Todas estas situaciones estaban afectando demasiado a Marina. Al llegar a casa después de su desastrosa tarde de roneo ni siquiera miró su móvil, no tenía ganas de hablar con nadie en ese momento, incluída Paula.
A la mañana siguiente la rubia se despertó con mucho cansancio, no había podido dormir apenas ya que estaba muy preocupada por su chica que en el día anterior no le había dado señales de vida por muchos mensajes que ella le había mandado. Tomó una ducha para espabilarse, se vistió y bajó a desayunar con su hermano y su padre, como de costumbre. Después de desayunar, montó en su coche y fue en busca de su chica. Ya eran mediados de mayo, el sol brillaba con fuerza y empezaba a hacer calor, cosa que a Paula le encantaba ya que así podría disfrutar de su moto y no andar siempre en el coche. Llegó a su destino y transcurridos unos minutos, Marina apareció por la puerta, llevaba un semblante un poco serio y parecía que, al igual que su chica, no había pasado una buena noche.
– Buenos días preciosa- le dijo Paula sonriente- ayer te eché mucho de menos- le dio dos besos- ¿no leíste mis mensajes?
– Buenos días- le contestó la morena-No… dejé el móvil en casa y cuando volví estaba tan cansada que ni lo miré, me quedé dormida enseguida.
– Uiuiu, qué estarías haciendo para acabar tan cansada-le dijo bromeando Paula- seguro que no paraste de quitarte chicos de encima ¿no?- rió- ¿te hiciste alguna foto? Seguro que ibas para co…
– Paula- la cortó Marina- puedes dejar el interrogatorio para mas tarde- le dijo un tanto enfadada, cosa que hizo que Paula se sorprendiese.
– Lo… Lo siento cariño, ¿estás bien?
– Sí… sólo que estoy muy agobiada…por los exámenes- dijo sin mirarla- podemos ir ya para clase por favor, vamos a llegar tarde.
– Está bien…-le contestó un tanto preocupada.
Emprendieron su camino rumbo a la facultad. En todo el trayecto no hablaron, Paula intentó sacar conversación contándole lo que había hecho el domingo, pero como la morena solo se dedicaba a responder con monosílabos, desistió. Al llegar las esperaban las chicas en la puerta principal de la facultad, se saludaron entre ellas y fueron para la clase. En toda la primera clase, Marina no le brindó ninguna muestra de cariño como era costumbre a Paula, ni una simple caricia, por lo que la rubia cada vez estaba mas preocupada, no sabía qué podía haber hecho para que su chica estuviese así con ella, no creía que por unas simples preguntas se pusiese así, no era la primera vez que le preguntaba cómo le había ido en el roneo, es más, en otras ocasiones las dos se reían con las cosas que le habían ocurrido o con lo que le decían los chicos para intentar conquistarla. No sabía que estaba ocurriendo por lo que decidió que cuando esa clase terminara hablaría con ella para solucionarlo.
La clase terminó media hora antes por lo que las chicas decidieron ir a la cafetería a tomarse un café. Paula aprovechó el camino hacía la cafetería para parar a su chica y hablar.
– Chicas ahora os alcanzamos- le dijo la rubia a las demás chicas mientras agarraba del brazo a Marina.
– ¿Qué pasa?- le preguntó Marina.
– Tú y yo necesitamos hablar- le dijo seriamente.
– Esta bien- suspiró- pero aquí no podemos hablar- la tomó de la mano y juntas se metieron dentro del baño- está bien de qué quieres hablar.
– Sólo quiero que me digas qué te hecho mal para que estés así conmigo- Marina no se podía creer lo que estaba escuchando, se había comportado con su chica como una idiota toda la mañana y ella en vez de estar enfadada con ella, estaba preocupada- no he dejado de darle vueltas en clase y no sé que he podido hacer, pero te pido perdón por lo que sea que haya hecho, de verdad, me quema por dentro que estés así conmigo-Estaba luchando por no llorar, no dejaba de decirse así misma que era una gilipollas con Paula, lo único que ella había hecho era quererla.
La morena, sin darle ninguna explicación, agarró la cara de Paula con ambas manos y la besó. Fue un beso profundo, lleno de amor, había echado tanto de menos esos labios y los había necesitado tanto esos días, que en ese beso quería demostrárselo. La fue empujando a unos de los cubículos y cerró la puerta, volviéndola a besar y apretándola contra sí, no se quería separar de ella. Tomó una de las manos de Paula y la puso en uno de sus pechos. La rubia, ante este acto, ejerció presión contra el pecho de su chica, ese arrebato de pasión por parte de Marina la había enloquecido y estaba empezando a excitarse. En ese momento, la morena separó sus labios de los de su chica unos centímetros para decirle:
– Pau…mi amor…quiero que me hagas tuya- le dijo con la respiración acelerada y con una cierta chispa de necesidad y excitación en su voz. Paula abrió los ojos de par en par al escucharla.
