Capítulo 38

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La rubia al llegar a la puerta del piso comenzó a buscar las llaves en su bolso, se moría de ganas de ver a Marina, sólo llevaba unas seis horas sin verla y ya sentía ese deseo irrefrenable por abrazarla y besarla. Estaba buscando entre todas las cosas que tenía en el bolso mientras pensaba en cómo era posible que le cupiesen tantas cosas inservibles cuando Marina abrió la puerta. Estaba feliz como siempre, pero ese día Paula notó que tenía los ojos un poco rojos ¿había estado llorando? Se preguntó la rubia en ese instante.
- Hola cariño.
- Hola amor, estaba buscando las llaves en mi estúpido bolso y- Marina alzó su mano derecha con las llaves de la rubia colgadas en uno de sus dedos mientras reía- y es imposible que las encuentre si me las he dejado en casa- las dos comenzaron a reír, Marina se deslizó entre los brazos de Paula y le dio un tierno beso- ¿estás temblando? ¿Te ocurre algo?- se comenzó a preocupar, algo pasaba, el piso estaba en completo silencio, no se escuchaba ni un murmullo, ni siquiera el televisor.
- ¿Qué? ¿Yo? Que va, anda vamos- la tomó rápidamente de la mano y la llevó a toda prisa hacía el salón.
La morena abrió la puerta del salón, que normalmente siempre estaba abierta, cosa que extrañó aún más a la rubia, aunque en cuestión de segundos sus preocupaciones se esfumaron. Un gran grito de “Sorpresa” le llevó a niveles de felicidad impensables y es que allí se encontraban las personas que más quería en el mundo: Sus padres y su hermano, María y las chicas. Paula se fue enseguida a abrazar a sus padres, los había echado tanto de menos. Los tres se fundieron en un fuerte abrazo mientras se veían aparecer algunas lágrimas de felicidad. Después de ellos, se abrazó a Marcos, a María y a Macarena, que no paró de besarla y después a las chicas. No se lo podía creer, le habían dado la mejor sorpresa que le podían dar. Las personas más importantes de su vida reunidas en una misma habitación. Su corazón se le quería salir del pecho. Se abrazó a Marina que la mira con gran sonrisa y le dio un tierno beso.
- ¿Desde cuando lo sabías?
- Desde hace una semana, me ha costado horrores ocultártelo.
- Eres increíble. Te amo.
- Te amo.
Toda la familia reunida cenó en el pequeño salón. Habían improvisado un pequeño cóctel ya que eran tantos que no cabían sentados en la misma mesa. Se intentaron poner al día, había muchísimas cosas que contar, entre otras muchas cosas, que Lucía y Julia habían alquilado un piso y estaban viviendo juntas,   que Marcos se había sacado el carné del coche y usaba el de Paula para ir a su primer año de universidad y que a María le iba tan bien con sus tiendas en España que tenía planes de abrir una en Londres. Paula estaba extasiada, podría disfrutar de su familia al completo por dos semanas. Después de la cenar, siguieron la velada con unas copas. Ana y Hugo no se querían separar de sus dos hijas, las habían echado tanto de menos. Ana no soltaba a Marina ni un segundo y la morena estaba encantada de todo el cariño que le brindaba su suegra. Alrededor de las dos de la mañana se despidieron de las chicas y todos se fueron a un hotel cercano al piso de la pareja. Para los días siguientes habían programado unas sesiones de turismo en la que no solo verían la capital, sino que viajarían a otras regiones del país por lo que debían de descansar. Después de recoger un poco, las chicas se despidieron de Rafael y de Emily y se fueron a la cama donde se amaron como todas las noches anteriores.
Al día siguiente, la familia estuvo viendo los principales monumentos de la capital, disfrutando de todo lo que aquel bello país les ofrecía y, claro está, de la compañía. Casi todo seguía igual que antes de que Paula se fuera: las bromas entre su padre y su hermano, las locuras de Macarena, las carantoñas de Julia y Lucía. Aunque notaba como algunas cosas habían cambiado sutilmente, como, por ejemplo, que su hermano había madurado bastante y estaba todo el rato pendiente de Macarena y le hacía más gestos de cariño que costumbre. Debería averiguar que se traían esos dos en aquellos días.
