7. Deseos.

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No sé en qué momento pasó, pero me engañó

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No sé en qué momento pasó, pero me engañó.

Me tomó de los hombros, me dio la vuelta y me adentró al apartamento.

La veo con una pizca de desconfianza, porque me había mentido con tanta seguridad que me comienza a escocer desde dentro.

Ella sale de la habitación y cierra detrás de ella.

No sé qué estaba pensando Erick, ni pude mirarle mucho porque seguía inquieta con el hecho de ella mintiéndome sin una pizca de inseguridad.

¿Y si lo ha estado haciendo durante años y nunca me había dado cuenta?

¿Qué puedo pensar? Además de sentir que me quema algo desde adentro al darme cuenta de que antes había asegurado que la conocía a la perfección, y ahora viene y me miente de esa forma.

Y es que fue una estupidez, ¿por qué no decirme que lo estaba abrazando y explicarme? Tal vez no me estuviese comiendo la cabeza en este instante.

Aprieto las sabanas contra mí sintiéndome en un lugar desconocido, tratando de no lanzarme a llorar porque ella me mintió, cuando muchas veces mucha gente me ha mentido en lo largo de mi vida.

Solo que hay una diferencia. Esas personas no eran nada en mi vida, solo eran idiotas que querían un lugar en mi vida, pero yo no se los daba.

Sin poder evitarlo, y como un robot, quito las sabanas de encima de mí y salgo de la cama, sin tener control de mi respiración ni de lo que podría decir.

Salgo de la habitación y al llegar a la sala la encuentro en el balcón, y no está sola.

— ¿Pero qué carajos? —los dos se giran y me observan como si los hubiese pillado en algo ilegal. —Brooks, ¿por qué me mientes?

No sé de donde sale eso, solo sé que hablo de una manera que nunca lo había hecho; dolida.

Porque estoy dolida.

—Nena, ¿de qué hablas? —se acerca hasta a mí y pasa sus manos por mi cabello, aplacándolos con sus dedos mientras me ve como si fuese una niña pequeña.

Me aparto de tal manera que me observa atónita, pero es que ahora realmente no soporto que me toque. —Hace menos de dos horas me dijiste que estás agradecida con haber encontrado a una hermana como yo y luego me mientes como si abrazarlo fuese un delito. —lo señalo mientras sale también del balcón.

Se mantiene a una distancia prudente pero sigue escuchándonos.

Ni siquiera me detengo sabiendo que nos está escuchando. Que me está escuchando así de dolida.

Nunca nadie me había visto de este modo que no fuese en mi entorno familiar, pero él ya me había visto en mi etapa más jodida, y me ayudó. No lo considero la mejor persona del mundo porque no lo conozco y hasta ahora solo ha sido un patán, pero es que precisamente ahora él no me importa.

Mi Mala Fama ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora