12 - Un Nuevo Despertar

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  Para la chica, ese tipo de situaciones no dejaba de resultarle familiares. Juraba que las vivía a menudo, pero siempre sentía el mismo miedo. La noche era fría y hostil, y la calle por la que caminaba parecía haber sufrido alguna clase de apagón ya que solo la pálida luz de la luna llena iluminaba su camino. Cuando ya estaba a poco menos de una cuadra de casa, fue sorprendida por un sujeto que apareció de entre las sombras, portando una pistola con silenciador.

—Si cooperas, mis balas no te harán daño.

  La joven se paralizó en el acto. Cualquier deseo primerizo de correr fue rápidamente opacado por el hecho de saber que hacerlo significaba una muerte segura. Él criminal se le acercó con una mirada que dejaba en claro sus intenciones: abusar sexualmente de ella. Violentamente, intentó despojarle de su ropa, sin embargo, no lograría satisfacer sus enfermizos deseos. Aún con la amenaza de la pistola, el instinto de la muchacha le obligó a resistirse, usando una de sus manos para empujar por el pecho a su agresor. Solo esa acción fue suficiente.

  De pronto, los ojos del hombre estallaron convirtiéndose en auténticas fuentes de fluido rojo que mancharon el rostro y la ropa de la adolescente. Rápidamente a ambos se le sumaron su boca y nariz aumentando el desastre. El desgraciado deseó gritar de agonía pero la sangre se le atragantó. Por un primer momento, la jovencita sintió el horror recorrerle el cuerpo, sin embargo, y sin explicarse cómo, poco a poco este fue convirtiéndose en un extraño disfrute que se manifestó con una vengativa sonrisa. Era el gozo de observar el sufrimiento de quien segundos atrás pretendía aprovecharse del suyo.

— ¿Qué sucede?, ¿No ibas a violarme? —Interrogó burlonamente mientras contemplaba como las venas que recorrían los brazos, el cuello y el rostro del sujeto, se hinchaban como si fuesen inflables. A eso le siguió una leve pero perturbada risilla, para terminar murmurando: —Muere…—Y con ello las venas reventaron en un estallido tan violento que esparció trozos de carne, huesos y una lluvia de sangre por todo el lugar, bañando a la chica con el líquido cuyo color combinaba con sus lacios cabellos.

  Magi Hund se reincorporó de golpe al escuchar el despertador. Voltear el rostro le permitió comprobar que eran las seis de la mañana.

—Nuevamente he tenido una de esas pesadillas…—Sentenció mientras se levantaba de la cama. Parecía inexplicable, pero el cambio emocional entre el sueño y el despertar había sido enorme. Juraba que soñando había disfrutado con la muerte de ese vándalo, y sin embargo, ahora el solo recordar la imagen le perturbaba. Muchas veces había escuchado que lo normal era olvidar lo que se estaba soñando a los pocos minutos de despertarse, pero ella sufría la desdicha de no olvidar nada.

  Se dio una rápida ducha y se vistió como solía hacerlo los sábados: Una blusa manga larga verde sin el más mínimo escote y una falda carmesí que le llegaba hasta los talones. Tras terminar, bajó a desayunar. En la cocina ya se encontraba Kaede Swiling.

—Buenos días, te he vuelto a ganar. —Le sonrió pícaramente la rubia muchacha, que estaba vestida con una blusa idéntica a la suya, solo que de color celeste, y una falda muy parecida pero violeta.

—Buenos días.

—Pon la mesa mientras  yo sirvo, por favor.

  Ambas se sentaron a comer algo de pan tostado con leche. No había nadie más quien las acompañase.

—Hace pocos minutos ha llegado un mensaje de tío Helgar— informó Kaede poco después de empezar la comida.

— ¿De verdad?, ¿Y qué dice?, ¿Una buena nueva?

—Si, al parecer lo han transferido. Por lo que dice, ahora está bajo el servicio de una agencia gubernamental conocida como la OMCIA. No me dijo nada más.

¿Las Máquinas van al Cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora