina, Jesús era demasiado controlador, era el que la mayoría de las veces le decía a su padre que no la dejara salir y metía cizaña entre ellos dos. Muchos de los impedimentos que Marina había tenido en su vida habían sido por culpa de su hermano que, aunque era un hombre joven, era muy estricto y cerrado en la cultura gitana, y a parte de eso muy machista.