26 - El Nodo Central

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—Kaede, ¿Estas segura? — escuchó que le decían justo al momento de abordar el avión.

—Sí, no quiero que nadie más se atreva a ponerle fin. Esa tarea es mía y solo mía— declaró con la más absoluta frialdad que su corazón le permitiese expresar.

—Es verdad que en teoría, ni estamos cometiendo un pecado o si acaso un crimen... Pero niña, tu creciste con esa cosa... ¿Estas segura de poder ponerle fin con tus propias manos?

—De lo que estoy segura es de que le pondré fin a todo aquel que se atreva a hacerlo primero que yo. —Una lágrima se deslizó por su blanquecino rostro, pero su mirada se mostraba serena e impenetrable—Esa cosa es mía. A esa cosa la mataré yo misma... Si es que se puede decir que puede morir...—Desvió la mirada hacia la ventana. La aeronave aún no iniciaba movimiento, por lo que el pavimento de la pista de aterrizaje se mostraba llano y seco ante el radiante sol de la mañana. Vio levemente su reflejo en la ventana, como recordándole que todo aquello le parecía una estupidez. ¿Magi una creación del demonio?, así le habían asegurado todos en el salón del reino.

Le aseguraron que no era humana, y que debían eliminarla por el bien de la integridad del plan de Dios, dado que fue creada con el objetivo de mandar al traste con dicho plan. Solo una frase le había venido a la cabeza en el momento en que escuchó esas palabras: "¿Es que acaso Dios no puede hacerse cargo el mismo?", sin embargo, reprimió cualquier deseo de querer mandar al diablo a todos los testigos de Jehova. Por ahora, solo se limitaba a cooperar, subida en avión, rumbo hacia San Francisco, en donde se suponía que debería matar al amor de su vida.

— ¿Qué?... ¿Qué significa todo esto? —Cuestionó entre tartamudeos un destrozado Helgar Swiling al presenciar la escena.

—Lamento de verdad que esto tenga que ser así, pero todo indica que es la verdad. Swiling, tu sobrina ha resultado ser esa robot mencionada por Hund.

— ¡No!, ¡No puede ser verdad! —Gritó pulverizando el aire. Varios de los Tegras ingenieros intentaron acercarse para ayudar a las afectadas, pero Samantha los detuvo.

— ¡Aléjense montones de chatarra!, ¡Es una orden! — y con expresiones de confusión poblando sus rostros, los robots no tuvieron otra opción más que alejarse. —Tú mismo la escuchaste, ¿No?, "Perteneció a mi madre... Mi creadora... Kaily Blaze" —Hizo un gesto con el rostro indicando que ahora comenzaría a hablar por intercomunicador—Mayor, ¿Puede investigar el nombre?

—En seguida, Samy, aunque debo admitir que me suena de algo, pero no sé de qué...—Un corto silencio se escuchó al otro lado de la línea—Vaya... Esto es increíble...

— ¿Qué sucede mayor?, ¿Qué ha encontrado?

—Míralo tú misma, Samy...

Samantha se acercó a la pared más cercana y hackeó el Paper Computer utilizando el dispositivo con forma de ventosa. Una imagen apareció dominando más de un metro de pared, y tanto Helgar como Samy pudieron verlo.

—Kaily Blaze, la prodigio cuyo CI era mayor a cinco mil... Prácticamente tenía una súper mente...

—Ese engrane...—La imagen se vio levemente interrumpida por la mano de Helgar acercándose y tocando una fotografía de la muchacha en cuestión, en el punto exacto en que se mostraba un pequeño colgante con forma de engrane, pendiendo del cuello de la chica. —Es el mismo que siempre carga Magi consigo...

—Bien, eso prueba la conexión con tu sobrina... Aunque me gustaría algo más concluyente...—Dio una mirada hacia las dos abatidas. Magi se mostraba con una mirada perdida hacia las alturas, pero no emitía gemido alguno, mientras que a Kaily los cabellos le tapaban el rostro. Volteó para mirar a Helgar, y se percató de que sus ojos parecían dos cataratas abiertas.

¿Las Máquinas van al Cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora