Gris

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El alma de Acier es gris tormenta, como sus ojos. Lo sé, porque mientras escribo estas palabras puedo verla ( su alma, no a Acier). Evidentemente, también la veo a ella , que está de espaldas a mí, dormida en su catre.

Su pelo negro con mechas azules en las puntas se desparrama como una aureola de oscuridad alrededor de su cabeza, y su brazo derecho se encuentra aprisionado debajo de la almohada, en una posición francamente incómoda. Mañana tendrá tirones.

En cuanto a su alma: es de un gris oscuro, con vetas más claras que se enroscan alrededor de sus piernas y de su cabeza. El lugar donde debería estar su corazón, sin embargo, está repleto de negrura.

Conociéndola, esa masa informe es odio puro. Probablemente lleve almacenando ahí sus frustraciones desde que era niña y sus padres la obligaban a tocar el violín 3 horas al día (cosa que hacía con verdadera maestría a la temprana edad de 8 años). Tal vez simplemente vierta y condense ahí todas las miradas de repulsión, los insultos, risitas y comentarios sarcásticos que lleva soportando desde el mismo momento en que vino al mundo. Al final, da igual. Acier se ha apropiado de ese odio y se comportará igual que si hubiera nacido con él.

La conozco, no conviene meterse con ella cuando esa esfera (digo esfera pero es más bien una patata) empieza abrirse y derrama su contenido por todo su alma.

Como una marea de petróleo, el odio torna negro todo lo que toca, hasta que absolutamente todo su cuerpo de cuello para abajo se oscurece. Solo su cabeza permanece gris.

Así es Acier: ella mantiene la cabeza fría incluso cuando el odio se apodera de su cuerpo. En las extrañas ocasiones en las que el odio transmuta en furia y su cuerpo se vuelve rojo, su cabeza adquiere un ligero tinte azulado.

En cuanto a mí... será mejor que Acier me describa en el siguiente capítulo.

No puedo ser objetiva si se trata de mí misma. Sólo os diré que me llamo Sea y que sí, mi nombre levanta "oleadas" de confusión la primera vez que me presento. También creo que es razonable decir que poseo un considerable sentido del humor y una gran paciencia. ¡Ah, y estoy en la cárcel! Ese detallito es importante.

Finalmente, querido lector, me gustaría decir que me alegro de poder compartir contigo esta historia, aunque haya hecho falta que me apresen para que me decida a escribirla (la verdad es que he llevado una vida bastante ajetreada hasta el momento).

PD: Sí, ya sé que estaréis pensando que si estamos en la cárcel no tenemos derecho a pediros comprensión, pero antes de cerrar este archivo y quemar vuestro ordenador, reenviad este relato a 20 personas antes de las 12 de la noche o falleceréis entre terribles dolores (nah, es broma, pero por si acaso yo lo haría).

Mar aceradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora