|| Glas wen ||

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||Alec||

–¿Cómo está?

–Estable –Magnus se quita el cubre bocas plateado–. Por suerte la bala no perforó ninguna arteria.

Suspiro con alivio. Después de esperar casi dos horas con angustia, es bueno tener estas noticias.

–¿Puedo verlo? –pregunto esperanzado.

–Sigue dormido, y así seguirá un buen rato. Mejor cenen, le pediré a Catarina que les prepare algo –Magnus señala la puerta que lleva a su comedor.

–Pero yo...

–Jonathan se está recuperando, déjalo descansar –me interrumpe mi padre–. Tú debes reponer energías.

–A mí no me dispararon. Quiero verlo cuando despierte.

–Alec...

–Hablo enserio, Izzy –la interrumpo firmemente–. Quiero verlo.

Parece que fui lo suficientemente claro, ya que mi padre suspira y mira a Magnus.

–¿Dejas que lo vea?

Magnus, parece entender que mi padre habla enserio.

–¿Prometes no despertarlo? –me pregunta Magnus.

–Ni notará que estoy ahí.

–De acuerdo, sígueme –Magnus da media vuelta y comienza a caminar escaleras arriba. Conforme sube sigue hablando–. Ustedes pueden pedirle a Catarina que prepare lo que gusten.

Magnus comienza a desabrocharse su bata violeta manchada de sangre, que deja despreocupadamente a un lado, después pasa por sobre su cabeza el cubre bocas plateado y también lo tira sobre los escalones. Al llegar arriba dobla a la izquierda y abre la quinta puerta.

–Recuerda no despertarlo.

–No lo haré.

Su mirada y la mía se encuentran un segundo y recuerdo las cosas que vivimos juntos. Mi primer beso, mi primera cita real, mi primera vez.

–Alec –empieza Magnus y veo su intención de acercarse...

–Debo ver a Jonathan –interrumpo cualquier idea que haya tenido y entro rápidamente a la habitación.

Cierro con cuidado de no hacer ruido.
Viví mucho con Magnus, muchos recuerdos buenos en su mayoría, pero al final yo lo arruiné con mis celos e inseguridad.

–... trueno vete, vete... –susurra Jonathan recostado en la cama.

Me acerco para verlo mejor. Duerme con la boca semi abierta, y al parecer no terminará de decir lo que sea que iba a decir. Se ve tan tranquilo, tan en paz, y al verlo siento algo en el pecho, una sensación de querer protegerlo, de querer estar a su lado, de querer que él me quiera.
Yo quise a Magnus, pero esa relación murió hace mucho. Jonathan es mi futuro.

Unos golpecitos huecos se escuchan y me remuevo entre las sabanas tratando de hundir mi cabeza en el colchón. Los golpecitos siguen y creo que no se detendrán hasta que los atienda. Abro los ojos y los cierro de inmediato. La luz es muy fuerte, parpadeo rápidamente para adaptarme a ella y cuando lo logro, veo hacia el espejo. Sigue siendo el mismo espejo de la mañana, pero ahora tiene unos focos que me iluminan directamente. Confundido me levanto de la cama y camino hasta quedar frente al único acceso de mi celda.
Una luz del otro lado se enciende y veo a Aline cargando una bandeja como la que me trajo hace unas horas (apenas vi el reloj en el radio, pero estoy casi seguro que ya pasan de las ocho de la noche). En la bandeja puedo ver que hay una rebanada de pastel de chocolate y un café de alguna tienda.

Siete Latidos ||Jonalec|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora