No fui yo, fuiste tú quien falló

III

Con la botella de licor en su mano continuó con la siguiente carta. Los días le parecían lejanos, las horas pesadas. ¿Cuándo fue la última vez qué salió de casa? El dolor abrasaba su alma convirtiendo en cenizas su coraza.

Anet llamaba todos los días, no volvió a responder. Una parte de él se preguntaba por qué no tocaba su puerta, pero lo sabía; la posibilidad de que estuviera con una mujer era inmensa y Anet no quería exponerse a una confrontación, ella las odiaba.

Anet se esfumó de su mente, solo podía pensar en Ella. Intentó llamarla, la contestadora era su única respuesta, entonces recordó todos los mensajes y llamadas que él borró sin siquiera escuchar. Quizá ella había cambiado de número, quizá no le quería contestar. No la culpaba, ni siquiera el mismo quería escucharse. No tenía nada qué decir, nada que mereciera ser escuchado.

 
Casi cuatro años desde aquel día. Le dolió el recuerdo de aquellas promesas dichas, vacías de verdad. Aquellas que ella inocentemente creyó.

Recuerdo estar tan emocionada cuando cumplimos un mes.

No lo recordaste, ni siquiera una excusa inventaste.

 

Me guardé la decepción y pensé: "Es un chico, para él no es tan importante". Sí, eras un chico, pero esa no era la razón que explicara tu olvido, recordamos solo las cosas vitales, yo nunca lo fui.

 

Al siguiente día te pregunté: "¿Recuerdas qué día fue ayer?

 

Deseaba escucharte decir "lo siento", fui ilusa.

 

Tu respuesta fue tan banal como sangrante: "¿Martes?"

Entonces quise llorar, me atraganté con el nudo en mi garganta mientras me repetía: "No importa, solo lo olvidó". Sí importaban las lágrimas que en silencio resbalaban por mis ojos y tú ignorabas.

 

Ahora que estás con ella, comparo nuestra relación, ¿tan poco me podías dar?, ¿por qué ella sí merece todo lo que yo nunca tuve de ti?

 

Con un "yo no te amo" desde el principio, todo habría acabado, fuiste cruel al dejarme ilusionarme, quizá te divertía pensar que esta tonta siempre te iba a amar.

 

Me permitiste soñar con un siempre, cuando solo teníamos un nunca.

 

"¿Por qué?" ¿Sabes cuántas veces lo quise preguntar?

 

El suspiro fue largo y doloroso, duramos demasiado creyendo la mentira lacerante que tus labios pronunciaron: "Te amo".

—No siempre fue falso —murmuró con la vista enfocada en la carta.

Con Anet sí lo fue… Todo fue una obra de teatro, una que armó y en la que quedó atrapado, cuando las cortinas se cerraron la escena continuó.

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Liz_0688_Rojas_In Gracias por tus comentarios.