Los días siguientes, se fueron a las zonas rurales donde disfrutaron de los espectaculares paisajes. Aquellos días estaban siendo inigualables. Se encontraban comiendo en una bonita casa rural, cuando Marina vio algo que le llamó la atención. Marcos y Macarena estaban sentados muy juntos y el brazo de ésta estaba en un ángulo tal que se notaba claramente que su mano no estaba apoyada en su pierna, mas bien se encontraba en la del joven rubio. Después de comer, todos se fueron hacía la gran terraza de la casa para disfrutar del café y el postre. Macarena se alejó un poco para fumarse tranquilamente un cigarrillo y la morena aprovechó el momento para saciar su curiosidad.
- ¿Sabes? Tienes un brillo en los ojos que nunca te había visto, ni siquiera allí en España cuando Pau y tú estabais juntas- le dijo a Marina cuando se encontró al lado suyo.
- Viajar hasta aquí por Paula fue lo mejor que me pudo pasar en la vida, además, nunca había vivido tan feliz y tan tranquila.
- Me alegro mucho por vosotras, aunque os echamos de menos- dijo dándole una gran calada al cigarro.
- Y nosotras a vosotros, pero oye, tú tampoco te quedas atrás.
- ¿A qué te refieres?
- A que tú también tienes un brillo en los ojos que antes no tenías, algo me dice que en nuestra ausencia te cansaste de ir detrás del creído de Alex y de que te fijaste en otra persona que realmente te hace feliz y que hace que tus ojos también tengan ese brillito de enamorada- le dijo con una gran sonrisa y moviendo la cabeza en dirección a Marcos que se encontraba hablando con su hermana. Macarena se quedó callada mirando hacía abajo mientras terminaba su cigarro- al final resulta que además de hermanas vamos a ser cuñadas- el silencio de Macarena era una afirmación en toda regla para la morena- ¿Cuándo se lo piensas decir a Paula? Seguro que se alegra.
- Mientras que veníamos en el avión, Marcos y yo íbamos concienciándonos que nada mas llegar se lo diríamos, pero mira todos los días que llevamos aquí y nada.
- ¿Vuestros padres lo saben?
- Si… lo saben desde hace un mes, pero le pedimos que no dijeran nada, yo quería ser la que se lo dijese a Pau.
- ¿Y a qué esperas?
- Marina, no es tan fácil, es su hermano pequeño y aunque los tres nos conocemos desde críos, Pau siempre me ha dejado bien clarito que no quería que me acercase a su hermano, no quería que fuera un rollo de una noche mas para mí y que le hiciese daño.
- ¿Y es eso para ti?
- No… si no hubiese estado segura de lo que sentía por él no hubiese seguido a delante.
- Pues entonces, hoy será el día- Marina llamó a los hermanos para que se acercara a donde estaban ellas.
- ¿Qué? ¿estás loca? ¿Qué quieres, que nos forme aquí un espectáculo o qué?
- No seas tonta y ve pensando las palabras que le quieres decir a tu cuñada. Mi vida- le dio un beso- Maca te quiere contar una cosa.
- Esto…em…yo…pues- Macarena estaba completamente roja.
- A lo mejor Marcos la puede ayudar- le dijo la morena con una gran sonrisa. El rubio sabía de que iba todo aquello por lo que sus ojos se abrieron de par en par.
- Oh mierda- es lo único que salió de los labios de Marcos.
- ¿Se puede saber que está pasando?- dijo Paula impaciente.
- Pau- dijeron Macarena y el rubio al unísono. Se quedaron mirando unos segundos muy nerviosos, Marcos tomó la mano de su novia y sacó valor para hablar.
- Paula- dijo muy serio.
- Oh no- dijo negando la rubia con los ojos muy abiertos.
- Cuando tú te fuiste… Macarena y yo.
- No, Macarena y tú nada, Macarena en que quedamos tú y yo con el tema asalta cunas- habla muy deprisa y muy alterada.
- Amor, deja a tu hermano terminar- le regañó Marina y la abrazó para tranquilizarla.
