||Alec||
–Me alegro escucharlo, hijo –dice Valentine con una sonrisa–. Pero estás muy débil para una venganza. Permíteme darte comida y equipo de entrenamiento, además de una mejor habitación.
–¿Qué dices? –pregunta Clary y veo como lucha por mantener el cuello estirado para ver a Valentine.
–Les doy esta oportunidad, a los tres –Valentine pasea su mirada a cada uno de nosotros–. Les ofrezco salir y vivir aquí, conmigo, con nuestra familia.
–¿Qué?
–Como escuchas, hijo. La razón por la que los traje fue para unir a nuestra rota familia, para liberarlos de las cadenas que Robert les colocó, y no puedo lograr ese objetivo cuando están aquí como prisioneros. Así que les invito a salir y vivir conmigo.
–¿Lo dices enserio? –pregunta mi madre sin poder creérselo.
–Maryse, tú eres la última persona a quien quisiera hacerle daño –Valentine extiende la mano al frente, como si esperara que mi madre la tomara–. Por favor, ven conmigo y permíteme demostrarte lo importante que eres para mí.
Como si estuviera en un trance, mi madre se acerca a lo único que nos separa de Valentine y los gemelos. Coloca sus manos en el cristal donde se supone que debería abrirse... y se abre. Mi madre empuja con un poco más de fuerza el espejo de doble vista, sale de su prisión, toma la mano de Valentine y sonríe, pero no sólo eso, comienza a reír, ríe como si no pudiera creerlo y abraza a Valentine repentinamente; él se tambalea un poco, pero logra mantenerse en pie mientras le regresa el abrazo. Valentine levanta la vista por sobre el hombro de mi madre y la suelta con una mano para extendermela. No sé qué fuerza toma mi cuerpo cuando camino hasta la pared que me ha mantenido encerrado por dos semanas. Toco el frío cristal y lo empujo sin mucho esfuerzo, el cristal se divide en una sección y lentamente se abre. Al salir, siento una ráfaga de frío que me pone la piel de gallina y la adrenalina llena todo mi cuerpo, mi corazón se acelera cuando tomo la mano de Valentine y él la estrecha. Su mano es callosa y cálida, el apretón es fuerte, pero no hace daño, se siente... familiar.
–Clary –Valentine suelta mi mano y mi madre se aleja de él–. ¿Si te desatamos aceptarías quedarte aquí? ¿Serías capaz de aceptarme como padre?
–¿Tú serías capaz de aceptar a mi hijo... siendo de Jace?
–Tu hijo es mi nieto. Nunca le haría daño y no me importa quién sea el padre –Valentine entra a la celda de Clary–. Además, Jace fue sólo una víctima, otra pieza en el juego de Robert –por culpa del cristal su voz suena un poco hueca y distante.
–Entonces me quedaré. A tu lado, padre.
Valentine comienza a desabrochar sus correas y cuando Clary está libre noto que su abdomen se ve un poco más grande de lo que pensé. No puedo evitar pensar que ella carga lo último que queda de Jace. Clary toma la mano de Valentine como apoyo y juntos salen de la pequeña prisión.
–Acompáñenme –Valentine nos pasa de largo y camina a la derecha.
Mi madre sigue a Valentine de cerca y yo la sigo a ella, detrás de mí camina Sean y Jonathan. Al pasar la celda de mi madre entramos a un pequeño corredor, mientras lo cruzamos una puerta aparece abierta a mi derecha y puedo ver su interior un momento, distingo una mesa con tres pantallas encendidas y un teclado de computadora, antes de seguir hasta un elevador. Valentine presiona el botón P1 y comenzamos a subir.
–¿Y cómo te llamas? –pregunta mi madre en un intento por romper este silencio.
–S-Sean –responde sorprendido el gemelo de Jonathan–. Mi nombre es Sean Morgenstern.
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Siete Latidos ||Jonalec||
Fiksi PenggemarUn latido, Jonathan me mira. Dos latidos, yo lo miro. Tres latidos, Jace alza su pistola. Cuatro latidos, Jonathan cierra los ojos. Cinco latidos, doy un paso al frente. Seis latidos, Jace grita y aprieta el gatillo. Siete latidos, la bala sale...