Envidia

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Acier fue la primera en contestar, un poco a la defensiva:

—¿Y tú?

— ¿Yo? Eso es lo que me pregunto. Creo que ser mutante, pero no es culpa mía.— se encogió de hombros con calculada indiferencia, mientras observaba la reacción de las chicas.

Sea abrió finalmente su ojo menos predilecto y continuó comiendo como si un extraño no le acabara de revelar un secreto que le podía costar la vida. Acier no se mostró impresionada, y siguió el ejemplo de Sea.

Al cabo de 15 incómodos minutos, los tres habían terminado. Ahora fue Sea la que rompió el silencio:

—¿Ah sí? "Pos" nosotras también, aunque seguro que te lo imaginabas. Por cierto, me llamo Sea, y esta es Acier. Puede que hayas oído hablar de nosotras, pero bueno... somos mejores en persona. — acto seguido, Sea dibujó una sonrisa insinuante en su rostro, a la vez que lo miraba con ironía.

Su interlocutor se quedó sorprendido, igual que Acier. Esta última no esperaba que Sea se lanzara tan a la yugular del nuevo, pues en general era bastante tímida. "¿Qué le habrá dado?" pensó. Por su parte, Luuk se presentó:

—¿En serio? Yo me llamo "Luuk", L-U-U-K. En realidad no, pero prefiero conservar el anonimato.

— ¿Con un nombre tan llamativo? ¿Que parece que diga "mírenme, soy "espesiá"? — Sea no perdía ripio, y esta vez sus ojos brillaron divertidos.

Luuk no pudo evitar sonreír a su vez. "Es mona e inteligente" pensó, admirado "Y está en la cárcel" se recordó a sí mismo. Aunque dadas las circunstancias, no podía reprocharles nada a aquellas dos.

—EJEM. En circunstancias normales os diría que os fuerais a un hotel, o me iría yo misma, pero...— Acier hizo un elocuente gesto, elevando sus encadenados brazos al cielo y dejándolos caer descuidadamente.

Luuk se fijó por primera vez en Acier y quedó prendado de ella al instante. Sus ojos grises eran imanes, y su aire de gato con el orgullo herido le hacía querer abrazarla hasta que le dolieran los brazos. Pero claro, con aquella chica eso era peligroso... Le gustaba mucho. Luuk se sonrojó visiblemente, tosió y se mesó el cabello con la mano. A Sea esto no le pasó desapercibido. Aun así, hizo un pequeño mohín con los labios y se limitó a esperar. Su ojo derecho comenzó a aclararse, pasando del negro al castaño tirando a rojo.

— Ejem, ssí. Perdona, es que... — Luuk se calló de nuevo. Se había quedado sin palabras, cosa que no le sucedía a menudo.

A continuación Acier y Luuk comenzaron a ponerse ojitos tiernos, lo que provocó la ira de Sea. Esta última se levantó de la mensa dando un bandejazo. Con el pelo ondeando como una bandera negra detrás de ella, y el ojo derecho color rojo boli BIC, Sea pisoteó el suelo con furia hasta llegar a una estantería habilitada para dejar las bandejas. Acier miró a su amiga alejarse sin poder contener la risa, y sus ojos destellaron mientras se tapaba la boca con la mano. Luuk rió abiertamente, y Sea no miró atrás ni una sola vez mientras se metía en la sala de recreo, donde pasaría el resto de su tiempo libre.

Mar aceradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora