|| Altschmers ||

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||Alec||

–¿Alec? –llama Jace detrás de mí.

Escucho sus paso acercarse hasta que toma asiento junto a mi en la banca del parque.

–Sabes que está lloviendo, ¿verdad? –mira al cielo y no me molesto en hacer lo mismo.

Puedo sentir las gotas caer y chocar contra mi ropa hasta llegar a mi piel.

–Alec, ¿cuanto tiempo vas a seguir así? –pregunta preocupado.

–No lo sé –trato de sonar lo menos patético que pueda.

–Ya ha pasado una semana, hermano.

–Siento que fue ayer.

Y es verdad, todo lo que me dijo Magnus aún retumba en mis oídos. "Eres un maldito maricón." "No quiero volver a verte." "Largo de mi casa, celoso de mierda." Sí, suena muy claro.
Jace se acerca y recarga su cabeza en mi hombro.

–¿Qué haces? –miro su rubia cabeza tan mojada como la mía.

–Si vas a quedarte aquí para compadecerte yo puedo hacer lo mismo –Jace respira y suelta el aire con dramatismo–. Oh, Clary me negó sexo en tu cama, eso es cruel.

–¡¿Ibas a tener sexo en mi cama?! –me levanto y lo miro molesto.

Jace resbala, pero logra recuperar el equilibro antes de chocar su cabeza contra la banca. Al estar de pie lo miro y veo que sonríe ampliamente.

–Es tan fácil tomarte el pelo –se burla y comienza a reír–. Además, tu cama es muy blanda.

Le doy un golpe en el hombro.

–¿Cómo puedes hacer bromas en un momento así? –pregunto tratando de contener la risa.

–Porque ese es mi trabajo.

–¿Ahora eres payaso?

–Claro –Jace da un salto y queda de pie sobre la banca–. Mi nombre es Pogo el payaso[*], para servirle a usted y a niños mayores de trece años.

Retener la risa esta vez es imposible.

–Ahora sí nos entendemos –Jace baja de la banca–. Escucha, Alec, sé que estás triste por lo sucedido con Magnus, pero salir a la lluvia y resfriarte no te ayudará.

–¿Qué tal un poco de alcohol y droga? Eso pareció ayudarte cuando terminaste con Kaelie.

Jace hace una mueca y niega con la cabeza.

–No creo que te guste terminar desnudo en un callejón con astas de venado.

–Cierto, me vería ridículo con astas de venado.

–Ese es mi Alec –Jace me toma del cuello y comienza a revolver mi cabello–. Ahora, si quieres te invito unas cervezas. Creo que vi un bar gay no muy lejos y parecía tener clase.

Jace nunca cambiará, siempre dirá las mayores tonterías para hacerme olvidar un mal día. Siempre a mi lado cuando lo necesite.
Comenzamos a caminar por la pista de corredores.

–¿Qué tanta clase tenía? –pregunto con interés– El bar quiero decir.

–Oh, muchísima. Tiene salones privados para que los camareros te atiendan personalmente.

–¿Y eso te lo contó un amigo?

–¿Qué clase de hermano crees que soy? Fui antes de venir y probé de todo. Un consejo, el camarero Kevin es el mejor.

–¿Alec? Alec, despierta.

Lentamente abro los ojos. Mi vista se ve nublada y siento las mejillas mojadas.

Siete Latidos ||Jonalec|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora