No fui yo, fuiste tú quien falló

XVI

Lanzó un suspiro pesado, era el final, tiempo de dejar todo atrás, comenzar de nuevo, de parar de llorar por un pasado que no podría cambiar. El hubiera y el debió solo eran palabras cobardes, excusas tontas e inútiles, simplemente no lo hizo, lamentarlo no iba a arreglarlo.

Puso las cartas dentro de una caja de madera y la cerró. Sellando su pasado y abriendo un camino a su futuro. Incierto, desconocido, pero con la esperanza de dejar atrás la tristeza, el sufrimiento, a Ella.

Le dolió respirar, las lágrimas se amontonaban en sus ojos pero se impidió derramarlas, no sería el mismo tipo patético. No más.

Miró alrededor, no sentía añoranza, no tenía ningún tipo de apego por esa casa, no podía recordar vivir un buen momento, la mayoría del tiempo lo pasaba ebrio, drogado, durmiendo, tantas fiestas que apenas recordaba, personas que solo se divertían y se iban a las cuales no les daba más de una mirada.

Amigos que desconocía.

Tenía recuerdos, los vacíos y los desgarradores, pero ninguno que valiera la pena mencionar.

Tomó su maleta. Cerrar la puerta había sido más fácil que cerrar la caja donde dejo las cartas que ella le escribió, de alguna forma al cerrar la caja la dejó a ella, de nuevo, pero esta vez lo hacía por los dos. Una carta desconocida descansaba junto a las otras, la carta que él escribió.

Las palabras viajaban con él a cada paso que daba.

No sé cómo comenzar, ni siquiera sé qué escribir, ¿qué puedo decir?

No hay manera de arreglar nada, nos rompí, nos volvimos fragmentos perdidos en el tiempo.

 

Soy un cobarde, pero no puedes entender lo mucho que me reprocho, cuánto desearía volver al pasado y cambiarlo todo, no pedirte que fueras mi novia. Seguirte teniendo en mi vida siquiera como una amiga, fui un imbécil al dejarlo todo botado por un juego, al decidir que un momento de diversión valía más que una vida de felicidad a tu lado.