VII - Una extraña semana

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Abro la puerta de mi casa, entro, y cierro tras de mí. Ha sido un día agotador, y encima, he salido algo mas tarde del trabajo. 

Me dispongo a sentarme en el sofá, y a ver la tele un rato, cuando me doy cuenta, de que no hay tele.

-¡¿Pero que coño?!- Digo alterado. 

Entro rápidamente al despacho, y descubro que el ordenador, y varios libros, han desaparecido. También, ha desaparecido el dinero que guardaba en el cajón del escritorio. Eran sesenta euros que había sacado de mi cuenta, para mis gastos. Mis juegos de ordenador no están, y el equipo de música, se ha esfumado. Además de una lata de redbull y medio salchichón que había en la nevera. 

Saco el móvil, y llamo a emergencias.

-Emergencias dígame.

-Si, buenas noches.- Digo con un tono nervioso.

-Dígame su nombre si en tan amable.

-Daniel.

-Muy bien Daniel, yo soy Angustias. Ahora, cálmese y cuénteme lo que le pasa. 

-Si, acabo de llegar de trabajar, y me he dado cuenta de que la tele no está, he revisado la casa, y he visto que me falta el ordenador, el equipo de música...

-No se preocupe, deme su dirección y en diez minutos tiene usted a unos agentes en la puerta.

-Apunte...

Han pasado doce minutos, según mi reloj. Me he tomado una tila, y he esperado sentado en el sofá, con un cuchillo de cocina en la mano. Tengo demasiado miedo, como para moverme. El timbre suena.

-Policía nacional, venimos por lo del robo.- Me levanto, dejo el cuchillo en el cajón, y abro la puerta.

-Muy buenas noches agentes.

-Muy buenas, ¿donde están tus padres?

-Que yo sepa, en Asturias. Vivo solo, y ,es a mí, a quien han robado.

-Anda. Vale, voy a echar un vistazo y voy a preguntar a los vecinos, mientras, mi compañero le va a hacer unas preguntas.

-Entiendo.- Digo, yo, que, como entiendo de barcos.

-Bueno, ¿llegaste a ver al ladrón?

-No, cuando llegué, ya no estaban mis cosas.

-Vale, voy a hacerte algunas preguntas más.

Tras hacerme un interrogatorio, los agentes me dijeron que lo que tenía que hacer era dar parte  a mi agencia de seguros. Ellos me dieron ánimos, y me dijeron que no me preocupase, tras eso, y ya en la puerta del piso, estuvimos hablando sobre mis estudios, y que era muy joven para vivir solo y eso. Me dejaron su teléfono por si pasaba algo, y se marcharon.

Por eso, a la mañana siguiente, no fui al instituto, sino que me pasé por la agencia de seguros de mi pariente, y me dijeron que no me podían dar el total, al no tener los "tickets" de compra, y no saber el precio original de algunas de las cosas. Hicieron una especie de tasamiento de lo que se habían llevado, y me dijeron que me ingresarían el importe, en un plazo de una semana.

Por eso, me encuentro aquí hoy, en la biblioteca de mi instituto. Haciendo un trabajo de Filosofía, para el cual, necesito un ordenador y una conexión "WiFi" que funcione. 

Tras terminar el trabajo, he salido del instituto, en dirección al trabajo. 

-Buenos días Alicia.- Digo al entrar.

-Buenos días Dani.

-Bueno, empieza la faena.

-Me quedan unos veinte minutos, así que por lo menos tendrás compañía un rato.

-Si quieres, puedo cubrirte esos veinte minutos. Fermín está comprando, y me ha dicho, que hasta las siete o así, no vuelve.

-Oh, me harías un gran favor, tengo que repasar un examen para mañana.

-Pues estas tardando. Corre a estudiar.- Digo, mientras entro en la "cocina". 

-Pues muchas gracias, te debo una.

-Corre, que vas a perder el bus.

-Adiós.- Dice y se va. Alicia, es una chica que está cursando su tercer año en la carrera de economía, y trabaja para pagar sus estudios, y eso que va a una pública.

Tras despedirme de ella, comienza mi jornada laboral, es un coñazo lo de trabajar, pero, pagan bien, así que no me quejo. Comienzo limpiando los vasos, y continúo limpiando las mesas.

Tras acabar mi jornada laboral, me cambio, cojo mi bici, y cruzo la calle hacia mi portal. Entro, saludo a Ernesto, y bajo al trastero, a dejar la bicicleta.

Subo en el ascensor, y paro, como siempre, en el tercer piso. Almudena, está parada frente a mi puerta, tiene la cara pálida, y es como si no tuviese alma. Bueno, no es tan drástico, pero, como si hubiese visto un fantasma.

-Almudena, ¿que te pasa? ¿estás bien?

-Si, bueno.

-¿Quieres pasar?

-Vale, si quieres.- Dice, abro la puerta, y me temo lo peor. Almudena se sienta, y yo busco algo en el frigorífico.

-¿Que te apetece?

-Suicidarme, ¿te falta la tele?

-Si, es una larga historia. Bueno, cuéntame.- Digo, mientras le pongo una cocacola-. Te ha dejado, ¿verdad?

-Si.- Dice, y rompe a llorar.

-No pasa nada, te comprendo. 

- ¿Como que me comprendes?

-¿Te ha dejado por otra?

-¿Como lo sabes?

-Instinto.

-¿Y que hago?

-Joderlo, que tiene novia, pues tu, te consigues un novio. Es simple.

-Busco soluciones, no mas problemas. 

-Ya, eso dicen todos.- Digo, me levanto, y le echo de comer a mi pez. 

Entro en la cocina, y me pongo a recoger los platos, mientras Almudena llora.

-Oye, ¿sabes que vamos a hacer?

-¿Que?

-Lo verás cuando lleguemos.- Le digo, y salimos del piso. 

Subios las escaleras, por encima del cuarto piso, están la sala de contadores, y la sala de las palancas del ascensor. Por encima de estas salas, se encuentra la azotea. Salimos.

-Ves, este sitio mola, y ahora que es de noche, se ve la ciudad iluminada.

-Mola, pero yo tengo un problema mas gordo que esto.

-Pues a grandes males, grandes remedios. Deja de pensar en el, encuentra una actividad, o algo que te aleje de el, y verás como todo se arregla.

-Pero, si por el no es. El problema es que hace cosa de un mes, nos atrevimos a dar el paso, e hicimos el amor, y lo que tenía que haber bajado hace dos semanas, como que no bajó.

-¿Estás embarazada?

-Tss, no lo digas tan alto. Creo que si, pero no estoy segura de ello. 

-Joder, eso es un problema gordo.

-No, problema gordo, es el que tuvieron los alemanes, yo tengo un embarazo.

-¿Y que hago yo? No entiendo de eso, lo único que he visto de las mujeres, ha sido en vídeos.

-Eres un pervertido.

-Lo se, pero eso no es lo que importa.- Digo.

-Lo que importa es que estoy embarazada...

La semana me va de mal en peor, primero me roban, luego, no he dormido en cuatro días, y ahora, la única amiga que tengo, se acaba de quedar embarazada, las cosas no pueden ir a peor.

Mi vida como estudianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora