II

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Las manecillas del reloj avanzaban, el tic tac, parecía hipnotizante, mucho más interesante que aquellas cartas sobre la mesa que intentaba ignorar

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Las manecillas del reloj avanzaban, el tic tac, parecía hipnotizante, mucho más interesante que aquellas cartas sobre la mesa que intentaba ignorar. No podían ser de Ella, se negaba a creerlo. Apagó el celular deseando perderse, borrar los últimos minutos, días. Queriendo dar marcha atrás y no haber abierto esa caja, no reconocer la presencia de esos sobres de papel que esperaban a que él los abriera. No podía, pero una parte de él quería saber que tenía que decir —¿Por qué después de tanto tiempo lo buscaba? ¿Para qué?—, pero sabía que leer aquellas palabras llamaría a los recuerdos.

Y recordar nunca era bueno, no cuando todas las personas de su pasado de alguna forma u otra se habían ido, las había alejado.

Se puso de pie dejando las cartas detrás de la puerta que cerró al salir de su habitación. «Ella..., —Pensó con pesar—: ¿Cómo no se dio cuenta de lo que perdía?».

Pateó la puerta, con los hombros caídos se mantuvo frente a ella, ahogado en la duda sostuvo el pomo, lo giró, no había marcha atrás. El piso parecía helarse con cada paso que daba.

Tomó una carta, quizá habían pasado días desde que leyó la primera. No lo sabía con precisión, solo sabía que aquella carta estaba hecha cenizas, preso del dolor la lanzó a la chimenea deseando que aquellas palabras se desvanecieran, y tarde se dio cuenta de que quería volver a leerla. Quería encontrar el error, pensar que no fue tanto lo que la hirió.

Rompió el sobre.


 Teníamos solo quince años cuando nos, "enamoramos"

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Teníamos solo quince años cuando nos, "enamoramos".

 
¿Sabes cuán falsos se escuchaban tus, "te amo"?

 
¿Cuánto de mi consumían, tus "yo igual"?

 

Tus caricias me engañaban, sabía que no me amabas. ¿Cómo no saberlo?, si tus ojos no brillaban al verme, pero el deseo de que tu ser me perteneciera como el mío a ti, me traicionó.

 

Mi presencia no te hacia feliz, durante casi tres años esperé un "te amo" real, durante casi tres años solo me dediqué a amar a una persona que solo sabía jugar.

 

Incineraste mi ser, cohibiste mi alma, usaste mi amor a tu placer.

 
Tantas veces te pregunté: "¿Me amas?"

Esperando escuchar un, "no" por respuesta.

Solo un cínico "Te amo" salía de tus labios, que poco a poco me iba matando.

 
Te preguntaba: "¿Cuánto? "

 
"Tú lo sabes", esa era tu agria respuesta, no lo sabía, nunca lo supe. ¿Cuánto me amaste? Ahora lo sé, nada. Si algún día me quisiste, lo olvidaste.

 
Temías a la soledad..., pero no temiste romperme sin piedad.

 
Fuiste tú quién jugó, sabiendo que solo yo perdería.

 

Nunca creyó algún día volver a sentir como las amargas emociones comenzaban a adueñarse de su cuerpo, la soledad hizo su pretenciosa entrada, jugando sin sutileza ni piedad con su mente

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Nunca creyó algún día volver a sentir como las amargas emociones comenzaban a adueñarse de su cuerpo, la soledad hizo su pretenciosa entrada, jugando sin sutileza ni piedad con su mente. El silencio rogaba ser llenado con los crudos sollozos que necesitaba dejar salir. Negó, y salió de la habitación. Siempre era más fácil afrontar todo con alcohol, el dolor parecía más ligero y la tristeza se escondía tras una nebulosa felicidad.

 Siempre era más fácil afrontar todo con alcohol, el dolor parecía más ligero y la tristeza se escondía tras una nebulosa felicidad

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¡Ya volví!

¿Qué les parece?

Espero que les haya gustado.

No fui yo, fuiste tú quien falló Donde viven las historias. Descúbrelo ahora