La oscuridad y la sensación de estar perdida, eso es lo que me embarga al comenzar a moverme intentando despertarme.
Paso mis dedos por mis ojos y los froto sintiendo que comienza a adormecerse mi espalda, pero cuando mis dedos son más sensitivos, me doy cuenta de que es un pañuelo lo que tengo en mis ojos.
Con desesperación lo tomo y lo lanzo lejos de mí, con mi corazón latiendo muy rápido y comenzando a ver a mi alrededor, tratando de averiguar si estoy en un lugar seguro.
—Oh, por Dios. —susurro y me voy levantando del sitio acolchonado.
La luz del bombillo bastante molesta hace que mis ojos se cierren varias veces hasta acostumbrarme a ella, observo mi vestimenta tratando de calmarme y algo de alivio llega a mí cuando me doy cuenta de que llevo la misma ropa de antes.
Al estar sentada en la cama busco mis zapatos y al verlos debajo de la cama trato de tomarlos sin tirarme al suelo.
Bufando me inclino más y termino en el suelo, haciendo mucho ruido.
Joder ¿dónde estoy?
Cuando los alcanzo algo más llama mi atención, y con mi ceño fruncido trato de entender qué es.
Muevo los zapatos y alguna ropa hasta dar con lo más grande allí.
¿Una caja de una impresora HP? ¿Quién guarda las cajas de impresoras debajo de la cama?
Con mis cejas aún fruncidas tomo mis zapatos y comienzo a ponérmelos.
Al tenerlos en mis pies, me levanto y me sobresalto al ver a Dylan en la puerta de la habitación observarme expectante.
Mira su reloj en su muñeca y hace una mueca. —Han pasado dos horas. —pasa una mano por su cabello algo largo de color castaño que comenzaba a llegarle más debajo de las orejas. — Pensé que tal vez había sido mala idea traerte aquí cuando te conseguí desmayada en el suelo del ascensor.
—Y lo fue. —alza una ceja e inclina un poco su cabeza, con su mirada aún en mí y una sonrisa incrédula se asoma por sus labios.
Trato de calmarme por que estoy siendo mala sin intenciones y tratando de apaciguar mis palabras, le sonrío. —Gracias por no dejarme tirada allí entonces.
Me mantengo en mi posición y sigo observando a mi alrededor, algo más calmada.
—No dejaría a una damisela así de linda tirada en un ascensor. —siento como su alago comienza a hacer efecto puesto que mis mejillas comienzan a sentirse calientes.
Paso una mano por mis bolsillos tratando de calmarme y no lanzarme a él muy descaradamente, pero cuando no noto el bulto que siempre está en ellos lo observo. — ¿Dónde está mi teléfono? —con una sonrisa lo saca de su bolsillo y me lo tiende. — ¿Por qué sonríes tanto? Me estás poniendo de los nervios. —tomo mi teléfono y él ríe al escucharme.
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Mi Mala Fama ©
AcciónFanática de la elegancia, la cruda sinceridad, la buena vida y redes sociales. Así es la vida de Ariana Macbeth. O no, tacha eso, no puedo obviar lo más importante y la que la llevó a este punto: multimillonaria. Esa es la vida de la rubia más famo...