|| Viraha ||

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–¡A tu izquierda! –Jace me pasa de largo.

Lo veo desaparecer en la pista y apresuro el paso. Sigo acelerando hasta sentir mi corazón latir al máximo...

–¡A tu izquierda!

Jace vuelve a pasarme de largo, ¿cómo carajos lo hace? Me obligo a acelerar el ritmo hasta el punto en que corro tan rápido que el mundo se ve difuso a mi alrededor. Nada más que manchas verdes, cafés y grises.

–¡Llegamos! –festeja Jace.

Me detengo para respirar profundamente.

–¿Có-cómo lo... haces? –pregunto jadeante.

–Doy la vuelta cuando no puedes verme. ¿Ingenioso, verdad?

Quiero decirle que se pudra, pero me falta tanto el aire... quizás en unos segundos.

–Te encanta volverlo loco –Alec se levanta de la banca cerca de la línea de meta–. ¿Verdad?

–Trato de divertirme –Jace comienza a estirar sus brazos despreocupadamente.

–¿Estás bien, Jonathan? —Alec ignora a su hermano.

–Sí –me incorporo y continúo respirando profundamente–. Fue un poco difícil, pero estoy bien.

–Si no te conociera diría que mientes –Jace estira sus piernas–. Te toca llevar al novato a casa, Alec, debo ir con Clary.

–Suerte con tu vestido.

Jace me levanta el dedo miedo mientras camina lejos de nosotros.

–Vamos, Jonathan, nos esperan en casa.

Asiento y sigo a Alec por el parque. Han pasado tres semanas desde que me iniciaron en La Clave. Al principio sólo me preocupaba por mi recuperación, pero poco a poco debí regresar a mi entrenamiento para no perder condición. Lo primero fue entrenar mi oído, olfato y gusto. Saber diferenciar entre las diferentes pólvoras, sonidos de pisadas y sabor de la sangre parece muy importante. Comencé a caminar, trotar y correr cada vez más rápido hasta que me recuperé por completo. Hoy por la mañana, Alec me levantó para que saliera a entrenar a Central Park como solíamos hacerlo antes de que me disparan.
Finalmente llegamos a la moto de Alec, la cual monta y se coloca sus lentes aviador, paso mi pierna quedando igualmente en la moto y coloco las manos en la posición que me enseñó: una en su cintura y otra en el tubo del lado derecho.
Alec arranca y yo veo la ciudad pasar casi tan rápido como cuando estaba corriendo. Al llegar frente a la casa, que por más de un mes ha sido mi hogar, no dudo en entrar sin esperar a Alec. Bites se acerca ladrando, pero le toco la nariz y el perro de la vuelta.

–Iré a tomar una ducha antes de comer –anuncia Alec–. Mi madre te quiere en la cocina para ayudarla.

–Supongo que me ausenté mucho tiempo –bromeo y Alec sonríe antes de subir las escaleras.

Me dirijo a la cocina donde veo a Maryse pelando unas papas.

–¿Qué hay de comer?

–Carne asada con puré de papa –responde sin dejar de pelar–. Puedes ayudarme con las papas.

Sin objeción, me acerco para tomar un pelador y una papa.

–¿Cómo te fue? –pregunta Maryse curiosa.

–Bien. Pude correr más rápido de lo que recuerdo, aunque Jace aún me gana.

–No te preocupes, pronto lograrás ganarle.

–Lo dudo.

–No lo hagas, la última persona que debe dudar de ti eres tú mismo.

Siete Latidos ||Jonalec|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora