IX

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Terminó de abrochar los botones de la camisa, estaba duchado, la desprolija barba había desaparecido, junto a las lágrimas, solo unas manchas negras bajo sus ojos eran testigos de sus desvelos y noches de insomnio

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Terminó de abrochar los botones de la camisa, estaba duchado, la desprolija barba había desaparecido, junto a las lágrimas, solo unas manchas negras bajo sus ojos eran testigos de sus desvelos y noches de insomnio.

La tristeza era palpable en su mirada, esa imposible de ignorar.

Los pies le pesaban cada vez que daba un paso alejándose del pasado que arrastraba, de la que antes llamaba casa, y ahora solo era su celda privada en la cual la soledad le martirizaba y la culpa era su peor tortura, quien se encargaba de hacerle sentir el dolor de la muerte en su ser. Era egoísta pero deseaba hacer desaparecer ese atroz sentimiento que poco a poco le mataba por dentro.

Deseaba pedir perdón, no sabía qué ganaría con eso, pero quería que esa enorme carga que le impedía seguir desapareciera, quería sonreír sin recordarla, sin sentirse miserable, sin sentir deseos de volver atrás el tiempo y golpear a ese niño inmaduro que tantos errores cometió; decirle que lamentaría no corresponder a ese sentimiento tan puro que ella le entregó.

Era su única esperanza, volver a los viejos tiempos, pensar que quizá, solo quizá, ella le cedería el perdón, se moría por suplicarle, rogarle que le perdonara, no le importaba perder la dignidad, había perdido algo mucho más valioso, soloque no se dio cuenta de lo que significaba hasta que fue demasiado tarde.

Recordó que solo tenían quince años cuando todo comenzó., Los sentimientos comenzaron a infectar su amistad, el comienzo de algo que debió ser maravilloso opacado por las mentiras que corrían detrás. Los abrazos comenzaron a ser escasos, recordó como dormía sobre su pecho, despertándose para dirigirle esa dulce sonrisa risueña.

Al comienzo ella lo miraba con inocente anhelo, sus sonrisas momentáneas se borraron con el tiempo volviéndose efímeras, casi inexistentes.

Su noviazgo apenas había empezado, las palabras dulces se fueron desvaneciendo, sus abrazos le sabían agrios, sus besos distantes, las miradas esquivas, sentimientos vacíos, tan maquillados, haciéndolos parecer reales...

La verdad que ambos intentaron ignorar comenzaba a florecer, una flor negra pintada con las mentiras que tanto dolor les causarían.

Cada vez que una palabra salía de los labios de él, ella fingía creerlo, quería hacerlo, era más dulce pensar que eran ciertas, a sufrir con la deplorable verdad que escondían éstas.

Salió de esa casa intentando dejar el tormento con el que vivía día a día, desde que leyó la primera carta.

Entonces todo volvió, incluso cuando la alejó, ella estuvo ahí.

Comenzó a rememorar la última noche que la vio.

Esa noche, escuchó sus sollozos al salir de la habitación, dejándola atrás, dando pasos seguros, sin arrepentimientos, sin culpa alguna, el llanto traspasó las paredes de la habitación, aun así lo ignoró.

La necesitaba, había vuelto a ella, las palabras falsas, llenas de dulzura salieron de sus labios como si lo hubiera ensayado. Su toque dulce e hipnótico la ilusionó.

Ella con inocencia, enamorada, aún con los pedazos de su corazón cayendo, llenos de la decepción que él causó le creyó, una vez más le dio otra oportunidad, aceptándolo sin preguntar, confiando en sus mentiras. Una mentira que con frecuencia repetía "Te amo".

Con la duda, sabiendo que ya había escuchado esas mismas palabras, igual a un títere que se dejó manipular por la labia de sus palabras y la esperanza que albergaba creyendo que era real, con la duda de negarle una oportunidad, y volverlo a extrañar.

Él la besó, y ella aceptó sus besos carentes de sentimientos, dando a cambio unos llenos de necesidad y entrega.

Un "lo siento" sin una pizca de arrepentimiento, y un "te perdono" que salió del corazón.

Cualquier barrera por mínima que existiera entre los dos, se derrumbó con aquél beso, con aquellas palabras que le robaron el aliento.

Ella tomó sus caricias frívolas, cínicas. Él recibió unas sinceras, tímidas, pero reales.

Se entregó a él, confió, lo amó y a cambio él la dejó caer, la traicionó, una vez más, la usó.

Ella lo vio brillar como una luz en su oscuridad, pensó; no todo estaba perdido, había valido todo aquel dolor, la niebla que oscurecía y llenaba de tristeza su alma desaparecía, ya que él al final, se dio cuenta que la quería, sus palabras fueron solo cristales fingiendo ser diamantes, y ella los aceptó. La estafó.

Al terminar, notó su abandono, como la distancia que él puso se hizo notar, la desechó, la hizo sentir de nuevo como una muñeca de trapo, poco a poco se sumió en un sueño despertando en su ya conocida pesadilla.

Él no estaba, entonces creyó morir sin saber que él detrás de la puerta la escuchaba. Susurró su nombre con lágrimas en los ojos, llamándolo con necesidad, con ruegos, con la tortura en su pecho impidiéndole respirar sin dejar de sentir punzadas constantes, que se sentían mortales de lo intensas que eran, mas sin embargo él no hizo nada.

Sin decir adiós se fue, pisando a su paso los pedazos del amor que sin contemplación destrozó. 

Se dejó engañar, entre sábanas y lágrimas, se culpó. Al final no bastó solo con entregar todo lo que podía dar, una vez más le lanzó su amor en la cara, lo denigró respondiendo ante él con palabras vacías, con caricias banales a comparación de lo que ella le dio.

Ella hizo el amor, él tuvo sexo.

________

El camino se había hecho corto, perdido en sus pensamientos, en los momentos que debió mostrar que le importaba, le falló.

Miro su destino, aquella casa en la cual vivió sus mejores

momentos, instantes memorables que ahora le causaban añoranza, tristeza, y una extraña felicidad vieja, anhelante.

El desgastado columpio que se sostenía de las ramas del gran árbol frente a la casa se movía en un vaivén lento, guiado por el viento.

Le pareció imposible que ese viejo solitario y gris columpio fuese aquel en el cual subía todos los días al llegar del colegio. Apenas y se sostenía de aquellas cuerdas desgastadas.

Su mente lo traicionó y por un momento creyó escuchar la risa de ella mientras él la balanceaba con fuerza, su voz pronunciando su nombre entre risas.

Sacudió la cabeza intentando borrar esos pensamientos.

El patio de enfrente estaba muy descuidado, seco, muerto, amarillento, nervioso limpió las pequeñas y casi invisibles gotas de sudor de su frente.

Titubeante tocó la puerta, el sonido hueco de pasos acercándose lo inquietaron, no había sido ni siquiera un año el tiempo que estuvo alejado aun así se sentía tan lejano aquel día en que se fue.

No había vuelto a esa casa desde entonces, a su pasado.

Escuchó el rechinido de la puerta abriéndose, la sonrisa de personas detrás de la puerta comenzó a deshacerse, el asombro y desconcierto tomaron su lugar.

—¿Q-ué h-aces aq-uí? —titubeó, llena de dudas.

—Volví.


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Dedicado a: KalytaFernandezz LizMayet Kaetherine yeiiii ͡° ͜ʖ ͡°

Ahora si, ✌ ( ˘ ³˘)♥

No fui yo, fuiste tú quien falló Donde viven las historias. Descúbrelo ahora