Capítulo 30: Emma

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Me quedé estática y perpleja, viendo como todo ocurría a mi alrededor. Carter le disparó a la mujer que ocupaba el computador, y Becca hizo explotar este mismo, causando que todos nuestros adversarios cayeran al suelo, incluyendo al causante de la muerte de la chica, como si hubieran pulsado en ellos un botón de "apagado".

Me di cuenta que estaba abrazando el cálido y firme torso de Chad, cuando sentí mis mejillas húmedas e hinchadas, pero inmediatamente sequé mis lágrimas, «no me puedo quebrar por perder a alguien otra vez» pensé, mientras observaba a Chris golpeando las paredes y todo lo que se encontraba en su camino, consumido por la ira y la desesperación, luego se rindió, cayendo fuertemente con sus rodillas frente al cuerpo de su novia, con un llanto desgarrador, de esos que te crean un nudo en la garganta y te hacen querer echarte a llorar también, recordando todos los momentos con Haiden y haciéndote la idea de que jamás volverá.

Y eso define exactamente lo que yo estaba haciendo en estos momentos.

Decidimos tomar muestras de muchas cosas, llevarnos a nuestros contrincantes que estaban inconscientes y marcharnos, pasamos por un pasillo lleno de hombres muertos, y entre ellos se pudo divisar a Javier, quien había dado su vida hace unos minutos para salvarnos a Chad, Mike y a mí, perforado por varias balas en el pecho y estómago.

Me arrodillé frente a él y le susurré un "gracias" junto con dejar ir una lágrima, no había alcanzado a conocerlo mucho, pero sé que Javier era una gran persona y Katie lo quería mucho.

La lluvia seguía tal como estaba antes y los infectados no habían tardado en llegar, ayudamos a Chris a subirse a un auto con el cuerpo de Haiden, ya que él había insistido en enterrarla, y luego partimos camino a "casa".

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Abrimos el portón de la comunidad, y todos los que no habían ido a luchar lanzaron gritos y ovaciones de alegría, las personas que habían sobrevivido también aplaudían felices, pero nuestro cada vez más reducido grupo de inyectados con LED no lo hacía, por el contrario, no pude evitar que mi expresión cada vez se desfigurara más.

Todos nos juntamos bajo "la estatua" y Joan dio un discurso, el cual no escuché. Luego las personas se dispersaron y decidí que debía hacer algo, de no ser así no podría dejar de pensar todo el tiempo en Haiden, así que decidí ir a la enfermería, donde me habían solicitado para ayudar a averiguar cómo Northfield había manipulado a tantas personas con un artefacto y cómo sacarlo del organismo.

-Emma, que gusto de verte de nuevo, ¿Estás bien?- saludó Karen, la recepcionista, pero yo no dije nada, sólo moví mi cabeza en un semicirculo, ya que no sabía realmente la respuesta a su pregunta.

Seguí mi camino y noté que ella me miró preocupada, pero no me importó, abrí la última puerta del único pasillo que había y entré, saludando a Joan y al resto de científicos o doctores que ella había llamado.

Comencé a temblar en mi puesto y a acelerarme, para mantener la calma investigué lo más que pude, analizando la sangre de una persona que tenía esta sustancia en su interior.

Pude ver en el lector, que la única sustancia anormal en la muestra era una especie de barbitúricos, un sedante para el sistema nervioso.
-Quizás, si les inyectamos alguna sustancia que provoque una reacción contraria, se podrían anular los efectos...- susurré para mí misma.
Mi computador y mi cuaderno estaban repletos de ecuaciones y apuntes, escribía más rápido que nunca, supongo que para distraerme, cada vez que Haiden pasaba por mi mente, escribía más y más letras y números con una letra casi inentendible.

Intenté ver las reacciones que cada químico podría causar al contacto con el barbitúrico y el organismo humano, hasta llegar a una conclusión, escribí con una letra grande y clara: "Cafeína", luego la subrayé para que resaltara sobre todos los apuntes.

Me di la vuelta demasiado exaltada para contarle a Joan, pero antes de hacerlo sin querer rocé el frasco con la muestra de sangre, haciendo que este cayera al suelo y se quebrara, llamando la atención de todos.

-Emma, ¿Estás bien?- Joan intentó poner un brazo sobre mi hombro pero me aparté, estaba harta de que todo el mundo me preguntara lo mismo.
Vi su mirada seria y fija sobre mí, y noté que todo el mundo estaba mirando no sólo porque el frasco se había caído, sino también porque yo estaba llorando y no me había dado cuenta.

-Deberías ir a descansar un poco- dijo la líder más con un tono de advertencia que de recomendación.
-Pero...-
-Emma- no me dejó terminar, tomó la hoja de apuntes de mi mano y yo bajé la cabeza y me fui.

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Me paré, nerviosa, avanzando hasta quedar a un lado del ataúd mientras miraba a todos los espectadores, la gran mayoría ni siquiera conocían a Haiden, pero vinieron sólo porque ella había dado fin a esta guerra, salvándonos a todos.
Me apoyé por la mirada de Chad y tomé fuerzas para comenzar a hablar.

-Haiden, fue una gran amiga, me mostró una forma mejor de ver el mundo y aprecio la gran fuerza interior que ella poseía- comencé a reír levemente.
-De veras eso sonaba mejor en mi mente, aquí suena horrible...- hice una pausa.

-Entonces creo que es así siempre, la realidad es peor, ella no volverá y ahora lo único que podemos hacer es lamentar que no tendrá un futuro o que nunca la veremos otra vez, juntarnos aquí a recordar y honrar sus acciones, llorar, cómo si esa fuera la cura del sufrimiento- negué repetidas veces.
-Pero ella se lo merece, o al menos lo hacía- le di la espalda al público para detenerme un minuto a contemplar el gran y hermoso árbol que de una forma u otra era el legado que había dejado ella en mi.

Oí los aplausos detrás de mi, lo que me hizo llorar. Vi a Seth entre el público mirándome con una sonrisa emotiva y luego mi vista vagó hasta el padre de Haiden, se veía devastado, yo también lo estaría sabiendo que maté involuntariamente a mi propia hija.
Al final la cafeína si ayudó a contrarrestar los efectos del chip, que al parecer eran controlados desde los computadores de Northfield, y ahora toda la gente que había sido obligada a luchar al ponerles aquel chip, ha sido recibida en la comunidad, como también los niños o ancianos que no habían sido sometidos.

Decidí no reprimir mi llanto, lloré lo que necesitaba y eso se sintió reconfortante, aunque no podía dejar de sentir esa hinchazón en la garganta que siempre te da cuando quieres llorar.

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Chad's P.O.V:

-Hey, ¿Por qué no estuviste en el funeral de Haiden?- le pregunté a Chris cuando lo encontré llorando sobre una piedra.
-Yo... No pude, siento que no puedo vivir sin ella y cada vez que alguien me hace recordar que nunca más veré esos inocentes ojos verdes, esas delicadas manos que hablan, y nunca más abrazaré esa delgada cintura, ni volveré a sentir que la amo con cada parte de mi alma- se ahogó en su propio llanto.

-Eso último puedes y debes seguir haciéndolo, no lo olvides- él me miró a los ojos y por primera vez pude ver que ya no era el mismo, su mirada estaba perdida en recuerdos que sólo se quedarán cómo recuerdos.

-Ven, volvamos a la casa- le ayudé a pararse y le abracé al caminar, porque sentí que si no lo hacía él podría desplomarse en cualquier minuto.

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Abrí la puerta con mis llaves y vi a Emma un tanto apresurada, sacando algunas cosas.
Llevé a Chris a la habitación, le ayudé a que se lavara la cara para tranquilizarlo un poco y una vez que me aseguré de que él estaba bien, salí de la habitación preocupado esta vez por Emma.

-¿Qué haces?- dije asustado por ver que estaba metiendo objetos dentro de su mochila, ella adoptó una postura erguida frente a mí al mismo tiempo que Amy se encontraba sobre sus brazos.
-Me voy-

Llamando a tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora