Epílogo

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Caminó hacia la pequeña placa en la pared, no había restos que velar, solo un triste recuerdo

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Caminó hacia la pequeña placa en la pared, no había restos que velar, solo un triste recuerdo.

No había sido fácil perdonarlo, pero era lo más sano, después de tantos años, el odio se había diluido.

"Mi pequeño ángel".

Ni siquiera le había puesto un nombre.

Acarició su vientre mientras una sonrisa triste deformaba su rostro, no importaba cuanto tiempo pasara, no dejaba de ser doloroso.

Pensar que supo de su existencia en un baño del metro.

(CARTAS NO LEÍDAS)

Al ver las dos pequeñas rayas rojas en la prueba

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Al ver las dos pequeñas rayas rojas en la prueba

mi mundo cambió. Lloré y a la vez sonreí.

Una vida crecía dentro de mí.

No era el mejor momento, no estaba planeado.

No sé cuántas lágrimas recorrieron mis mejillas mientras lloraba en silencio, sentada sobre el retrete de la estación del metro. Un baño público, ¿me imaginas?, creo que asusté a más de una persona con mi aspecto cuando salí de allí.

Lo recuerdo muy bien, era verano pero me sentía congelada, el nudo en la garganta me impedía respirar.

No sé cuántas fueron las veces o el tiempo que observé las rayitas rojas sin poder creerlo.

¿Qué haría con un bebé? Aún no terminaba mis estudios, tenía 18 años, casi 19.

¿Cómo se lo diría a mi madre? Ni siquiera tenía novio, ¿lo recuerdas? Me dejaste, nos dejaste, te fuiste sin dar razones, sin despedirte, solo terminamos, me terminaste.

Estaba llena de preguntas.

¿Cómo te lo diría?

¿Me pedirías que abortara? ¿Lo hubieses hecho? Yo realmente no lo sé, y eso me asustó.

No fui yo, fuiste tú quien falló Donde viven las historias. Descúbrelo ahora