– ¿Qué? ¿Aquí?
– Sí, lo que has escuchado…quiero que me hagas tuya aquí mismo, quiero…quiero que me desvirgues- en ese momento Paula se separó de su chica.
– No puedo hacer eso Marina.
– ¿Qué? ¿Por qué no?- frunció su ceño la morena.
– Mi vida, no quiero que pierdas la virginidad de esta manera.
– ¿No me deseas? Te lo estoy pidiendo…
– Claro que te deseo- la cortó-pero, no sé, había pensado que ya que llevas tanto tiempo esperando, querrías hacerlo en mi cama aunque sea, no en los baños de la facultad deprisa y corriendo- Marina apartó la vista de Paula, tenía razón, se había dejado llevar por un acto de desesperación y no lo había pensando con claridad. La rubia tomó con sus dedos su barbilla para que la mirase- vamos a hacer una cosa, que te parece si este fin de semana, te vienes a casa, mis padres no van a estar y…
– Está bien- la cortó- este fin de semana- besó sus labios.
– Anda vamos, que las chicas nos están esperando.
Salieron del baño abrazadas, por suerte para ellas nadie había entrado en ese tiempo al baño. Llegaron donde estaban las chicas que las recibieron con bromas. Después de un rato de risas Paula veía que Marina estaba más distraída y volvía a ser la de siempre. La rubia estaba muy confundida por todo lo que había pasado esa mañana. En ese momento, su móvil sonó, lo sacó de su bolsillo y miró la pantalla, era su tío Guillermo, hermano de su madre, se levantó y les dijo a las chicas que iba a atender la llamada. Minutos después volvió y se sentó.
– ¿Quién era amor?- la rubia sonrió ante esa palabra.
– Era mi tío Guille.
– Tu tío Guillermo otra vez no-dijo Macarena poniendo sus ojos en blanco.
Guillermo era el hermano menor de Ana, había estudiado empresariales, como Paula, y vivía en Londres. Guillermo le ofreció a Paula que terminase sus estudios allí con él para así darle luego trabajo en su empresa y la rubia llevaba un tiempo pensándoselo.
– ¿Qué le pasa a tu tío?- preguntó Marina que no sabía si quiera de la existencia de su tío.
– Pues quiere llevarse a Paulita a Londres- se adelantó a decir Macarena- pero creía que ya se le había olvidado- dijo cruzando sus brazos.
– Mi tío Guille es el hermano de tu suegra y vive en Londres y quería que el próximo curso me fuera con él allí para terminar la carrera y trabajar con él. Antes de conocerte me lo estaba pensando…pero ahora tengo razones más que de sobra para decirle que no- le dijo mirándola a los ojos mientras que la morena sonreía- así que le he dicho que no va a poder ser.
– ¡Si!- dijo aplaudiendo Macarena mientras las demás reían.
Volvieron a clases donde la morena ya si se comportaba como de costumbre, cosa que Paula agradecía. Al finalizar la mañana las chicas fueron hacía el aparcamiento donde, como de costumbre, hablaban un rato y se despedían. Cuando todas se estaban despidiendo, Marina vio a lo lejos una persona sentada en un banco que llamó su atención, era uno de los amigos de su hermano Jesús. ¿Qué hacía ahí ese chico? Pensaba Marina cuando Paula llamó su atención.
– ¡Eh peque!
– ¿Qué pasa?
– Te estábamos hablando, ¿a quién miras?
– Emm a nadie
– Te estaba diciendo que vamos a llevar a Maca a casa.
– Amm- aún le estaba dando vueltas a lo del amigo de su hermano, cuando una idea pasó por su cabeza- ¿Sabes qué? Mejor lleva tu a Maca a casa, yo me voy en el bus, mi madre me dijo que no llegase hoy muy tarde- le dio rápidamente dos besos a Maca y Paula- ahí esta el bus, hasta luego- dijo andando ya para el autobús sin darle tiempo a Paula a reaccionar.
La mañana había sido de lo mas extraña. Paula se quedó fija mientras veía como su chica se montaba en el bus y se iba, era la primera vez en su relación que pasaba esto.
– ¿Qué le pasa a Marina, Pau?- la rubia suspiró profundamente.
– Eso quisiera yo saber, llevamos una mañanita…
– Bueno, tienes tiempo para contarme mientras vamos a casa.