- Pues eso que Macarena y yo…que…que…
- Que sentimos algo el uno por el otro- completó la frase una muy nerviosa Macarena
Paula se quedó paralizada con los ojos muy abiertos mirándolos a los dos. Macarena temía más la reacción de Paula que la que tuvo su suegra el día en que se lo contaron.
- Mi vida a que hacen una pareja genial- comenzó Marina a besarla en los labios mientras acariciaba su espalda, sabía que era la única forma de calmar a esa pequeña fiera- son tan monos
- Pero cariño…-no la dejaba hablar, la seguía besando.
- Pau, es la mejor cuñada que podíamos tener, además ya la conoces y sabes que es un amor- Marina terminó por fin de desconectar el modo hermana protectora, ya tenía mas que comprobado que unos besos podía distraerla de lo que fuera.
- Está bien…me alegro mucho por vosotros- los dos se abrazaron a la rubia- pero como me entere de que alguno de los dos hace daño al otro, os la tendréis que ver conmigo- los cuatro se rieron.
- Te quiero Pau- le dijo Macarena besándola.
- Y yo a ti.
Después de esto los dos jóvenes pudieron mostrar sin ningún reparo lo mucho que se querían, como las demás parejas del grupo no paraban de hacerse gestos de cariño el uno al otro, gestos que le ayudaron a Paula a ver que había surgido de verdad un bonito amor entre aquellos dos.
Los días de vacaciones estaban pasando volados. Ya era el penúltimo día que estaría la familia unida. Se encontraban todos comiendo en un céntrico restaurante de la capital. Paula estaba hablando con María de negocios y la morena estaba atendiendo la conversación hasta que se dio cuenta que Rafael estaba hablando con Hugo y Ana de un tema que le interesaban mas. Sus suegros le estaban diciendo a su hermano que debían de llamar a su madre, que aunque no era posible una relación cordial, qué menos que dar señales de vida. Marina pensaba igual, llevaba unos días pensando en decírselo a su hermano, pero éste estaba decidido a no tener ningún tipo de contacto con su familia. Las razones que le dio Hugo fueron suficientes para que el moreno aceptara. Esa misma tarde llamarían a casa.
Después de una distendida sobremesa, Rafael, Emily, las chicas y sus padres volvieron a casa, mientras que los demás fueron a realizar algunas compras en el centro. Marina estaba más que nerviosa, en esos momentos si dudaba de que fuese una buena idea.
Paula le tendió el teléfono a Rafael y este después de mirarlo unos minutos, marcó el número. Unos toques mas tarde su madre atendió la llamada, estuvo a punto de colgarle al saber que era él, pero gracias a la insistencia del moreno no lo hizo. Rafael le dijo que solo llamaba para que supiesen que estaban bien y que su marcha fue justificada, su madre no quiso escuchar muchas explicaciones pero le agradeció que llamara, después de esto, le pasó el teléfono a Marina.
- Es hora de que te despidas de ella como es debido- le dijo su hermano con la mirada perdida. Se levantó y se marchó a la habitación seguido de Emily
Marina tomó el teléfono, su mano temblaba considerablemente, por lo que Paula tomó su otra mano para tranquilizarla.
- ¿Mamá?- dijo con la voz quebrada.
- Hola…Marina, habéis tenío suerte de llamar el día que estoy sola en la casa, si hubiese estao tu papa te aseguro que no estaríamos hablando- le dijo muy seria.
- Mamá…solo quiero decirte…que aunque tú ya no me quieras…yo si te querré siempre- dijo ya con su voz totalmente quebrada por el llanto- se que no comprendes por qué me fui pero no tenía otra opción, no podía vivir en un engaño y con un maltratador a mi lado.
- Aunque no deba quererte, yo aún te quiero, no te puedo negar algo que si siento y mas sabiendo que esta puede que se la ultima vez que hablemos. Eres mi niña y siempre te tendré en el corazón.
Madre e hija hablaron unos minutos más, Juana no quiso saber donde se encontraba Marina ni con quien, solo le preguntó si se podía mantener y si vivía bien. Unos minutos después se despidieron diciéndose que se querían por última vez. La morena soltó el teléfono y se abrazó a su chica. Había sido mas doloroso de lo que pensaba, ella había esperado rechazo o no hablar siquiera con ella, pero lo que nunca se hubiera imaginado es que su madre le dijese que la quería.

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