4. Mejor hermana.

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—Me tengo ir

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—Me tengo ir. —tomo mis cosas.

— ¿Qué? No te puedes ir, todavía te queda trabajo. —asiento viéndola con una ceja alzada.

— ¿Y? Eso lo puedes hacer tú, tienes más tiempo que yo.

—No lo haré, siempre haces eso y termino llegando tarde a casa. —ruedo los ojos sin que ella se de cuenta.

—Eso no me interesa Lynn, en lo más mínimo. —dejo los papeles que había logrado hacer en este tiempo en el escritorio de mi madre.

— ¡Pues a mí sí! Me he tenido que quedar hasta tarde aquí cada vez que te vas más temprano que de costumbre. —vuelvo a rodar los ojos intentando de nuevo que no me vea pero se me hace inútil cuando ya la tengo en frente.

Acomodo mi cartera en mi brazo y me cruzo de brazos esperando a que ella se quite de la puerta, pero al no hacerlo suelto un bufido.

—Lamento que tengas que ser tan intensa que se me haga inevitable no rodar los ojos en tu presencia. —me disculpo y ella por un momento se queda confundida hasta que bufa. —Mira, no lo repetiré de nuevo, tú solo eres una empleada más de mis padres, así que, no abuses de eso y no me hagas decirle a mi padre que te la vives quejando de tu trabajo.

No es como si él no supiera, pero ella no lo sabe, así que tengo la situación a mi favor.

Por unos segundos ella se cruza de brazos y luego me da el permiso que quiero y se aparta de la puerta.

—Gracias. —paso por su lado y le guiño un ojo.

Había dado al clavo, porque ahora ella tiene su ceño fruncido y podía sentir como me miraba.

—Ahora me iré y haré unas compras antes de irme a la universidad, que no se te olvide decirle eso a mi madre cuando llame. —río adentrándome al ascensor y al girarme la veo fuera de la oficina. —Cómo si eso fuera posible. —digo haciéndole referencia a que obviamente no se le olvidará decirle a mi madre que me fui temprano solo para comprar cosas.

No iré a comprar cosas, porque ya tengo muchísimas, pero he de admitir que me encanta desafiarla.

Cuando comencé a venir aquí ella solía decirle a mi mamá que me iba más temprano de lo que debería, y un día le dijo a mi mamá que luego de salir de aquí temprano me habían visto en un centro comercial comprando ropa.

Fue una total mentira, así que desde ese día no le hago la vida fácil.

No me importa quien seas, no vas a querer mentirme y salirte con la tuya.

Antes de que las puertas se cierren le guiño un ojo y espero hasta llegar a mi destino.

Cuando llego abajo saludo con mi mano al recepcionista que posiblemente tenga como cuarenta años y salgo del edificio encontrándome con una reportera esperándome afuera.

Mi Mala Fama ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora