El arrepentido Brais, en un intento logrado de escapar de las garras de el rey sombra, de alguna manera termino a las orillas de aquella playa.
Sus Alas estaban demasiado forzadas, gracias al gran camino que recorrió, no se detuvo en absoluto durante dieciséis días seguidos, volando intentando llegar a un lugar en el que pudiera meditar y intentar deshacer sus nudos del pasado, él quería llegar a algo parecido al paraíso, la entrada a el reino del cielo, un lugar en el que todos son aceptados con un poco de esfuerzo y valentía.
Pero no, él no sería bienvenido. No lo fue, los guardianes de las puertas de mármol, se encargaron de que ninguna alma impura cruzará esas puertas.
Él era tan, pero tan joven, que cualquiera pudo confundirlo con un niñato inofensivo, pero los guardianes miraban más allá de lo que a los humanos se nos es posible, ellos notaron como en el mundo espiritual, cada cosa que Brais tocará, moría. Él no era sano para las criatuaras que ahí habitaban.
Siguió su camino, pero antes de que se diera cuenta, no podia seguir, no tenia la fuerza para volar, y no tenia la magia suficiente para lograr que las personas no lo notarán, se negaba rotundamente a utilizar la magia negra que se le había dado.
Esa noche, era tan oscura que podría jurar no poder ver por donde iba.
Era tan violenta que el viento luchaba contra todo aquello que se pusiera en su camino.
Eran solo las olas del mar, chocando unas con otras de manera tan turbulenta, que se hacían sonar apesar del viento.
Era como si las olas y el viento compitieran para saber quien acabaría con el príncipe sombra primero.Una luz, tan diminuta, caminaba a sus pies.
Antes de que pudiera bajar por su cuenta, el viento gano la competencia, logró derribar al principe, dejo de volar, se dió por vencido.
Sentía el viendo recorrer su rostro de manera violenta, su corazón palpitaba al ritmo de un tambor. Su cuerpo toco la arena en un golpe seco robandole un jadeo. Ya no podia más estaba exhausto.
La diminuta luz se acercó rapidamente mientras se escuchaba como tropezaba torpemente entre la arena.
Era Ethan. Un chico de su misma edad, temeroso y tembloroso no hizo más que dar un espantoso grito al ver un chico con Alas pegadas a su espalda, completamente reales, enmedio de la playa.
Vestia un uniforme naranja con una gorra blanca sostenida por tiras de zapato. Su expresión fue de total horror, empezó a respirar rapidamente apunto de desmayarse.
-Por favor...-Hablo al fin el desconocido tendido sobre la arena.
-Yo...yo te ayudaré. Ok. Ok. Esto... esto a de pasar todo el tiempo aquí ¿Cierto? ¿¡CIERTO!? Llamaré a mi padre, él te ayudará.
-No, no lo hagas-decia entre jadeos-Ayudame a llegar a aquel bosque del fondo, por favor... ayudame.
El chico lo dudo por unos segundos hasta que Brais levanto la mirada, entre aquellos ojos oscuros había una chispa de luz.
El chico no era el más fuerte de todos ni mucho más, pero logró mantener a Brais de pie hasta que juntos empezaron a andar hasta el bosque, el viento intentaba acabar con ellos rugiendo como un león en su territorio.
Eso no era para nada normal en aquel lugar, el dios del viento había descubierto su escondite.
Llegaron al fin y los árboles amortiguaban el viento feroz. Ethan estaba apunto de irse corriendo del miedo.
-No, no me dejes aquí...
-Yo no puedo quedarme aquí, yo no se que eres, ni quien eres.
Brais no era capaz de responder denuevo.
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◇Los Elementos◇
FantasyMe gustaría saber como es...Una vida. Y tu...¿Crees en la magia? ¿Que tal si te digo que te la mostraré? Muchos dicen que esto es la mayor Bendición, pero...se equivocan, a sus ojos poseer poder lo es todo, pero a los mios no... Esto es una maldició...