Prologo

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Prologo

"Esperaba fervientemente, que la luna no quemara lo que quedaba de su alma. Placenteramente para él, el alma que poseía a la luna no le bastaba para satisfacer su gran apetito por sangre culpable. No sería hoy. Aunque eso le atormentara, viviría un poco más. Un poco más con su amada luna..."

.

«Aquella noche era tranquila, parecida a todas las demás, y sin embargo tan distinta. Las personas del pequeño pueblo francés, se divertían en el festival de bienvenida de la primavera, mientras los niños correteaban felices por toda la plaza, en el centro de la comunidad.

La noche inspiraba confianza, y estaba tenuemente iluminada por las luces de los habitantes, que bañaban la plaza central. Los colores que rodeaban el festival eran vivos y variados, desde el más discreto rojo, hasta el más brillante. Mariposas de papel colgaban en cuerdas, atadas de edificio a edificio. Mientras que las flores hechas por los niños del pueblo, adornaban todos los puestos de comida que rodeaban la plaza.

Era hermoso.

Pero no para mí. Pensó con nostalgia y melancolía.

Estaba oculto en las sombras, viendo desde un pequeño, húmedo y oscuro callejón, lo que él nunca tendría. Felicidad.

Las sonrisas que trataba de poner en su rostro, inmediatamente lo abandonaban, dejando una pequeña mueca de disgusto en su lugar.

Miro a las personas, que tenían coloridos y alegres ropajes, las mujeres con unos vestidos, de faldas largas hasta por arriba de los tobillos. Los hombres, con camisas y pantalones.

Se miró a sí mismo, e hizo una cara de repugnancia.

Su ropa, no era más que una chaqueta bastante roída de color marrón, mientras que su camisa blanca, había adquirido un tono beige, y estaba totalmente sucia y mojada. Sus pantalones, tenían varios agujeros, y estaban igual de mugrosos que su camisa.

Sus pies, en lugar de tener unas botas de cuero, como todos los demás, estaban desnudos contra el fangoso suelo del bosque maltratados y sangrentados, con las uñas llenas de mugre.

Miro esta vez a la luna, quien miraba su desdicha desde los cielos. Estaba llena, y poco bastaría para que volviera a perder la conciencia, lo sabía bien. Viendo por última vez al pueblo, dio la media vuelta y con el ceño fruncido y los dientes fuertemente apretados, camino por las calles solitarias hacia las afueras.

Los charcos de agua y barro, resonaban con horribles sonidos cuando sus pies los pisaban. Sentía la viscosidad del lodo colándose por entre sus dedos, y volvió a tener repugnancia de sí mismo.

Miro las paredes de las casa para distraerse mientras pasaba por una residencia. Las sombras que se reflejaban en las paredes eran totalmente espeluznantes, y sintió un miedo profundo cuando vio a una de esas sombras moverse. Se giró sudando en frio, viendo que había un pequeño gato detrás de él que lo miraba con diversión infinita.

El gruño. Jamás había tenido gusto por los gatos. Pensaba que eran unas criaturas astutas, y malvadas, como los zorros. Eran unas criaturas repugnantes que no se merecían estar en ese mundo, bestias convertidas en animalitos inofensivos a simple vista. Engañaban a las amas de casa, permitiendo a sus hijos conservarlos, introduciendo a esas cosas llenas de maldad a sus propias casas. Imbéciles, pensó con ironía.

The Convertion Fear ||SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora