Wound

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Taeyong se mordió el labio inferior con nerviosismo. En muchas ocasiones había tenido que compartir habitación con alguno de los otros. Durante el entrenamiento era algo normal e incluso después de debutar seguía compartiendo su habitación con su mismo compañero de cuarto, quien le agradecía la ayuda al mantener el lugar completamente ordenado por él (sí, porque Johnny era justamente el tipo de persona que no movía un dedo y tenía que colocar al menos cinco alarmas antes de despertar en la mañana).

Haciendo memoria, en algunas ocasiones hasta habían tenido que dormir todos sentados: en pleno vuelo para recuperar fuerzas o en un sillón mientras esperaban sus turnos respectivos para las sesiones de fotos individuales. También conocía el cuerpo de los demás por completo. Tener que compartir el departamento tenía sus desventajas y la más clara era que no existía la privacidad. Por lo mismo sabía —al igual que el resto, después de todo tantas veces lo habían comentado entre risas— que Johnny era el mejor dotado de todos... aunque sin ánimos de alardear, él mismo no se quedaba atrás. En ocasiones hasta tenían que compartir la misma ducha y en general, dios, estaba tan acostumbrado a ver sus cuerpos desnudos que casi se los sabía de memoria y aun así, aun así...

—Buenas noches, Taeyong.

Asintió mientras intentaba no ver al tailandés a los ojos. Todavía se sentía nervioso porque el menor se había cambiado de ropa delante de él y no había tenido más remedio que desviar la vista lo más posible. Sí, conocía el cuerpo de Ten como la palma de su mano pero por alguna razón esta vez era distinto.

¿Por qué? Estaba demasiado cansado como para ponerse a pensar cosas complejas como esas.

Apagó las luces de la habitación y recién a oscuras procedió a desvestirse, con cuidado de no tropezar con nada mientras lo hacía. Ya había corrido las cortinas por precaución (aunque, ¿quién sería capaz de espiar por la ventana una de las habitaciones del piso doce?), y por tanto todo estaba tan oscuro que apenas era capaz de distinguir las formas básicas de la habitación. La cama de dos plazas, la forma irregular del cuerpo de Ten acostado en ella, sus ojos brillando en la oscuridad...

¡¿Sus ojos?!

Aguantó la respiración y volvió a mirar, mientras que con rapidez terminaba de cubrir su cuerpo desnudo con el pijama. ¿Había sido su imaginación? Rogó internamente que así fuese, porque, ¿qué razón tendría para espiarle así?

Aunque si lo estaba espiando, tal vez no era tan malo...

Se estremeció debido al escalofrío que le erizó la piel y tratando de enfocarse, bajó la vista hasta sus pantalones para amarrarlos bien.

Mier... da —sus labios formaron la palabra pero de su garganta no salió voz alguna, mientras que su boca permaneció abierta en sorpresa, sin saber qué pensar, qué hacer, cómo huir.

Justo ahí en su pelvis se estaba formando un bulto más que prominente, y todo por tener la impresión de que Ten lo miraba.

Mierda, mierda, mierda.

Terminó poniéndose la camiseta de dormir lo más rápidamente que pudo y en vez de acostarse junto a Ten como debía, salió hacia el pequeño salón con cuidado de no hacer ruido. Si se quedaba allí por más tiempo y peor, si efectivamente terminaba durmiendo a su lado sería suicidio.

Respirando hondo y sintiéndose culpable por arruinar un impecable sofá de esa forma, se acostó en él y cerró los ojos queriendo que aquello fuese una mentira.

Mataría al que se había encargado de distribuir las habitaciones, definitivamente lo haría apenas el sol volviese a salir.

Trató de enfocar sus pensamientos a otra cosa que no fuese el pequeño problema que tenía abajo, y divagó hacia sus recuerdos. Había dormido muchas veces con los otros miembros, pero haciendo memoria era la primera vez que se había encontrado a solas con Ten. Con la posibilidad de dormir justo a su lado sin nadie que se interpusiera.

The Only One // TaeTen - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora